
400 gramos de espárragos italianos: 4.99 libras en Fresh & Wild, un supermercado de productos ecológicos que abrieron hace cosa de un año en el Triángulo, en Bristol. Una tienda cara, como se puede ver. En otros supermercados o en mercados callejeros, los manojos de espárragos se pueden conseguir por menos: lo más común son dos libras, aunque quizás en alguna oferta se puedan conseguir por una y media. He de admitir que no sé cuánto cuestan en España, aunque estoy seguro que menos. He mirado en el sitio web de Carrefour y sólo los he encontrado en conserva, a 1.89 euros por una lata de 230 gramos (para quien no lo sepa, una libra viene a ser un euro y medio).
Me acuerdo de cuando acababa de llegar a Inglaterra, cuando aún no estaba acostumbrado a la libra. Cada vez que pagaba algo hacía el cálculo mental a pesetas (4 libras = 1.000 pesetas) y me escandalizaba. ¡700 pelas una revista! ¡100 duros un billete de metro! ¡1500 púas el cine! Luego, poco a poco te vas acostumbrando a los precios y empiezas a pensar en libras directamente, con lo que te evitas sobresaltos. Es un proceso curioso, en el que vas familiarizándote con el precio de las cosas según te acostumbras a pagarlas. Primero, con los productos de supermercado. Luego quizás precios de objetos de ocio: entradas de cine, CDs, libros. Suele ser un aprendizaje de menos a más: los precios bajos se asimilan con facilidad, y cuantos más ceros, más fácil se pierde uno. Pero todo se supera, y al final ya es uno capaz de encontrarle sentido también a los precios de casas o de coches.
Yo ya estoy totalmente acostumbrado a la libra, y sólo en algunas ocasiones (a veces por morbo) hago el cálculo a pesetas. Se da además una situación curiosa: la peseta ya no existe, de modo que los precios en pesetas que tengo en la cabeza se han quedado congelados en como eran hace cinco años. Esto se une a que mis ideas de caro o barato en pesetas son de cuando era estudiante y estaba sin un duro, justo antes de venirme a trabajar a Inglaterra en mi primer trabajo serio. La peseta está en mi mente, pues, momificada por partida doble.

El otro día The Sun organizó una
The Sun ya apoyó a Blair en las dos anteriores elecciones en 1997 y 2001, y se vanaglorian de haber sido determinantes de que éste ganara. En 1992 también se jactaron,con su célebre titular
Hoy es
Todo el mundo espera que el actual primer ministro
Por todo ello, se prevé que va a ser muy difícil que Blair logre la victoria arrolladora que logró en las
De forma novedosa en estas elecciones hay un tercero en discordia:
Un jurado internacional de chefs, críticos y restauradores
No, no estoy haciendo publicidad de ningún casino en línea. 888 es el número de la suerte para el expatriado que ve la tele en el Reino Unido: el número de teletexto con el que se accede el servicio de subtítulos, ofrecido por todos los canales de televisión británicos (
los subtítulos no sólo están disponibles para películas, documentales o programas grabados, sino también para muchos programas emitidos en directo. Es el caso de los telediarios de algunas cadenas. Incluso
El Reino Unido estaba en estado de shock anteayer cuando se supo que habían fallado todos los intentos de salvar al grupo automovilístico MG Rover, que quebró el pasado día 8 de abril. El pasado viernes se confirmó que su fábrica en Longbridge, en Birmingham,
Pero lo que un día realmente me rompió el corazón fue ver cómo La Fontana de Oro, un café-bar típicamente madrileño, uno de los más antiguos de la ciudad y protagonista nada menos que de
No estaría escribiendo estas líneas si las pasadas vacaciones de Semana Santa, paseando por la ciudad, no hubiese descubierto con fastidio que lo que le había pasado a la Fontana de Oro también lo han sufrido al menos otros dos bares de Madrid. El de la imagen es La Fontanilla, cerca de la calle Toledo. La foto no es muy buena (la hice con el móvil) pero muestra claramente un tradicional bar madrileño convertido en pub irlandés gracias al anuncio de Guinness y un par de tréboles.
Me preocupa cómo se va extendiendo en Madrid el gusto por los ambientes artificiales y falsos, en muchos caso propagado por el modelo de negocio de la franquicia. La crítica que hago a los pubs irlandeses se puede extender a tantas cafeterías, como Café y Té o Jamaica, que imponen una decoración predecible (sacos de café, decorado colonial, tonos ocre). Desde hace poco, Cañas y Tapas amenaza con lo mismo: locales clónicos y sin alma replicando el mismo tipo de decoración, supuestamente inspirada en la del bar tradicional, y que tampoco aportan nada destacable en lo culinario. La individualidad de sitios geniales y auténticos como Matador, un fantástico bar que descubrí en la calle Cruz hace poco, peligra ante la marea uniformadora que se nos está viniendo encima.

Una de las tareas urgentes con las que se topara el nuevo Papa tras su elección en el cónclave de la semana que viene será la anatemización de un nuevo anticonceptivo, mucho más expeditivo e implacable que ninguno de los conocidos:
Hace un rato, aquí en la oficina, de pronto hemos oído una musiquilla afuera, aproximándose lentamente, como una irritante música de móvil. No cabía duda: se trataba de una furgoneta de helados.
Pero dejaré para otra ocasión el tema de cómo comen los británicos en general: hoy quería escribir sobre cómo se come en el trabajo. El almuerzo típico consiste en un
Los sandwiches se pueden comprar en un sinnúmero de establecimientos: cafeterías, supermercados y hasta gasolineras. Hay tiendas especializadas en ellos: los
O tomarse otra cosa. Por supuesto, no todo el mundo come de sandwich. Quien trabaje cerca de alguna zona urbana puede ir a comer a algún pub o restaurante de comida rápida (esto segundo no lo recomiendo). O puede llevarse la comida de casa. Si a uno no le apetece preparársela, puede encontrar en los supermercados comidas preparadas que se pueden cocinar en un simple microondas. La oferta es amplísima: comida india, italiana, china, inglesa... Incluso se puede comprar paella precocinada. La mayoría de las oficinas cuentan con una "cocinilla" (
Una de las cosas que más echo de menos de mi anterior trabajo es precisamente la cantina. En cualquier caso, a todo se acostumbra uno y ya ya me he adaptado a mi nueva rutina de sandwiches, comidas preparadas y sobras del día anterior, que intento compensar en casa con una cena en condiciones. Con un poco de organización no es tan terrible. Aunque sigo echando de menos los menús del día españoles...
Ayer aproveché la ocasión de la muerte del papa para visitar la
Fui sobre las cinco de la tarde, y me sorprendió encontrar la catedral vacía salvo por una o dos personas que rezaban. También me sorprendió la sencillez con la que se anunciaba la muerte del pontífice: apenas un retrato presente en una de las capillas, con folletos disponibles al público con una oración por su alma. Había esperado encontrarme con signos más conspicuos del fallecimiento del pontífice.
Aproveché para pasear por la catedral. Lo más chocante es la ausencia de los típicos bancos de iglesia: en vez de ello hay filas y filas de sillas de plástico y metal encadenadas, cubiertas por un curioso tapizado, que le daban al recinto un aire chabacano de pabellón de congresos multiuso. Quitando este detalle de mal gusto lo demás me gustó bastante: un interior muy amplio y luminoso, cuya única decoración son unos relieves expresionistas en las paredes representando el
A quien le interese el tema le recomiendo visitar el
Esta foto la tomé hace un par de semanas en el aeropuerto de Bristol. Ilustra bien una costumbre muy inglesa: la de dejar tirado el periódico en cualquier sitio después de haberlo leído. Esto ocurre más a menudo, como es lógico, en aquellos lugares donde la gente lee la prensa habitualmente, principalmente el transporte público.