400 gramos de espárragos italianos: 4.99 libras en Fresh & Wild, un supermercado de productos ecológicos que abrieron hace cosa de un año en el Triángulo, en Bristol. Una tienda cara, como se puede ver. En otros supermercados o en mercados callejeros, los manojos de espárragos se pueden conseguir por menos: lo más común son dos libras, aunque quizás en alguna oferta se puedan conseguir por una y media. He de admitir que no sé cuánto cuestan en España, aunque estoy seguro que menos. He mirado en el sitio web de Carrefour y sólo los he encontrado en conserva, a 1.89 euros por una lata de 230 gramos (para quien no lo sepa, una libra viene a ser un euro y medio).
Me acuerdo de cuando acababa de llegar a Inglaterra, cuando aún no estaba acostumbrado a la libra. Cada vez que pagaba algo hacía el cálculo mental a pesetas (4 libras = 1.000 pesetas) y me escandalizaba. ¡700 pelas una revista! ¡100 duros un billete de metro! ¡1500 púas el cine! Luego, poco a poco te vas acostumbrando a los precios y empiezas a pensar en libras directamente, con lo que te evitas sobresaltos. Es un proceso curioso, en el que vas familiarizándote con el precio de las cosas según te acostumbras a pagarlas. Primero, con los productos de supermercado. Luego quizás precios de objetos de ocio: entradas de cine, CDs, libros. Suele ser un aprendizaje de menos a más: los precios bajos se asimilan con facilidad, y cuantos más ceros, más fácil se pierde uno. Pero todo se supera, y al final ya es uno capaz de encontrarle sentido también a los precios de casas o de coches.
Yo ya estoy totalmente acostumbrado a la libra, y sólo en algunas ocasiones (a veces por morbo) hago el cálculo a pesetas. Se da además una situación curiosa: la peseta ya no existe, de modo que los precios en pesetas que tengo en la cabeza se han quedado congelados en como eran hace cinco años. Esto se une a que mis ideas de caro o barato en pesetas son de cuando era estudiante y estaba sin un duro, justo antes de venirme a trabajar a Inglaterra en mi primer trabajo serio. La peseta está en mi mente, pues, momificada por partida doble.