martes, abril 05, 2005

Mi comida de hoy

Uno de los tópicos sobre Inglaterra es lo mala que es la comida aquí. Todos hemos escuchado esas historias de pobres estudiantes españoles que se van en verano a aprender inglés al Reino Unido y que son matados de hambre durante su estancia a base de sandwiches de pepino. Este tópico, desgraciadamente, es real, aunque esto tiene más que ver con la cicatería de las empresas que gestionan estos cursos de idiomas en el extranjero (espinoso tema del que algún día hablaré) que con las costumbres alimenticias británicas. En el Reino Unido, si quieres, puedes comer muy bien, a veces incluso mejor que en España.

Pero dejaré para otra ocasión el tema de cómo comen los británicos en general: hoy quería escribir sobre cómo se come en el trabajo. El almuerzo típico consiste en un sandwich, una bolsa de patatas fritas y un refresco o agua mineral. Es, desde luego, mucho más pobre que el tradicional menú del día de bar español con dos platos, pan, bebida y postre, pero antes de reírnos de la falta de cultura gastronómica de los anglosajones hay que recordar que en España tampoco es tan extraño comer de bocata, que viene a ser lo mismo. Los sandwiches ingleses suelen ser bastante grandes, suficientes para aplacar el hambre a mediodía, y si se sabe buscar, deliciosos y hasta sanos. Los rellenos más típicos son BLT (bacon, lettuce and tomato) y atún con mayonesa ("tuna mayo"). Curiosamente es difícil encontrarlos de jamón y queso.

Los sandwiches se pueden comprar en un sinnúmero de establecimientos: cafeterías, supermercados y hasta gasolineras. Hay tiendas especializadas en ellos: los delis (de "delicatessen"). Suelen ser sitios donde te preparan el sandwich al momento escogiendo de entre un montón de rellenos y tipos de pan. Allá donde no hay tiendas cerca donde comprar el almuerzo, como en parques empresariales, suele haber furgonetas de distintas empresas que visitan las oficinas un poco antes de la hora de comer para vender sandwiches y otros comestibles. En algunas oficinas más grandes puede que incluso tengan un "deli" para los empleados. Si ninguna de estas opciones está disponible o convence al comensal, siempre le queda la opción de prepararse el emparedado en casa.

O tomarse otra cosa. Por supuesto, no todo el mundo come de sandwich. Quien trabaje cerca de alguna zona urbana puede ir a comer a algún pub o restaurante de comida rápida (esto segundo no lo recomiendo). O puede llevarse la comida de casa. Si a uno no le apetece preparársela, puede encontrar en los supermercados comidas preparadas que se pueden cocinar en un simple microondas. La oferta es amplísima: comida india, italiana, china, inglesa... Incluso se puede comprar paella precocinada. La mayoría de las oficinas cuentan con una "cocinilla" (kitchenette) con nevera, fregadero, máquina de café y microondas. Es el caso de donde trabajo ahora. A la hora de comer la mayoría nos juntamos allí y comienza el runrun de los microondas a medida que la gente se va preparando su almuerzo. Algunos pasan de sandwiches o precocinados e improvisan otro gran clásico inglés: tostadas de alubias cocidas en tomate (beans on toast). Mientras come, la gente charla sobre lo que ha visto el día anterior en la tele o hace crucigramas en silencio.

Hay quien tiene la suerte de tener comedor de empresa. En el sitio donde trabajaba antes tenían una cantina que servía comida subvencionada y bastante buena. Cuando mi empresa se reorganizó y nos trasladaron a otras oficinas más pequeñas, los jefes trataron de rebajar el servicio de comidas a un simple deli con la excusa de que éramos menos gente, pero no pudieron por la feroz resistencia de los empleados. En esa empresa las sobremesas eran largas; las comidas a veces duraban hora y media si la conversación era interesante, mucho más que los tres cuartos de hora típicos que suelen concederse en estos lugares.

Una de las cosas que más echo de menos de mi anterior trabajo es precisamente la cantina. En cualquier caso, a todo se acostumbra uno y ya ya me he adaptado a mi nueva rutina de sandwiches, comidas preparadas y sobras del día anterior, que intento compensar en casa con una cena en condiciones. Con un poco de organización no es tan terrible. Aunque sigo echando de menos los menús del día españoles...


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