El Reino Unido estaba en estado de shock anteayer cuando se supo que habían fallado todos los intentos de salvar al grupo automovilístico MG Rover, que quebró el pasado día 8 de abril. El pasado viernes se confirmó que su fábrica en Longbridge, en Birmingham, debería cerrar, provocando unos 5000 despidos.
En España uno piensa en coches ingleses y le viene a la cabeza Rolls Royce, Jaguar, el famoso Mini. Quizás, si la persona sabe algo más de automóviles, habrá oído hablar de Austin, MG, Morris, Land Rover. La propia Rover, la marca mayoritaria durante estos últimos años y con cierta presencia en las carreteras españolas, tiene cierta imagen de elegancia y exclusividad.
Pero en imagen se queda todo, y la mencionada profusión de distintas marcas es igualmente engañosa, ya que la mayoría de ellas no son más que distintas caras que, a lo largo de los años, ha tenido este grupo industrial que acaba de irse a bancarrota. Se trata del punto final a la industria automovilística británica, con sus marcas supervivientes como Jaguar en manos extranjeras y donde sólo sobreviven a muy pequeña escala compañías como Lotus o TVR, ambas especializadas en coches deportivos.
Fé de errores (24.4.05)
¡Oops! Me he enterado de que Lotus no es británico. La marca es propiedad de la compañía malaya Proton.
No hay comentarios:
Publicar un comentario