Durante las últimas semanas, la atención de todo el mundo ha estado dirigida hacia el Reino Unido. Los sangrientos atentados suicidas del 7 de julio, en los que murieron más de 50 personas, seguidos de los sucesivos atentados frustrados del 21 del mismo mes y la posterior caza de los responsables de éstos últimos han sido seguidos con atención y preocupación en el resto de Europa y, posiblemente, con especial interés en España, donde hace cosa de un año sufrimos nuestra propia ración de fanatismo terrorista. La policía londinense, desde el momento de los primeros ataques, ha estado trabajando frenéticamente para descubrir a los culpables de los dos actos criminales. Pese a que el viernes pasado lograron capturar a los tres sospechosos restantes de la intentona criminal del 21 de julio, en una jornada electrizante de espectaculares redadas por todo Londres, el éxito ha sido empañado por el homicidio, por parte de agentes armados de paisano, de un joven brasileño que fue confundido por un terrorista suicida. Las dudosas circunstancias de esta muerte aún tienen que aclararse.
La policía británica es, pues, una de las protagonistas estelares de los eventos de estas semanas. En los medios de comunicación se habla mucho de la emblemática Scotland Yard, ya presente en el imaginario popular de los no británicos gracias a las historias de Sherlock Holmes, entre otras. Seguramente muchos sepan que el nombre de Scotland Yard se refiere al la calle donde antiguamente estaba la sede de la policía en Londres, pero estoy seguro de que pocos saben que "Scotland Yard" se refiere no a la policía británica en su conjunto sino únicamente al cuerpo de policía de la capital.
La policía en el Reino Unido está organizada de forma muy distinta a la del resto de Europa. En España tenemos varios cuerpos de policía, ocupando ámbitos geográficos y de competencias que a menudo se solapan, de modo que muy a menudo la coordinación es bastante mala. Tenemos la Policía Nacional, algunos cuerpos de policía autonómica, la Guardia Civil (que en realidad es un cuerpo paramilitar) y las policías urbanas o municipales. En el Reino Unido, sin embargo, la estructura es mucho más sencilla: no hay un único cuerpo de policía de ámbito nacional, sino 49 cuerpos regionales, dependientes directamente del Home Office o Ministerio del Interior.
Aunque la organización territorial del Reino Unido tradicionalmente se ha hecho en condados, las demarcaciones de los cuerpos de policía no siguen las mismas fronteras. Esto es algo muy frecuente en el Reino Unido: las distintas maneras de dividir el país administrativamente casi nunca son coincidentes (policía, códigos postales, matrículas, etc).
De este modo, Scotland Yard es la sede de la Policía Metropolitana, que sólo tiene competencias sobre el area metropolitana de Londres, y ni siquiera sobre ésta en su totalidad (el distrito de City of London tiene su propio cuerpo de policía). En cualquier caso, la Met, como popularmente se le llama, es indudablemente la más importante del país, y a menudo colabora con las policías de otras regiones con menos recursos. Su responsable máximo, el Commissioner of Police (actualmente es Ian Blair), es el cargo policial de más prestigio del país, y obtiene automaticamente el título de sir cuando es investido en su cargo.
Una de las características más llamativas de la policía británica es que sólo raras veces llevan armas, aunque esto no significa que sean menos letales, como se ha podido ver, trágicamente, durante estas semanas. La policía británica disfruta, además, de una imagen mucho más positiva en la sociedad que la que disfrutan las fuerzas de seguridad de otros países en el seno de las suyas. La imagen del bobby on the beat paseando por el barrio con su pintoresco gorro es reconfortante para la mayoría, y es una de las fotos más codiciadas por los turistas que visitan el país. Un año que estuve en el Notting Hill Carnival de Londres me sorprendió ver cómo una buena parte de los agentes que formaban la abultada presencia policial estaban relajados y bromeaban con la gente de alrededor, incluso prestándoles sus cascos para que se hiciesen fotos. Eché de menos esa actitud en España, cuyos policías tan a menudo son de talante chulesco y amenazador. No todo el monte es orégano, sin embargo, y la policía británica también tiene su cara oscura violenta y autoritaria, como manifiesta su responsabilidad en distintos disturbios raciales ocurridos en el país durante las últimas décadas.
Al margen de la policía, en el Reino Unido hay también otros cuerpos uniformados afines, como los Traffic Wardens (agentes de movilidad urbana) y Community Support Officers, una especie de ayudantes de policía.
Más información: La policía británica (Wikipedia en inglés).
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