En el Reino Unido no hay carnés de identidad. Es una cosa que me extrañó bastante cuando me vine a vivir aquí. En España son obligatorios, y daba por hecho que era algo normal en la mayoría de los países. Aquí sin embargo viven perfectamente sin ellos; cuando es necesario confirmar tu identidad, se recurre al pasaporte o al carné de conducir, y para rellenar formularios, en vez de dar el número de DNI como en España, se usa la fecha de nacimiento para confirmar quién eres.
Pero puede que todo esto cambie en unos años. La semana pasada Tony Blair logró aprobar en la Cámara de los Comunes el proyecto de ley de la introducción de tarjetas de identidad en el Reino Unido, en medio de una gran polémica y con el voto en contra de unos treinta diputados rebeldes de su propio partido. El Gobierno de Blair lleva varios años promoviendo la puesta en marcha de tarjetas de identidad (ID cards), argumentando que son necesarias para hacer frente a distintos problemas actuales, como el fraude en la seguridad social, la inmigración ilegal, o la amenaza terrorista. Estas tarjetas de identidad servirían para centralizar en un solo documento información personal diversa que actualmente es manejada de forma inconexa por distintas agencias y organizaciones estatales. En una única tarjeta-chip se incorporarían datos de seguridad social, información fiscal e incluso la licencia de conducción, junto con sofisticada información biométrica que permita, mediante reconocimiento de iris o examen de huellas digitales, confirmar la identidad del titular.
Los Conservadores, principal grupo de la oposición en el Parlamento, apoyan las tarjetas de identidad, lo mismo que una parte significativa de la población. En contra están los liberal-demócratas y distintos grupos de defensa de las libertades individuales, quienes ven en esta centralización de información en una única base de datos gubernamental una peligrosa erosión del derecho a la privacidad. Pero no son ellos la principal amenaza para la aprobación de la ley, sino el coste: según estimaciones, cada tarjeta de identidad podría llegar a costar más de 100 libras, un precio que la mayoría de la gente no estaría dispuesta a pagar de ningún modo.
El asunto de las ID Cards lleva años rondando en el debate político británico. Cuando leí sobre él por primera vez, no acabé de entender el motivo de la polémica. Para mí, tener documento de identidad era lo más natural del mundo, y no veía en ello ninguna agresión a mi privacidad. Ahora, sin embargo, he empezado a apreciar la vida sin carnés de identidad. Puede que sea ficticia, pero la sensación de poder vivir "indocumentado" es bastante liberadora: se siente uno menos observado o contralado por el estado. En España me irrita el abuso que se hace del DNI: debería ser un documento para guardar en casa y usar sólo para gestiones importantes, pero acaba utilizándose para pagar con tarjeta en el supermercado o para hacer exámenes en la Universidad.
Más información: Blair wins first ID card battle (BBC)
1 comentario:
Personalmente, me siento mas insegura con la falta de documentacion.
Los parametros que se usan para demostrar tu identidad: fecha de nacimiento, codigo postal y el apellido de soltera de la madre (!) son cosas muy faciles de averiguar y que circulan de base de datos en base de datos sin ningun problema.
Demostrar que alguien es quien dice ser es una de las cosas mas basicas que se deben de hacer para evitar el fraude y el crimen.En un pais donde las listas negras estan tan de moda, me fascina que alguien pueda hacerse pasar por otra persona tan facilmente.
Sinceramente, no comprendo el revuelo que causan las dichosas ID cards...al fin y al cabo inglaterra consta con una red de CCTV (camaras de seguridad), credit check agencies (unos vampiros que trafican y te hacen pagar por tus propios datos bancarios) y empresas que persiguen morosos y fabrican listas negras, y nadie dice nada.......
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