Esta noche se celebra Halloween, pero contrariamente a lo que estoy seguro que la mayoría de la gente piensa, esta tradición apenas se celebra en Inglaterra. El interés que despierta Halloween entre los ingleses no es mucho mayor que el que se da en España. En algunos bares se anuncian fiestas de Halloween, y algunas tiendas son decoradas por unos días con motivos macabros (brujas, fantasmas, etc), pero por lo demás no es que la cosa tenga mayor repercusión, al menos en el sur del país, que es donde vivo. El Halloween de la cultura popular de nuestros días es, principalmente, un producto cultural estadounidense, que según leo en la Wikipedia, fue llevado a ese país por emigrantes irlandeses y escoceses.
Los que, como siempre, nunca pierden la oportunidad de subirse al carro de cualquier festividad que le puedan reportar ingresos extras son los supermercados. Desde hace varias semanas tienen su sección de Halloween vendiendo disfraces y artículos festivos, y en su sección de frutería se pueden encontrar enormes y vistosísimas calabazas naranjas que me pregunto si habrá quien las compre.
lunes, octubre 31, 2005
sábado, octubre 29, 2005
Cambio horario
El día más temido por fin ha llegado. Mañana de madrugada cambian la hora. Otra vez los quebraderos de cabeza: ¿tengo que atrasar el reloj o adelantarlo? ¿Voy a dormir una hora más o una menos? Es sorprendente: hablando con la gente me he dado cuenta de que hasta los más inteligentes suelen tener problemas para comprender el funcionamiento del cambio de hora.
Yo tampoco soy muy ágil en entender lo anterior, pero hay una consecuencia del cambio horario de otoño que no se me escapa: durante los próximos cinco o seis meses, cuando salga del trabajo, ya será de noche. Coincide esto también, para empeorar mi desdicha, con el periodo del año en que los días son más cortos. En diciembre anochece sobre las cuatro de la tarde, aunque en los días más nublados la cosa es mucho peor y sobre las tres ya ha oscurecido del todo. Es precisamente la falta de luz solar, y no tanto otras cosas como la incesante lluvia, lo que para mí hace más deprimente el clima inglés.
Se siente uno como un vampiro, levantándose de noche, trabajando en oficinas inundadas de luz fluorescente y volviendo a casa de noche también. Nos quedan los fines de semana para disfrutar del día, aunque como oscurece tan pronto las posibilidades de hacer excursiones o pasar el día fuera están muy limitadas. De todos modos no debería yo quejarme, porque en lugares más al norte como Escocia la cosa es mucho peor. Es este precisamente uno de los motivos por los que se sigue manteniendo el cambio horario en el Reino Unido, a pesar de las unánimes protestas que surgen en el sur del país en esta época del año: si no se cambiase la hora, en lugares de Escocia no amanecería hasta las nueve de la mañana. Es un tema polémico, y hasta hay quien ha sugerido que Inglaterra abandone la franja horaria de Greenwich (una hora menos que en España) y se acomode a la que se rige en la mayoría del Continente, aunque esto suponga que en el Reino Unido haya dos franjas horarias.
A quien le interese el tema, en la Wikipedia se puede encontrar un artículo en inglés sobre los orígenes de la idea de cambiar el horario (el artículo también está en español) pero contiene mucha menos información).
Más en Parquestrit: Clima inglés, Four Seasons in One Day
Yo tampoco soy muy ágil en entender lo anterior, pero hay una consecuencia del cambio horario de otoño que no se me escapa: durante los próximos cinco o seis meses, cuando salga del trabajo, ya será de noche. Coincide esto también, para empeorar mi desdicha, con el periodo del año en que los días son más cortos. En diciembre anochece sobre las cuatro de la tarde, aunque en los días más nublados la cosa es mucho peor y sobre las tres ya ha oscurecido del todo. Es precisamente la falta de luz solar, y no tanto otras cosas como la incesante lluvia, lo que para mí hace más deprimente el clima inglés.
Se siente uno como un vampiro, levantándose de noche, trabajando en oficinas inundadas de luz fluorescente y volviendo a casa de noche también. Nos quedan los fines de semana para disfrutar del día, aunque como oscurece tan pronto las posibilidades de hacer excursiones o pasar el día fuera están muy limitadas. De todos modos no debería yo quejarme, porque en lugares más al norte como Escocia la cosa es mucho peor. Es este precisamente uno de los motivos por los que se sigue manteniendo el cambio horario en el Reino Unido, a pesar de las unánimes protestas que surgen en el sur del país en esta época del año: si no se cambiase la hora, en lugares de Escocia no amanecería hasta las nueve de la mañana. Es un tema polémico, y hasta hay quien ha sugerido que Inglaterra abandone la franja horaria de Greenwich (una hora menos que en España) y se acomode a la que se rige en la mayoría del Continente, aunque esto suponga que en el Reino Unido haya dos franjas horarias.
A quien le interese el tema, en la Wikipedia se puede encontrar un artículo en inglés sobre los orígenes de la idea de cambiar el horario (el artículo también está en español) pero contiene mucha menos información).
Más en Parquestrit: Clima inglés, Four Seasons in One Day
lunes, octubre 24, 2005
Hampstead
El pasado fin de semana me he bajado a Londres a visitar unos amigos. Londres no es una ciudad que me entusiasme, pero he disfrutado mucho paseando por Hampstead, barrio en donde viven. Está situado al norte de Camdem Town, en el distrito NW3, suficientemente lejos del centro como para estar a salvo de las plagas de turistas. Cuenta con una verdadera joya, el parque de p, donde se puede disfrutar de fabulosas vistas de la ciudad en medio de un ambiente mucho más tranquilo que el de los otros parques más famosos de la capital. Aparte de esta zona verde, no hay muchos otros lugares destacables que visitar en el barrio, pero esto no significa que pasear por algunas de las calles residenciales de los alrededores no sea una delicia.
Aparte de Hampstead, visité el que es mi lugar favorito de Londres: el Museo Británico. He estado en él ya varias veces, y nunca me cansa. Fui con la intención de visitar una exposición sobre Persia que han inaugurado hace poco y que tiene pinta de ser muy interesante, pero no pude conseguir entrada. Así que me conformé con visitar tres o cuatro salas al azar. Es esta la manera óptima de ver museos: con tranquilidad y sin prisas. Luego en la Sala de Lectura me enteré de algo fantástico: la colección entera del Británico, con textos explicativos incluidos, está disponible en el banco de datos Compass, al que se puede acceder libremente por Internet a través de la página web del museo.
Por si a alguien le interesa, he subido algunas fotos del finde a Flickr.
Aparte de Hampstead, visité el que es mi lugar favorito de Londres: el Museo Británico. He estado en él ya varias veces, y nunca me cansa. Fui con la intención de visitar una exposición sobre Persia que han inaugurado hace poco y que tiene pinta de ser muy interesante, pero no pude conseguir entrada. Así que me conformé con visitar tres o cuatro salas al azar. Es esta la manera óptima de ver museos: con tranquilidad y sin prisas. Luego en la Sala de Lectura me enteré de algo fantástico: la colección entera del Británico, con textos explicativos incluidos, está disponible en el banco de datos Compass, al que se puede acceder libremente por Internet a través de la página web del museo.
Por si a alguien le interesa, he subido algunas fotos del finde a Flickr.
jueves, octubre 20, 2005
Aparcando en Inglaterra
Ni un mes me duró. A las pocas semanas de comprarme mi primer coche, hace un poco más de cinco años y medio, cuando aún vivía en España, éste ya tenía los parachoques llenos de arañazos y raspones provocados por la falta de cuidado de la gente que aparcaba a mi lado. Me tuve que conformar con el consuelo de tontos: en Madrid casi todos los coches tienen cicatrices de éstas, sobre todo aquellos que no duermen en garaje, como le pasaba al mío. Y es que lo incívicos y malos conductores que somos los españoles no sólo se manifiesta en la circulación, sino también cuando estacionamos.
Del mismo modo, al igual que los ingleses son muy buenos conductores en carretera también lo son aparcando. En España, para estacionamientos en línea, está extendidísima la técnica de aparcar de oído: consiste en apurar las maniobras al máximo, golpeando sucesivamente y de forma frecuentemente violenta los coches de delante y de detrás hasta que el vehículo propio está colocado. En el Reino Unido, por contra, la gente siempre tiene gran cuidado de no rozar los coches situados a su alrededor. Esto les lleva a dejar muchísimo espacio entre coche y coche, de forma algo exagerada en mi opinión. Los británicos también respetan siempre los carriles bus, y raras veces aparcan en prohibido. Tampoco se da casi nunca la odiosa costumbre española de aparcar en doble fila, que aquí llaman double parking. Es algo que sólo he visto aquí en determinadas calles y situaciones muy concretas. Desde luego, nunca inutilizando un carril entero en una vía congestionada, como tanto gilipollas hace en Madrid.
El reglamento vial británico es, además, más práctico. Las zonas donde está prohibido estacionar se señalizan con una doble línea amarilla pintada a lo largo del bordillo. Esto resulta mucho más visible y disuasorio que usar señales a ambos lados, como en España. Una línea doble roja significa que no se puede ni parar ni estacionar. Una línea amarilla sencilla limita el estacionamiento sólo durante determinados horarios, generalmente lunes a sábados de 9 a 18h.
En casi todos los centros urbanos del Reino Unido el estacionamiento está muy limitado. La mayoría de las veces, el único sitio donde se puede dejar el coche es en algún aparcamiento multipisos, de los que suele haber dos o tres. Además de los típicos con barrera, hay los llamados pay and display, donde en vez de pagar al salir se se paga con antelación en un parquímetro por el tiempo que lo vamos a dejar. Según te alejas del centro, aparcar se vuelve más sencillo y se puede dejar el coche en la calle, bien en plazas con parquímetro o gratuitas de tiempo limitado. Sólamente en las zonas residenciales suelen no haber restricciones, aunque no siempre: en sitios como Londres o Bath las calles con aparcamiento sólo para residentes son muy comunes.
Temas relacionados: Conduciendo por la izquierda, Calles estrechas, Urbanistas locos en el Reino Unido
Del mismo modo, al igual que los ingleses son muy buenos conductores en carretera también lo son aparcando. En España, para estacionamientos en línea, está extendidísima la técnica de aparcar de oído: consiste en apurar las maniobras al máximo, golpeando sucesivamente y de forma frecuentemente violenta los coches de delante y de detrás hasta que el vehículo propio está colocado. En el Reino Unido, por contra, la gente siempre tiene gran cuidado de no rozar los coches situados a su alrededor. Esto les lleva a dejar muchísimo espacio entre coche y coche, de forma algo exagerada en mi opinión. Los británicos también respetan siempre los carriles bus, y raras veces aparcan en prohibido. Tampoco se da casi nunca la odiosa costumbre española de aparcar en doble fila, que aquí llaman double parking. Es algo que sólo he visto aquí en determinadas calles y situaciones muy concretas. Desde luego, nunca inutilizando un carril entero en una vía congestionada, como tanto gilipollas hace en Madrid.
El reglamento vial británico es, además, más práctico. Las zonas donde está prohibido estacionar se señalizan con una doble línea amarilla pintada a lo largo del bordillo. Esto resulta mucho más visible y disuasorio que usar señales a ambos lados, como en España. Una línea doble roja significa que no se puede ni parar ni estacionar. Una línea amarilla sencilla limita el estacionamiento sólo durante determinados horarios, generalmente lunes a sábados de 9 a 18h.
En casi todos los centros urbanos del Reino Unido el estacionamiento está muy limitado. La mayoría de las veces, el único sitio donde se puede dejar el coche es en algún aparcamiento multipisos, de los que suele haber dos o tres. Además de los típicos con barrera, hay los llamados pay and display, donde en vez de pagar al salir se se paga con antelación en un parquímetro por el tiempo que lo vamos a dejar. Según te alejas del centro, aparcar se vuelve más sencillo y se puede dejar el coche en la calle, bien en plazas con parquímetro o gratuitas de tiempo limitado. Sólamente en las zonas residenciales suelen no haber restricciones, aunque no siempre: en sitios como Londres o Bath las calles con aparcamiento sólo para residentes son muy comunes.
Temas relacionados: Conduciendo por la izquierda, Calles estrechas, Urbanistas locos en el Reino Unido
sábado, octubre 15, 2005
Ha llegado la Navidad
Ya sé que es bastante poco original criticar lo pronto que los comercios comienzan con la campaña navideña, pero es que realmente clama al cielo. Hace unas semanas, el día 1 de octubre, fui al Sainsbury's a hacer la compra y me encuentro con que ya han reservado un par de estanterías y las han llenado con christmas puddings, mince pies y demás parafernalia, todo esto apenas 10 días después del fin del verano. Pero no se trata sólo de un pecado de los comerciantes, ansiosos por utilizar el reclamo navideño para vender. El sábado pasado, bajando por Park Street, cerca del centro de Bristol, vi que ya habían colgado a lo largo de la calle la raquitica iluminación festiva de todos los años. No vaya a ser que no les dé tiempo.
La prensa británica, vigilante como siempre de no perderse tema anecdótico alguno, no ha tardado nada en lanzarse a publicar artículos ingeniosos sobre este afán cagaprisas de adelantar la Navidad. En el Guardian, he podido leer este mes dos reportajes (uno de Alexander Chancellor y otro de Stephen Moss) que comentan el disparate de comenzar a promocionar las fiestas navideñas con tres meses de antelación.
Televisiones españolas en la Red
El otro día descubrí algo muy interesante: hay un número considerable de cadenas de televisión españolas cuyas emisiones se pueden recibir a través de Internet. La mayoría de ellas son canales locales u otros de interés dudoso (Videncia TV), pero también se pueden encontrar canales autonómicos, como TVG, Canal Sur o Telemadrid, e incluso el canal de noticias de TVE, cuya calidad de emisión es, por cierto, bastante buena. La mayoría de los canales disponibles ofrecen una retransmisión bastante pobre, con pantallas minúsculas e imágenes entrecortadas, pero no todos: en algunos casos es incluso posible ponerlo a pantalla completa y obtener resultados muy dignos.
Sería fantástico que más canales se animasen a ofrecer sus emisiones a través de la Red. La televisión puede hacer sentirse mucho más cerca de su país a quienes viven fuera de él. Yo no suelo verla casi nunca, pero cuando me bajo a España escucharla, aunque sea de ruido de fondo en el hogar, es una de las cosas que más me hace sentir que he vuelto a casa.
Por supuesto, en la Red se pueden encontrar emisiones de TV de muchos otros países.
Sería fantástico que más canales se animasen a ofrecer sus emisiones a través de la Red. La televisión puede hacer sentirse mucho más cerca de su país a quienes viven fuera de él. Yo no suelo verla casi nunca, pero cuando me bajo a España escucharla, aunque sea de ruido de fondo en el hogar, es una de las cosas que más me hace sentir que he vuelto a casa.
Por supuesto, en la Red se pueden encontrar emisiones de TV de muchos otros países.
jueves, octubre 13, 2005
Supermercados
El pasado fin de semana estuve en Madrid por motivo de una boda: mi última escapada a España antes de Navidad. Como siempre, el último día de mi estancia (el lunes en este caso) me fui a avituallarme al Alcampo de al lado de mi casa.
Últimamente, cuando voy a súper o hipermercados españoles, me maravillo de la riqueza y variedad de productos que se pueden encontrar en ellos, todos primorosamente expuestos en estanterías ordenaditas y repletas: yogures, chocolates, bollos de desayuno, legumbres, champús, productos de limpieza... De todos ellos se pueden encontrar un sinnúmero de variaciones y marcas distintas.
En el Reino Unido, por contra, la variedad de productos disponibles en los supermercados es mucho menor, y la presentación es considerablemente más cutre (de esto último ya hablé hace meses en este blog). La mayoría de las ocasiones sólo se pueden encontrar dos o tres marcas para un producto determinado, y tampoco suele darse la riqueza de "derivados" que se da en España. Por supuesto, en determinados artículos típicos del Reino Unido, como el pan de molde, hay más oferta que en España, pero incluso en estos casos los británicos son mucho menos innovadores: aquí no se puede encontrar, como en los comercios españoles, pan de molde sin corteza.
Hay aspectos en los que los súper británicos sí que están por delante de España, como por ejemplo en la abundancia de líneas de productos ecológicos (que aquí llaman organic) y de comercio justo (fair trade). También es más fácil encontrar ingredientes exóticos para cocina india o china, algo que de todos modos es comprensible puesto que en este país hay una gran presencia de gentes de procedencia asiática u oriental.
Pese a todo, mi impresión es que, en conjunto, los supermercados británicos están peor provistos que los españoles. Es algo bastante sorprendente, considerando que el Reino Unido es un país más próspero. Quizás el motivo es que en España nos preocupamos más de la comida y de tener limpia la casa, de modo que la oferta de comestibles y artículos de limpieza, que componen la mayor parte de las compras domésticas, es mayor. En cualquier caso, esto no significa que la industria británica de la distribución sea más pequeña: Tesco, la primera cadena de supermercados de este país, es uno de los grupos más grandes de Europa, y no para de crecer y de sumar beneficios.
Últimamente, cuando voy a súper o hipermercados españoles, me maravillo de la riqueza y variedad de productos que se pueden encontrar en ellos, todos primorosamente expuestos en estanterías ordenaditas y repletas: yogures, chocolates, bollos de desayuno, legumbres, champús, productos de limpieza... De todos ellos se pueden encontrar un sinnúmero de variaciones y marcas distintas.
En el Reino Unido, por contra, la variedad de productos disponibles en los supermercados es mucho menor, y la presentación es considerablemente más cutre (de esto último ya hablé hace meses en este blog). La mayoría de las ocasiones sólo se pueden encontrar dos o tres marcas para un producto determinado, y tampoco suele darse la riqueza de "derivados" que se da en España. Por supuesto, en determinados artículos típicos del Reino Unido, como el pan de molde, hay más oferta que en España, pero incluso en estos casos los británicos son mucho menos innovadores: aquí no se puede encontrar, como en los comercios españoles, pan de molde sin corteza.
Hay aspectos en los que los súper británicos sí que están por delante de España, como por ejemplo en la abundancia de líneas de productos ecológicos (que aquí llaman organic) y de comercio justo (fair trade). También es más fácil encontrar ingredientes exóticos para cocina india o china, algo que de todos modos es comprensible puesto que en este país hay una gran presencia de gentes de procedencia asiática u oriental.
Pese a todo, mi impresión es que, en conjunto, los supermercados británicos están peor provistos que los españoles. Es algo bastante sorprendente, considerando que el Reino Unido es un país más próspero. Quizás el motivo es que en España nos preocupamos más de la comida y de tener limpia la casa, de modo que la oferta de comestibles y artículos de limpieza, que componen la mayor parte de las compras domésticas, es mayor. En cualquier caso, esto no significa que la industria británica de la distribución sea más pequeña: Tesco, la primera cadena de supermercados de este país, es uno de los grupos más grandes de Europa, y no para de crecer y de sumar beneficios.
martes, octubre 11, 2005
Cinco años
El 11 de Octubre de 2000, pasada medianoche y con seis horas de retraso, desembarcaba yo del ferry Bilbao-Porstmouth después de una travesía procelosa, tanto en el estado de la mar como el de mis pensamientos. Venía al Reino Unido con el plan era pasar dos años, o como mucho tres. Cinco años después, aquí sigo. "Quién me lo hubiera dicho", es algo que siempre repetimos las viejas glorias que aún seguimos en el país al recordar el tiempo que llevamos aquí. Y es que es fácil dejarse llevar y que pase uno, dos, tres, cuatro y cinco años. En Inglaterra se vive bien, al menos con el tipo de trabajo y de vida que yo hago. El tiempo no es tan malo como lo pintan, ni tampoco la comida. La morriña se puede mantener a raya bajándose unas cuantas veces al año a pasar unos días en España. El Europa 15 (institución donde las haya para el emigrante joven intraeuropeo) te permite hablar con la familia diariamente, y el correo electrónico te mantiene en contacto con los amigos. Y con Internet te puedes mantener al tanto de lo que ocurre en el país.
Tiene gracia. Una de las preguntas que siempre se suelen hacer entre españoles que se acaban de conocer aquí es "¿cuánto tiempo llevas?". Me acuerdo cuando acababa de llegar y la persona me contestaba que tres o cuatro años; yo respondía con una mirada asombrada y reverente, quizás algo compasiva. Últimamente, cuando hablo con recién llegados soy yo el que recibe esta misma mirada.
Los primeros años en el Reino Unido se vive en un limbo en el que parece que el tiempo está detenido. De España te llegan noticias de amigos que se te casan, que se compran pisos, pero tú estás al margen. Es como en los Simpson: año tras año todo sigue igual, se suceden episodios pero al final se restablece el equilibrio y todo queda como antes. Tienes la conciencia de que algún día te volverás y te reintegrarás en la rueda de la fortuna, pero de momento vives entre paréntesis. Pero el tiempo sí que pasa, la gente a tu alrededor se va yendo poco a poco, tu grupo de amigos se va achicando. Los españoles casi siempre acabamos volviendo a casa.
Me imagino que yo también me acabaré volviendo, espero que no muy tarde. Cinco años son suficientes, y aunque le he cogido cariño al país nunca me he sentido apegado a él. Pese a lo disfuncional y desesperante que es tantas veces, echo de menos España.
Tiene gracia. Una de las preguntas que siempre se suelen hacer entre españoles que se acaban de conocer aquí es "¿cuánto tiempo llevas?". Me acuerdo cuando acababa de llegar y la persona me contestaba que tres o cuatro años; yo respondía con una mirada asombrada y reverente, quizás algo compasiva. Últimamente, cuando hablo con recién llegados soy yo el que recibe esta misma mirada.
Los primeros años en el Reino Unido se vive en un limbo en el que parece que el tiempo está detenido. De España te llegan noticias de amigos que se te casan, que se compran pisos, pero tú estás al margen. Es como en los Simpson: año tras año todo sigue igual, se suceden episodios pero al final se restablece el equilibrio y todo queda como antes. Tienes la conciencia de que algún día te volverás y te reintegrarás en la rueda de la fortuna, pero de momento vives entre paréntesis. Pero el tiempo sí que pasa, la gente a tu alrededor se va yendo poco a poco, tu grupo de amigos se va achicando. Los españoles casi siempre acabamos volviendo a casa.
Me imagino que yo también me acabaré volviendo, espero que no muy tarde. Cinco años son suficientes, y aunque le he cogido cariño al país nunca me he sentido apegado a él. Pese a lo disfuncional y desesperante que es tantas veces, echo de menos España.
miércoles, octubre 05, 2005
Primeros Auxilios
Hoy no voy a hablar de cultura británica: este artículo tiene vocación de servicio público. Durante esta semana estoy asistiendo a un cursillo de primeros auxilios en el trabajo, organizado por la organización británica St John Ambulance. No me sé los detalles de la legislación del Reino Unido, pero parece ser que en toda oficina ha de haber un encargado de primeros auxilios cualificado. En mi caso, me ofrecí voluntario, pensando que estos conocimientos pueden resultarme útiles en algún momento (espero que no se dé el caso). Otros participantes del grupo que me ha tocado han tenido que apuntarse por exigencias de su trabajo. El cursillo dura cuatro días a tiempo completo, incluyendo una prueba final de aptitud.
Durante el curso, estamos tratando una serie de situaciones típicas de distinta gravedad: hemorragias, fracturas, envenenamientos, contusiones, infartos, etc. Lo primero que llama la atención es que, en muchas ocasiones, los primeros auxilios consisten en simplemente sentar o tender en el suelo a la víctima y tranquilizarla mientras llega la ambulancia. En otras, los procedimentos son bastante básicos, como por ejemplo vendar una herida o inmovilizar una fractura, aunque en la práctica hacerlo correctamente es bastante más complicado de lo que uno se imagina. Durante el curso estamos practicando mucho en simulacros, y en seguida te das cuenta de que las cosas son más díficiles de lo que parecen. Otra cosa interesante es que, para dar primeros auxilios, es imprescindible aprovechar la ayuda de las personas presentes, pidiéndoles que nos traigan el material necesario (como por ejemplo el botiquín) o que, de ser necesario, llamen al teléfono de emergencias. Si podemos evitarlo,nunca tenemos que abandonar al siniestrado.
Una de las técnicas clave que nos están enseñando es la que llaman primary survey: cómo afrontar a una persona tendida en el suelo y aparentemente inconsciente. El primer paso, antes de ponernos a su lado, es asegurarnos de que el lugar está libre de peligro. El causante del accidente (un escape de gas, por ejemplo) puede seguir presente y ser una amenaza para nosotros. Lo siguiente es comprobar si la víctima está inconsciente, hablándole, sacudiéndola levemente o quizás pellizcándola. De estar sin conocimiento, deberemos gritar pidiendo socorro para que vengan a ayudarnos. En tercer lugar, hay que comprobar si la persona está respirando. Se comprueba si tiene alguna obstrucción en la boca, y se le empuja la barbilla dos dedos de modo que la cabeza se eche para atrás. De este modo se evita que la lengua impida el paso del aire. Se mira entonces si hay respiración. De haberla, se coloca a la persona en la posición de recuperación. De no haberla, se le ha de practicar el boca a boca. Si no se observan signos vitales (movimiento, pulso, etc) se ha de efectuar también un masaje cardíaco, intercalado de respiraciones asistidas. Antes de esto, cuando ya se sabe la gravedad del estado de la víctima, se ha de llamar a una ambulancia. El objetivo del boca a boca y de los masajes cardiacos, técnicas que en inglés tienen el muy expresivo nombre de resuscitation, es tratar de mantener la circulación de oxígeno por el cuerpo de la víctima mientras llega la ayuda. Hay que saber realizarlas correctamente y con el ritmo adecuado; si alguien tiene curiosidad por saber los detalles, puede visitar esta página.
Pero hablemos de cosas menos dramáticas. En el cursillo también me estoy dando cuenta de que muchas creencias en torno a los primeros auxilios no son correctas. Posiblemente son consejos que los expertos en primeros auxilios solían dar en el pasado pero que ya no se consideran adecuados. A los epilépticos, por ejemplo, no hay que ponerles nada en la boca durante un ataque. Hay que dejarles convulsionarse libremente, y lo único que hay que hacer es ponerles algo mullido debajo de la cabeza para que no se la golpeen. En caso de fracturas o traumatismos, hay que evitar en todo lo posible mover el miembro afectado: ¡nada de entablillar! Tampoco es buena idea hacer torniquetes o pinzar venas o arterias en caso de hemorragia abundante: lo correcto es aplicar mucha presión y vendar fuertemente, pero no tanto que corte la circulación al miembro. El principio general es que hay que dejar a los profesionales los tratamientos complicados. En caso de urgencia, no deberían tardar más de unos 30 minutos en acudir. Lo realmente importante es mantener a la víctima con vida durante la espera, y esto significa que respire y que su corazón esté funcionando. Sólamente cuando ambas condiciones están en peligro deberemos correr riesgos (por ejemplo, quitarle el casco a un accidentado para facilitarle la respiración).
Una cosa particular que me ha llamado mucho la atención es la pérdida del conocimiento. En innumerables películas, novelas y comics, uno de los recursos del guión del que más se abusa en alguna de sus infinitas variaciones es el del golpe en la cabeza: instantáneamente, el guardia cae inconsciente y permite al héroe entrar sin ser visto en la guarida enemiga. Pasados unos minutos el agredido se levanta dolorido, frotándose la cabeza pero, aparte del chichón, aparentemente indemne. En el mundo real, sin embargo, un golpe en la cabeza que deje a la víctima inconsciente durante más de unos pocos segundos es algo muy serio que requiere ser tratado urgentemente en el hospital.
El cursillo que estoy dando lo debería dar todo el mundo: estoy seguro de que se salvarían muchísimas vidas. No entiendo cómo no se reservan unos cuantos días durante la enseñanza de bachillerato (por ejemplo) para dedicarlos a aprender estas sencillas técnicas y conocimientos.
Todo esto que he escrito, por supuesto, no pretende de ningún modo ser una guía seria, y no puedo garantizar que lo que cuento sea correcto. A alguien en busca de consejos de primeros auxilios le recomiendo que acuda a una fuente de confianza: algún libro o algún teléfono de asistencia, quizás. Mirando en Google hace unos minutos me he dado cuenta de que no hay prácticamente ningún sitio web en castellano fácil de encontrar donde se puedan encontrar técnicas de primeros auxilios explicadas con sencillez y concreción. Lo mejor que he encontrado es esto. A quien sepa inglés le recomiendo el sitio web de St John Ambulance.
Más información: First Aid (St John Ambulance), Guía de Primeros Auxilios (SOS Emergencias)
Durante el curso, estamos tratando una serie de situaciones típicas de distinta gravedad: hemorragias, fracturas, envenenamientos, contusiones, infartos, etc. Lo primero que llama la atención es que, en muchas ocasiones, los primeros auxilios consisten en simplemente sentar o tender en el suelo a la víctima y tranquilizarla mientras llega la ambulancia. En otras, los procedimentos son bastante básicos, como por ejemplo vendar una herida o inmovilizar una fractura, aunque en la práctica hacerlo correctamente es bastante más complicado de lo que uno se imagina. Durante el curso estamos practicando mucho en simulacros, y en seguida te das cuenta de que las cosas son más díficiles de lo que parecen. Otra cosa interesante es que, para dar primeros auxilios, es imprescindible aprovechar la ayuda de las personas presentes, pidiéndoles que nos traigan el material necesario (como por ejemplo el botiquín) o que, de ser necesario, llamen al teléfono de emergencias. Si podemos evitarlo,nunca tenemos que abandonar al siniestrado.
Una de las técnicas clave que nos están enseñando es la que llaman primary survey: cómo afrontar a una persona tendida en el suelo y aparentemente inconsciente. El primer paso, antes de ponernos a su lado, es asegurarnos de que el lugar está libre de peligro. El causante del accidente (un escape de gas, por ejemplo) puede seguir presente y ser una amenaza para nosotros. Lo siguiente es comprobar si la víctima está inconsciente, hablándole, sacudiéndola levemente o quizás pellizcándola. De estar sin conocimiento, deberemos gritar pidiendo socorro para que vengan a ayudarnos. En tercer lugar, hay que comprobar si la persona está respirando. Se comprueba si tiene alguna obstrucción en la boca, y se le empuja la barbilla dos dedos de modo que la cabeza se eche para atrás. De este modo se evita que la lengua impida el paso del aire. Se mira entonces si hay respiración. De haberla, se coloca a la persona en la posición de recuperación. De no haberla, se le ha de practicar el boca a boca. Si no se observan signos vitales (movimiento, pulso, etc) se ha de efectuar también un masaje cardíaco, intercalado de respiraciones asistidas. Antes de esto, cuando ya se sabe la gravedad del estado de la víctima, se ha de llamar a una ambulancia. El objetivo del boca a boca y de los masajes cardiacos, técnicas que en inglés tienen el muy expresivo nombre de resuscitation, es tratar de mantener la circulación de oxígeno por el cuerpo de la víctima mientras llega la ayuda. Hay que saber realizarlas correctamente y con el ritmo adecuado; si alguien tiene curiosidad por saber los detalles, puede visitar esta página.
Pero hablemos de cosas menos dramáticas. En el cursillo también me estoy dando cuenta de que muchas creencias en torno a los primeros auxilios no son correctas. Posiblemente son consejos que los expertos en primeros auxilios solían dar en el pasado pero que ya no se consideran adecuados. A los epilépticos, por ejemplo, no hay que ponerles nada en la boca durante un ataque. Hay que dejarles convulsionarse libremente, y lo único que hay que hacer es ponerles algo mullido debajo de la cabeza para que no se la golpeen. En caso de fracturas o traumatismos, hay que evitar en todo lo posible mover el miembro afectado: ¡nada de entablillar! Tampoco es buena idea hacer torniquetes o pinzar venas o arterias en caso de hemorragia abundante: lo correcto es aplicar mucha presión y vendar fuertemente, pero no tanto que corte la circulación al miembro. El principio general es que hay que dejar a los profesionales los tratamientos complicados. En caso de urgencia, no deberían tardar más de unos 30 minutos en acudir. Lo realmente importante es mantener a la víctima con vida durante la espera, y esto significa que respire y que su corazón esté funcionando. Sólamente cuando ambas condiciones están en peligro deberemos correr riesgos (por ejemplo, quitarle el casco a un accidentado para facilitarle la respiración).
Una cosa particular que me ha llamado mucho la atención es la pérdida del conocimiento. En innumerables películas, novelas y comics, uno de los recursos del guión del que más se abusa en alguna de sus infinitas variaciones es el del golpe en la cabeza: instantáneamente, el guardia cae inconsciente y permite al héroe entrar sin ser visto en la guarida enemiga. Pasados unos minutos el agredido se levanta dolorido, frotándose la cabeza pero, aparte del chichón, aparentemente indemne. En el mundo real, sin embargo, un golpe en la cabeza que deje a la víctima inconsciente durante más de unos pocos segundos es algo muy serio que requiere ser tratado urgentemente en el hospital.
El cursillo que estoy dando lo debería dar todo el mundo: estoy seguro de que se salvarían muchísimas vidas. No entiendo cómo no se reservan unos cuantos días durante la enseñanza de bachillerato (por ejemplo) para dedicarlos a aprender estas sencillas técnicas y conocimientos.
Todo esto que he escrito, por supuesto, no pretende de ningún modo ser una guía seria, y no puedo garantizar que lo que cuento sea correcto. A alguien en busca de consejos de primeros auxilios le recomiendo que acuda a una fuente de confianza: algún libro o algún teléfono de asistencia, quizás. Mirando en Google hace unos minutos me he dado cuenta de que no hay prácticamente ningún sitio web en castellano fácil de encontrar donde se puedan encontrar técnicas de primeros auxilios explicadas con sencillez y concreción. Lo mejor que he encontrado es esto. A quien sepa inglés le recomiendo el sitio web de St John Ambulance.
Más información: First Aid (St John Ambulance), Guía de Primeros Auxilios (SOS Emergencias)
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