Jamie Oliver es un celebrity chef o "cocinero estrella" británico que se hizo tremendamente famoso hace unos pocos años con su programa de cocina The Naked Chef. Como en otros países, el Reino Unido tiene su ración de cocineros estrella que se han hecho famosos a través de la televisión, como Nigella Lawson o, ya hace unos cuantos años, Gary Rhodes. Jamie Oliver, sin embargo, es un producto más original: juvenil y desenfadado, con un aspecto de eterno niño grande de peinado revuelto, vestir informal y una forma de hablar muy de la calle. En lo gastronómico, su cocina, muy inspirada en la italiana, se basa en recetas sencillas que usan ingredientes básicos de calidad. Como dice en su blog, "la idea detrás de The Naked Chef era reducir la cocina a lo esencial: demostrar que no es necesario manipular mucho los ingredientes o comprar un montón de artilugios especiales para preparar algo realmente delicioso".Como tan a menudo pasa, la sobreexposición en los medios de una personalidad tan llamativa y pintoresca puede convertirla fácilmente en el objeto de la irritación de muchos, y así ha sido en el caso de este personaje. Pero esta semana ha ocurrido algo que hará reconsiderar a muchos de los detractores de esta figura: después de una campaña pública de Jamie Oliver por la mejora de los menús escolares en los colegios británicos, el Gobierno ha decidido incrementar el presupuesto destinado a tal efecto en 280 millones de libras a lo largo de tres años.
El caballo de batalla de esta campaña ha sido el programa de televisión de Channel 4 Jamie´s School Dinners en el que, en varios episodios y con un formato de telerrealidad (reality TV), Jamie Oliver se hacía cargo de los comedores de un número de colegios de Londres, sustituyendo menús de calidad terrible (hamburguesas, patatas fritas, nuggets de pollo) por otros más sanos y equilibrados. El chef se tuvo que enfrentar a la barrera del presupuesto (algunos colegios gastan menos de 40 peniques por alumno en cada menú diario) y al desafío de formar a las cocineras escolares enseñándoles las nuevas recetas en tiempo record. Pese a los descorazonadores resultados iniciales, en los que los niños lloraban y pataleaban rechazando los nuevos menús, pronto las cosas empezaron a funcionar, los escolares se acostumbraron a las nuevas comidas y hasta algunas profesoras hablaron de una mejora perceptible de la atención y de la salud de los chavales.
El programa de televisión fue un éxito y levantó un enorme eco, que el gobierno laborista, en plena campaña electoral, no ha podido ignorar, pese a que la Ministra de Educación afirme que las medidas no son consecuencia de la campaña del cocinero estrella. Esta no es la primera ver que Jamie Oliver se involucra en temas de interés social. Hace unos años protagonizó otra serie de documentales de Channel 4, Jamie´s Kitchen, en los que tomó a una serie de jóvenes desfavorecidos y les enseñó a cocinar, desde cero y a lo largo de nueve meses, para que trabajaran en su restaurante londinense Fifteen.Todo esto es una muestra de cómo la televisión no es sólo una caja tonta que sirve para vomitar programas de corazón y fútbol, como en España, sino que puede ser una poderosa herramienta muy útil para la sociedad.
"¿A cuánto damos?". Varios que sacan el móvil para hacer la división, otros que intentan hacer alarde de cálculo mental, se redondea, se decide si lo que sobra es demasiado para propina, alguien que dice que pone más porque ha tomado postre. Finalmente se llega a un número, que se propaga boca a boca por la mesa y se repite varias veces para los despistados. Luego el revuelo de billetes, gente pidiéndole a su pareja que pague por él que luego se lo da, las manos poniendo y quitando del monton, que es mirado fijamente con indecisión y fastidio por alguien que sostiene un billete de 50 euros. 
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He vuelto a la patria por Semana Santa. De nuevo, volar desde Bristol con Easyjet ha sido una delicia, rápido y cómodo y muchísimo mejor que Iberia o British Airways. 


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Afortunadamente, pude quitarme el mal sabor de boca el domingo en Bristol. Nos enteramos que iba a haber una pequeña concentración de españoles en College Green, el parque que hay en frente del Ayuntamiento, cerca del Centro, y allí fuimos. Había unas cuantas decenas de personas, reunidos en silencio en torno a un modesto memorial consistente en una pancarta, flores, una bandera con crespón negro y velas, que no había manera de encender por culpa del viento. La mayoría eran españoles, pero también había muchos ingleses que pasaban por ahí y se habían incorporado al grupo. Estuvimos allí durante unos cuantos minutos. Fue bastante bonito y sincero, nada estridente ni forzado.
Pasando más tarde por ahí, cuando ya se había ido todo el mundo, vi unos cuantos adolescentes, de los que están a todas horas en ese mismo lugar practicando el monopatín, inclinándose sobre el "altar", incluso intentando volver a encender algunas velas apagadas. Ese gesto de respeto me conmovió bastante, y también el que el memorial permaneciera allí durante varios días, respetado por los bristoleños y sin que ningún vándalo lo ultrajase.
Los días de semana, por las mañana, suelo escuchar el programa 
En el Reino Unido casi todos los interruptores que hay en las viviendas tienen el aspecto de la imágen de la izquierda. Este modelo está tan extendido que en muchas tiendas venden pegatinas adaptadas a su forma como la imágen de la derecha (puedes encontrarlas igual de horteras o peor 
