Dentro de unas horas cojo el vuelo Bristol-Madrid, donde pasaré un fin de semana largo hasta el lunes. Easyjet opera vuelos entre estas dos ciudades desde principios de mes. No es necesario decir que esto ha sido acogido con absoluto alborozo entre la comunidad madrileña de por aquí. En mi caso tiene el valor añadido de que ocurre apenas dos meses después de haberme mudado a Bristol. No estar cerca del aeropuerto era una de las pocas cosas que esperaba echar de menos de Maidenhead; creo que ahora lo único que extrañaré son los contados amigos que logré hacer allí.
El aeropuerto de Bristol está a menos de media hora de mi casa. Ya estuve ya el otro día allí, cuando fui a recoger a unos amigos que, como yo, no han podido esperar a estrenar los nuevos vuelos. Al revés que la mayoría de los aeropuertos de segunda división que son escogidos por las aerolíneas baratas, el de Bristol no es una estación de autobuses venida a más sino que tiene un aspecto bastante más apuesto. El diseño de la terminal me recordó al de la de Stansted, he estado mirando por Internet para ver si quizás también Norman Foster es su arquitecto pero no he encontrado mucha información, sólo que fue terminada en 2000. Es por supuesto muchísimo menos bullicioso que Heathrow, y espero que la facturación y el embarque sean mucho más sencillos.
Hay ya varios vuelos a España desde este aeropuerto: Bilbao, Valencia, Barcelona, Málaga y algún otro, todos operados por Easyjet. Se unen a los vuelos que Ryanair opera desde Stansted a Santander, Valladolid, Jerez y otros. He oído que dentro de poco volarán a Zaragoza también. Es una autentica locura lo de las compañías de vuelos de bajo coste.
Hay que aprovechar ahora para volar. Dentro de unas décadas, cuando el petróleo esté demasiado caro o ya haya desaparecido y el transporte aéreo desaparezca, miraremos atrás y echarémos de menos el poder visitar capitales europeas por mil duros.
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