Cualquiera que, cómo yo hace dos semanas y media, desembarca en el aeropuerto de Barajas y se dispone a coger el metro para llegar a su destino se encuentra en el vestíbulo de la estación una enorme señal de "Prohíbido fumar" como primera bienvenida al país.
Pasados unos días de uso frenético del suburbano madrileño pude confirmar que sus responsables han comenzado una verdadera cruzada antitabaco. Es extraño porque la gente nunca ha fumado mucho en el metro: jamás he visto a nadie hacerlo dentro del vagón, como mucho a veces esperando en el andén. He estado mirando en Internet y he descubierto que esta campaña comenzó en noviembre. Se hace eco de ella El País y El Mundo.
Estoy completamente de acuerdo con ella.
Coincide todo esto con otra noticia que saltó ayer: en Italia, a partir de ayer, está prohibido fumar en lugares públicos. Me pregunto si esta medida tendrá éxito en un pueblo que me da la impresión de que es tan indisciplinado como el español. Parece que una ola antitabaco recorre Europa. En marzo del pasado año Irlanda introdujo la prohibición de fumar en pubs. Pasados unos meses la ciudadanía irlandesa parece contenta con los resultados. En noviembre del mismo año, el Gobierno británico publico un estudio sobre la salud pública en el que aboga por una prohibición parcial. Ésta sólo afectaría a los pubs que sirven comida, quedando exentos aquellos en los que sólo se sirven bebidas, y se aplicaría gradualmente. Como era de esperar, en seguida surgieron voces criticando estas intenciones. Últimamente el gobierno británico ha sido acusado de invadir el espacio de responsabilidad individual de cada uno; la oposición conservadora emplea el término nanny state (estado-niñera) para referirse a esta propensión de los laboristas de inmiscuirse en la vida de los ciudadanos.
Como curiosidad, una acusación que he escuchado es la de que la prohibición sólo beneficiaría a las clases pudientes, más inclinadas a visitar gastropubs sofisticados donde sirven comida frente a los pubs cutres que sólo sirven alcohol más frecuentados por la clase trabajadoras. Este tipo de argumentos basados en el clasismo son muy comunes en un país con una conciencia de división de clases (class divide) tan marcada como es el Reino Unido; recientemente oí un argumento similar en la polémica sobre las nuevas leyes de juegos de azar.
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