En mis primeros años de estancia en Inglaterra solía salir bastante a menudo los fines de semana a visitar sus rincones más interesantes. Pasados cinco años los bríos de la juventud se han atenuado y me he vuelto bastante menos aventurero. Pese a ello, por estas fechas de buen tiempo y días largos, siempre es más fácil animarse a coger el coche e irse de excursión a algún lugar interesante de las proximidades. Y si no es por uno mismo, son las visitas, tan frecuentes en estas fechas, las que te obligan a salir de casa a enseñar los lugares típicos.
Así pues, después de varios meses de no utilizar el coche más que para hacer el trayecto de 10km hasta la oficina, de pronto me encuentro echando horas y kilómetros de carretera. Y maravillándome, de nuevo, de la calidad de las carreteras inglesas. El transporte público británico (trenes, autobuses, metro) puede ser todo lo decrépito, impuntual e incómodo que queramos, pero hay que reconocer que las carreteras son soberbias.
En primer lugar, la red de autopistas es tupida y comunica entre sí los centros urbanos más importantes. Quitando una vía alternativa de la M6 a la altura de Birmingham, ninguna es de peaje. La mayoría son de tres carriles y piso suave, sin baches ni parches, testimonio del buen mantenimiento al que están sometidas. Para la conducción noctuna, los ojos de gato que marcan los carriles no son sólo simples tachuelas reflectantes sino, en muchos tramos, verdaderas luces empotradas en el asfalto, me imagino que alimentadas con baterías.
Por supuesto, todas estas maravillosas cualidades no sirven de consuelo cuando se está en medio de un embotellamiento, como pasa bastante a menudo. Otra pega es que viajar por las autopistas inglesas es bastante aburrido. El paisaje es siempre el mismo: verde, verde y más verde. Uno puede cruzar cientos de kilómetros y no ver nada más emocionante que torres de alta tensión. No hay vallas publicitarias. Curiosamente, la señalización electrónica, tan abundante en las autovías españolas, no se usa mucho en Inglaterra, y casi siempre está apagada.
Circular por las carreteras secundarias es mucho más entretenido. Se van atravesando poblaciones, y el paisaje es siempre más variado. Por supuesto, son más lentas, pero en cuanto a calidad son igual de buenas que las autopistas. Como éstas, cuentan con ojos de gato nocturnos. Suelen ser de doble sentido y un carril cada uno, aunque son frecuentes las vías rápidas de sentidos separados y doble carril. Una cosa curiosa que me llama bastante la atención de las carreteras inglesas es que la gran mayoría de las ellas tienen bordillo, incluso si están en medio del campo.
Algo que se agradece especialmente de las carreteras inglesas es lo bien señalizadas que están. En España, cuando empiezas a meterte por rutas comarcales más te vale tener un buen plano a mano. Aquí, sin embargo, la señalización es excelente incluso en las vías más agrestes. Desde luego, siempre hay la típica rotonda mal señalizada en la que te equivocas de salida, pero por lo general las señales son de confianza.
Un comentario aparte merecen las country roads o carreteras rurales. Las hay de distinto grado de sofisticación: desde la carretera estrecha pero no muy distinta de las vías más principales hasta el camino malamente asfaltado que conduce a las aldeas más recónditas. Conducir por estos caminos, atravesando bosques que forman una bóveda de árboles a nuestro alrededor, cruzando llanos verdes tachonados de ovejas, serpenteando por sucesiones de colinas con vistas a bucólicos valles o bordeando la línea de la costa con vistas a un mar inmenso y centelleante es siempre una delicia.
El lector más atento se habrá dado cuenta de que en los párrafos anteriores hablo de carreteras inglesas en vez de británicas. No he conducido mucho por Gales, así que de esa región no hablaré, pero sí lo he hecho por Escocia, y es otra historia. Para empezar, no hay muchas autopistas en Escocia. Apenas un puñado cubren su extremo más al sur, cerca de las ciudades de Edimburgo y Glasgow. Conforme se va subiendo hacia el norte, las red de carreteras se ha haciendo menos tupida, y éstas se van volviendo más sencillas. En la zona septentrional del país, un gran número de tramos de carretera son de doble sentido y carril único, equipados cada pocos cientos de metros con un ensanchamiento para permitirte adelantar o, simplemente, apartarte cuando te topas con un coche viniendo de frente. Por otro lado, el paísaje escocés es de una gran belleza, y cruzar las highlands en coche es una experiencia inolvidable que compensa con creces lo agreste de las carreteras de esta zona del Reino Unido.
Conducir en Inglaterra
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1 comentario:
Es cierto que las autopistas inglesas son magníficas, doy buena fe de lo que cuentas. No tienen baches, los tres carriles por sentido...
Sin embargo, he hecho unos cuántos kilómetros por carreteras secundarias y son lamentables. Muy estrechas (casi no caben dos coches juntos), sin arcenes, sin pintar. Yo lo pasé francamente mal conduciendo por ellas.
Saludos.
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