martes, enero 03, 2006

Requiem por el camarero español

Hasta hace poco nunca había tenido mucha simpatía por los camareros españoles. No sé si en todo el país ocurre igual, pero en Madrid no suelen ser nada educados, sino secos e incluso insolentes. Recientemente, sin embargo, me he dado cuenta de que son verdaderos profesionales dignos de admiración. Atienden a varias personas a la vez, tomándoles a cada uno el pedido mientras están tirando una caña. Al servir las bebidas en una mesa con varias personas, son capaces de acordarse de qué ha pedido cada uno. A menudo, al pedirles la cuenta, se acuerdan de lo que has pedido y te hacen las cuentas en unos pocos segundos. Me acuerdo, de cuando iba a la Universidad, cómo en los descansos de clase o a la hora de comer los camareros eran capaces de despachar a la velocidad del rayo, con la cafetería abarrotada de alumnos.

De todo esto me he dado cuenta, como siempre, desde que vivo en Inglaterra, donde la calidad del servicio al cliente en la hostelería deja mucho que desear. En este país, los camareros que atienden en bares y restaurantes suelen ser jóvenes sin experiencia ni ganas. Sólo hay que fijarse en la forma de preparar cafés. Vaciar la cazoleta de varios golpes secos, rellenarla, prensar el café, colocarla de nuevo en la máquina, esperar, y luego calentar la leche con el vapor a presión: todo esto es realizado en las cafeterías españolas con veloces y eficientes movimientos, casi sin pensar. En el Reino Unido, los torpes jóvenes que te hacen el café en los Starbucks o Café Nero sólo aprietan botones, y cuando el establecimiento se las da de modernillo y tiene una auténtica máquina de expreso italiana, los chavales se arman el lío y tardan una eternidad en prepararte tu capuccino, que la mayoría de las veces cuesta un riñón y no sabe a nada.

En Inglaterra, tienes que irte a algunos pubs tradicionales para encontrar camareros con cierta experiencia, habitualmente los propios dueños del local. E incluso en estos sitios el servicio es mucho más pobre que el que se da en España. Por lo pronto, suele ser mucho más lento. Aunque la barra esté abarrotada de gente esperando su bebida, ellos van a su ritmo. En Inglaterra, cuando estás en la barra de un bar o pub, sólo pides las bebidas cuando el camarero se dirige a ti. Si no esperas y le intentas pedir algo mientras está sirviendo una cerveza lo más probable es que te responda airadamente diciéndote que está ocupado y que esperes. Es una experiencia por la que estoy seguro que casi todos los españoles hemos pasado alguna vez, acostumbrados a las barras españolas, donde o te lanzas a la yugular del camarero tan pronto como lo tienes a tiro o te puedes esperar horas a que te atiendan.

Espero que se me perdone el dramatismo del título de esta entrada. Los camareros españoles no corren aún peligro de desaparición. Son, no obstante, un colectivo que a la fuerza ha de desaparecer. Ya se puede observar cómo en muchos bares y restaurantes los puestos de camarero están siendo ocupados por jóvenes, a menudo inmigrantes. Me imagino que los hosteleros han llegado a la conclusión de que el ahorro de costes que consiguen contratando mano de obra sin apenas experiencia compensa con creces la merma en la calidad del servicio. Además, ahora que todos tenemos o aspiramos a título universitario, este tipo de profesiones resultan menos atractivas para las nuevas generaciones. Es precisamente lo mismo que desde hace años ocurre en el Reino Unido y otros países de Europa. Así que, amigo lector, la próxima vez que vayas a un bar y te atienda uno de esos entrañables antipáticos de camisa blanca, disfrútalo, porque dentro de unos años ya no quedará ni uno de ellos.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

En verano cené en Oviedo y casi todas las sidrerías tenían inmigrantes trabajando de camareros. Eso sí, escanciaban como cualquier asturiano (quién les diría en su país que si querían trabajar de camareros tendrían que aprenderse esa curiosa técnica). Pero entiendo y comparto tu añoranza no ya por el café bien hecho y la caña bien tirada, sino por toda una forma de relación. En cuanto a los pubs ingleses, da mucho de si y es muy recomendable echarle un vistazo a esto si no quieres sentirte defraudado:
http://www.sirc.org/publik/pub.html
A todo esto, feliz año!

Anónimo dijo...

Yo fui uno de esos estudiantes que trabajaban de camareros en Inglaterra. Lo del Capuccino era una auténtica tortura para mí, pero es que los hacía sin que nadie me explicase como coño tenía que hacerlo, así que tardaba una eternidad y solía salir bastante mal.
En un bar dela playa querría ver yo a los camareros ingleses, qué cosa más lenta y más mala.
Saludos

Anónimo dijo...

Feliz año nuevo! Pues sí, yo creo que están en proces de extinción, porque ya la mayoría son inmigrantes suramericanos. No me había yo parado a pensar en las diferencias entre los camareros, pero es cierto. Me voy a limpiar los zapatos!

Juan Villamota dijo...

Yo también he estado en bares con inmigrantes trabajabando codo con codo con avezados camareros españoles dando un servicio igual de bueno. Evidentemente, el ser un buen mesero es independiente de si eres nativo o de fuera: es algo que tiene que ver con la experiencia y la motivación. Desgraciadamente, en cada vez más establecimientos de Madrid estas cualidades son difíciles de encontrar.

La cuestión es que la figura del camarero profesional que dedica su vida a esta profesión va a desaparecer. Me imagino que acabaremos como en el Reino Unido u otros países europeos, donde el trabajo en la hostelería está mal pagado y está en manos de jóvenes con poca experiencia o inmigrantes, que cambian de empleo con mucha frecuencia (por cierto Nacho espero no haberte ofendido por mi crítica a quienes no saben preparar cafés ;)).

Por cierto, muy bueno el enlace sobre cómo comportarse en un local pub. Los locals son realmente sitios especiales, esencia destilada del carácter británico :). Debería frecuentarlos más.

Anónimo dijo...

En el fondo, parece que se le está negando al camarero el valor propio del desempeño del oficio, y todos agradecemos cuando nos encontramos con un profesional de verdad. Pero es que también está muy extendida la mentalidad del "Me pones...": están para servir y, como tales, merecen la menor de las consideraciones. Creo que además del sueldo también influye la actitud del público en general.
Si te ha gustado el enlace del pub etiquette, la misma autora, Kate Fox, ha publicado un libro en la misma línea, pero más general, "Watching the English". Antropología social amena y un punto especulativa. Es divertido y por fin entiendes algunas cosas que te habían parecido tan raras.

Anónimo dijo...

Tranquilo Villamota, no me ha ofendido en absoluto, es más me ha tranquilizado saber que no soy el único al que se le atragantaba hacer un capuccino.
Cuando me tocaba hacer uno sudaba literalmente hablando, ya que sabía que lo iba a hacer mal, que iba a tardar un buen rato y que me iban a mirar mal.
Pero en fin, lo superé.
Saludos.