miércoles, junio 01, 2005

Visita a Irlanda

El pasado fin de semana lo he pasado en Dublín visitando a unos amigos, aprovechando el bank holiday del lunes. No era la primera vez que visitaba el país; la anterior y primera vez fue hace cuatro años. En esta ocasión, no he ido con afán de turismo, sino simplemente para disfrutar el cambio de aires. Aproveché un vuelo barato de Ryanair, en un avión de segunda mano destartalado con las alas llenas de parches.

Irlanda es un país pequeño, de alrededor de cinco millones de habitantes. No es su capital una gran metrópoli, aunque la tremenda prosperidad de los últimos años, que ha convertido al país en uno de los más ricos de Europa, le ha traído un aire cosmopolita y moderno que antes no tenía. En la calle se ven gentes provenientes de multitud de países: orientales, europeos del este, y por supuesto españoles.

Dublín es un destino turístico de bastante éxito. Es evidente por la cantidad de tiendas de recuerdos que infectan el centro, vendiendo multitud de horrendos souvenirs que repiten machaconamente los mismos tópicos sobre el país: tréboles, cerveza Guiness y leprechauns (el típico duende irlandés), todo ello de un imprescindible color verde. No hay en Dublín, en cualquier caso, una oferta de sitios interesantes que ver comparable a la de otras ciudades europeas (Londres, París o incluso Madrid). No hay monumentos espectaculares ni museos importantes, aunque sin duda se pueden encontrar tesoros como el libro de Kells, un precioso manuscrito del siglo IX que se exhibe en el famoso Trinity College. No son los monumentos lo que atrae a los visitantes, sino la cultura popular, la fama de sus pubs y la famosa simpatía de los irlandeses. La popularidad de lo irlandés es algo que siempre me ha llamado la antención. Irlanda es una nación bastante pequeña, y sin embargo mucha gente se siente muy atraída por ella y por su cultura. Todos los años la celebración de San Patricio tiene gran eco en Inglaterra, más incluso que la de San Jorge. Gentes de todo el mundo sienten interés por la música, los bailes y el folclore irlandeses. Quizás algo tenga que ver en esto el que una parte importante de la población estadounidense sea de origen irlandés, de modo que la cultura irlandesa se ha promocionado a través de la norteamericana.

Pese a la falta de lugares destacados que visitar, Dublín es una ciudad muy agradable para pasear por ella, si el tiempo (frío y húmedo, incluso peor que el inglés) te lo permite. El eje de Dublín es el río Liffey, y su centro está en la interesección de éste con la calle O´Connell. El elegante "Dublín Georgiano" se encuentra sobre todo al sur del río. También al sur está Temple Bar, el "barrio bohemio" de la ciudad, lleno de bares, pubs, restaurates y teatros, y Grafton Street, una muy concurrida calle peatonal llena de tiendas.

Siempre que visito otros países me encanta observar y fijarme en los detalles que los hacen distintos unos de otros. El caso de Irlanda, por ser un país bastante joven que se emancipó del dominio británico hace menos de cien años, es especialmente interesante. Al haber estado sometido por los británicos durante siglos, muchas cosas son muy similares en Irlanda y en Inglaterra. El casco antiguo de Dublín, que precisamente se llama "Dublín Georgiano", refiriéndose al reinado del rey inglés Jorge IV, tiene un marcado aire británico. Los coches también circulan por la izquierda, y aún sobreviven algunos buzones típicos ingleses con monograma del rey y todo, aunque pintados de verde. Las similitudes también se extienden a muchos detalles contemporáneos. El mobiliario urbano (semáforos, papeleras) es similar. Muchos de los autobuses son de dos pisos. En las zonas comerciales hay las mismas tiendas de cadena que en Inglaterra hacen que muchos pueblos parezcan copias clónicas unos de otros: Boots, Virgin, HMV, Marks & Spencer.

Al mismo tiempo, hay muchas diferencias. Al revés que en Inglaterra, donde son amantes de las calles estrechas y serpenteantes, en Dublín hay muchas avenidas amplias y agradables, flanqueadas por sencillos edificios de ladrillo, no especialmente lujosos pero con bastante encanto. Fuera de la capital, las diferencias son más marcadas. Los pueblos definitivamente tienen otro aire. Los irlandeses parecen no estar tan obsesionados como los ingleses en vivir en chalés: muchas de las urbanizaciones que se han construido últimamente (Irlanda vive un boom de la construcción) son de pisos.

¿Y qué hay de los pubs? El pub es una de sus instituciones más famosas, para mucho ejemplo y encarnación de lo irlandés. Hace no mucho criticaba yo en este blog sobre los sucedáneos de pub irlandés que han proliferado en Madrid. Al revés que lo que estas caricaturas poco imaginativas nos pueden hacer pensar, los pubs irlandeses no tienen rasgos característicos muy marcados; y en ese sentido no son muy distintos de los pubs ingleses: simplemente locales acogedores, generalmente amplios, con distintas salas con mesas para sentarse y una o varias barras donde se sirven las bebidas, predominantemente cerveza. La decoración varía desde ser inexistente a ser recargadísima, con antiguedades, cuadros, anuncios antiguos y ese tipo de detalles que se suelen asociar a estos sitios. En la Wikipedia he encontrado este artículo(en inglés) donde se habla de los pubs y se mencionan algunas diferencias entre los ingleses y los irlandeses. Éstos últimos suelen llevar el nombre de su dueño (o de su antiguo dueño), y son frecuentes las actuaciones en vivo. A esto añado yo, aunque no he visitado suficientes pubs irlandeses como para estar seguro, que en Inglaterra es más común que los pubs sirvan comida.

Durante el viaje estuve visité varios pubs que me gustaron muchísimo. Uno de ellos es el Hole in the Wall, un edificio muy largo en las afueras de Dublín con un ambiente muy acogedor, Johnnie Fox, un famosísimo pub de campo que ha sido visitado por personalidades de todo el mundo, y O´Neills, en el centro de Dublín, donde para las comidas montan un autoservicio en el que sirven platazos de carne asada con una montaña de acompañamiento. Algo que me defraudó, sin embargo, fueron las cervezas. No encontré la fabulosa variedad de cervezas artesanales que se puede encontrar en Inglaterra. Probé la cerveza tipo ale Smithwicks, pero no me gustó; prefiero mil veces las bitter inglesas. En cuanto a lagers, los irlandeses beben mucho cervezas norteamericanas como Budweiser o Coors, además de Heineken o Carlsberg. Por supuesto, bebí Guinness. No me disgusta, aunque la encuentro un poco pesada.

Más información: Libro de Kells (Wikipedia en inglés), Public Houses (Wikipedia en inglés)

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