El otro día, en mi articulito sobre Irlanda, comentaba de pasada cómo los pueblos ingleses cada vez se parecen más unos a otros. Precisamente ayer leí en el diario Guardian sobre este tema: el laboratorio de ideas New Economics Foundation ha publicado un informe en el que se alerta sobre el hecho de que, durante los últimos años, muchas poblaciones británicas se han convertido en "pueblos clónicos" sin identidad por culpa de la proliferación de las grandes cadenas de tiendas, que fuerzan la extinción del comercio local y deshumanizan las ciudades. La noticia ha tenido bastante eco en otros medios, incluyendo la BBC.
Esta preocupación no es nueva: los británicos son conscientes desde hace varios años de la falta de individualidad de muchos de sus pueblos. Por lo que he observado, es una enfermedad que aqueja sobre todo a las poblaciones de tamaño medio. En un extremo, las aldeas y pueblecitos pequeños ingleses suelen ser sitios adorables y pintorescos . En el otro, las grandes ciudades, si bien no suelen ser modelos de elegancia, suelen tener personalidad por su historia o patrimonio monumental. En medio quedan los pueblos o ciudades de tamaño medio, meros espantajos de hormigón sin alma ni encanto.
Yo estuve viviendo varios años en uno de estos lugares: Maidenhead, una población de unos sesenta mil habitantes en el condado de Berkshire, a unos 60 kilómetros al oeste de Londres. En honor a la verdad, el pueblo no estaba tan mal: situado a orillas del Támesis, relativamente cerca de Londres en una de las zonas más prósperas de Inglaterra, en medio de una zona rural de pueblos pintorescos, y con un excelente abanico de servicios y entretenimiento. No es, sin embargo, el lugar más apropiado para alguien que busque vivir en un sitio con personalidad: el centro urbano consiste en una calle peatonal y un centro comercial cubierto, ambos copados por los mismos comercios de siempre: Woolworths, Argos, Boots, Marks & Spencer, Phones 4 Us, Coffee Republic, McDonald´s, Next, Topshop, HMV, Virgin, Tesco... Los fines de semana esta calle principal se abarrota de gente que va de tienda en tienda febrilmente de compras. A las cinco cierran todo y el centro queda desierto, haga bueno o malo. No queda nada que hacer por ahí, sólo volverse a casa o ir al pub. Otras poblaciones cercanas, Reading y Slough, ofrecen el mismo desolador panorama, sin el consuelo de contar con una hermosa ribera a la que poder huir del consumismo los fines de semana.
Ahora vivo en Bristol, que si bien su centro está infectado por la misma enfermedad, cuenta con un buen número de otras zonas sanas por las que se puede pasear y disfrutar de la singularidad del lugar: Park Street, Whiteladies Rd, Gloucester Road, Clifton Village. Hay también un montón de parques públicos donde ir de picnic o a pasear cuando hace buen tiempo. En España, afortunadamente, las cadenas de tiendas aún no han llegado a la situación de supremacía que se da en el Reino Unido, pero tenemos que estar prevenidos: todo llegará.
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