jueves, abril 26, 2007

El regreso

Me vuelvo. Después de casi 7 años viviendo en el Reino Unido, por fin he encontrado trabajo en España. En una semana estaré viajando en ferry a través del Oceano Atlántico con destino a la patria. Volveré a establecerme en Madrid, mi ciudad natal.

Durante estas últimas semanas he estado enfrascado en mil y una tareas y preparativos. Los papeleos en sí son sorprendentemente sencillos (o al menos lo están siendo en su lado británico; veremos que pasa en España), pero empaquetarlo todo me ha llevado más de dos semanas en las que apenas he dispuesto de tiempo libre para disfrutar mis últimos momentos en el país. Ayer se llevaron las cajas al fin; de modo que sólo queda limpiar la casa, preparar los bultos que llevar en el coche y arreglar un par de cosillas con el banco.

La decisión fue mucho más difícil de lo que esperaba. Hacía ya años que pensaba en volverme tan pronto como encontrara trabajo, que de lo mío (diseño electrónico) es bastante escaso en España, pero cuando de pronto me topé con la oportunidad, la perspectiva de volver a mi país perdió todo el atractivo y me vi incapaz de volver a reproducir los estados de anhelo y de morriña que tan a menudo solían asaltarme antes. Es muy complicado tomar decisiones cuando éstas suponen un cambio tan radical. Cuando no es posible predecir ni imaginar los derroteros por los que se irá tu vida, es difícil evaluar dos opciones, una frente a otra: lo conocido frente a lo desconocido.

También me di cuenta de que, realmente, me había hecho más inglés de lo que nunca quise admitir. Es en Inglaterra donde he vivido por mi cuenta por primera vez, de modo que la filosofía inglesa de cómo conducirse por la vida me ha influido mucho durante estos años. Muchas formas de pensar y conductas han pasado a formar parte de mi identidad. Tengo curiosidad por ver cómo de difícil será el proceso de readaptación. Procuraré no quejarme demasiado: por muy trascendental que este cambio suponga para mí, no es nada extraordinario a escala humana global: millones de personas se ven obligadas a desplazarse del lugar donde viven por motivos económicos o de simple supervivencia frente a la guerra o los desastres. Ellos sí que sufren una experiencia traumática.

En cualquiera de los casos, pasados los sofocos de las primeras semanas posteriores a mi decisión, contemplo la nueva etapa de mi vida con esperanza, optimismo y gran curiosidad. Extrañaré mucho al puñado de muy buenos amigos que he ido haciendo durante estos años en Inglaterra, a quienes confío en poder seguir viendo con regularidad. También echaré de menos muchas cosas del propio país (espero escribir una entrada más detallada sobre esto) y de Bristol en particular, ciudad a la que le he cobrado un cariño especial durante estos últimos años. Pese a todo esto, este tipo de cambios que nos evitan estancarnos suelen ser buenos en sí mismos. Y al margen de todas las nuevas experiencias que me esperan en Madrid, allí me encontraré cerca de los míos.

¿Y qué pasa con Parquestrit? No tengo pensado dejar de publicarlo, aunque como es lógico el blog cambiará de orientación. Dejará de ser el "diario de un madrileño en Bristol", y no podré hablar tan a menudo o con tanta autoridad de los aspectos cotidianos de la vida en Inglaterra (aunque tengo en el tintero cientos de batallitas que contar aún). Tengo pensado centrarme más en los aspectos más generales de la cultura británica, como contar algunos de sus episodios históricos menos conocidos en España, o comentar sobre la socidad y la política de este país. Otra de las ideas que me rondan desde hace tiempo es hablar más del idioma inglés.

Afortunadamente, gracias a Internet es sencillo mantenerse al tanto del día a día de otro país, como llevo haciendo estos años con España. El Reino Unido tiene una mayor presencia en la Red, así que espero que gracias a podcasts, periódicos digitales, Uknova y, por supuesto, a los amigos y colegas blogueros que se quedan en el país, no perderé el contacto este admirable país, que procuraré visitar a menudo.

Termino esta sentimental entrada dándoos gracias a vosotros, a quienes me leéis. Muchas gracias por concederme ese honor, y espero que sigáis pasandoos por aquí.

miércoles, abril 25, 2007

París

Torre Eiffel al atardecerHace un par de semanas aproveché los bank holidays de Semana Santa para ir de vacaciones a París. Era la primera vez que visitaba esta ciudad en condiciones; había estado ya en un par de ocasiones pero en estancias de apenas una o dos noches. Como era de esperar, la misma idea se le había ocurrido a miles de otras personas, y las aglomeraciones que encontré en sitios como el Museo del Louvre, la catedral de Notre Dame o incluso el Palacio de Versalles no las he visto en ninguna otra ciudad turística que he visitado.

Viviendo en el Reino Unido no tardas mucho en notar una curiosa obsesión de los británicos (o quizás sea algo especificamente inglés) por compararse en todo a sus vecinos del otro lado del canal. Antes no entendía mucho esta muestra de inseguridad colectiva, pero después de pasar unos días en París me he dado cuenta de que realmente los franceses tienen las ideas más claras que los británicos sobre cómo disfrutar de la vida. La gente habla maravillas de Londres: que si es vibrante, llena de cosas que hacer, cosmopolita y todo lo demás pero, aunque todo eso sea cierto, París es muchísimo más agradable para vivir. Quitando las zonas más deprimidas, cualquier manzana anónima de la ciudad cuenta con algún parque, café o plaza agradable donde refugiarte y sentirte a gusto después de un día cansado. En Londres, al contrario, el enredado trazado de calles, asfixiantemente desprovisto de avenidas o bulevares, no invita para nada a pasear. Complicados recorridos de aceras e isletas valladas constriñen al peatón, convirtiéndo el simple acto de cruzar al otro lado de un plaza en un engorro en el que habrá que esperar en tres o cuatro tandas de semáforos. En París se puede hacer vida en la calle; en Londres, la calle es un desfomentado medio de transporte para llegar al pub.

Y por supuesto, está la comida. Los británicos suelen alardear de contar con algunos de los chefs más prestigiosos del mundo, (The Fat Duck ha quedado segundo en la lista de mejores restaurantes del mundo, compilada cada año por la Restaurant Magazine), pero si abandonamos las alturas olímpicas de los chefs estrella y nos fijamos en los restaurantes y brasseries de barrio, donde la gente de a pie toma el almuerzo diariamente, el nivel de la cocina francesa es muy superior al del Reino Unido. Y lo mismo vale para España, donde nos gusta mucho alardear de nuestras tapitas y de nuestro jamoncito, pero a la hora de la verdad somos muy poco exigentes y nos conformamos con cualquier menú del día de bar cutre, o peor aún, del Vips.

París, por supuesto, también tiene su cara negativa, y podría aprender mucho de las ciudades británicas. La gente conduce fatal, avasallando al peatón. Los aseos suelen estar sucios y decrépitos. Las bebidas son carísimas: por un café con leche te pueden soplar hasta 5 euros en las terrazas más céntricas. Y muchos más defectos que se me pasan por alto: afortunadamente, en una estancia de una semana de vacaciones uno no suele toparse con los aspectos negativos menos evidentes de la vida diaria en ese país.

En cualquiera de los casos, me he vuelto con una imagen muy positiva de la capital de Francia. Por si a alguien le interesa, he colgado de flickr algunas de las fotos que he tomado en París: (enlace)

miércoles, abril 18, 2007

Poli bueno

Hace unos días me encontré en el periódico un reportaje muy curioso sobre un policía inglés que hay sido premiado con el título "Orgullo de Lituania", otorgado cada año en esta república báltica a la personalidad más popular del país. El agente Gary Pettengell se compró un curso de autoaprendizaje de lituano para poder relacionarse con la comunidad de inmigrantes de esta nacionalidad en la localidad de Great Yarmouth del condado de Norfolk. Sus esfuerzos por ayudarles a integrarse fueron aireados en un documental emitido por la televisión lituana que le hizo tremendamente célebre en el país.

Enlace: Meet Lithuania's favourite personality - PC 1064 of the Norfolk Constabulary (The Guardian, en inglés)

Más información: La policía británica (Parquestrit)

martes, abril 17, 2007

Con la venia de su señoria

Nuestra amiga Di fue convocada hace un par de semanas como miembro de jurado para el Crown Court de Bristol, y nos cuenta su experiencia en esta interesantísima anotación de su blog, que describe muy bien algunos aspectos del funcionamiento del sistema judicial británico.

Enlace: Jury Service (Di que sí)

jueves, abril 05, 2007

Una de bravas

Imagen045Los británicos muestran bastante desconocimiento hacia la cocina española. Posiblemente, los únicos platos que son capaces de identificar son la paella y la tortilla de patata, aunque eso sí, en algunos pubs sirven cosas como "Spanish Chicken" que no se parecen a nada que se pueda encontrar en España, pero que al llevar pimentón o chorizo son, a ojos de los británicos, especialidades hispanas de pura cepa.

Últimamente, un nuevo plato español se ha incorporado al exclusivo club de recetas españolas conocidas en el Reino Unido: las patatas bravas. Desde hace poco las he empezado a encontrar en algunos restaurantes y bares modernillos. Incluso ya empiezan a vender en los supermercados la salsa preparada, como muestra la foto (tomada en un Sainsbury's el finde pasado).

Patatas bravasY no sólo eso: este plato encandila tanto a los británicos que han sacado patatas fritas con sabor a bravas. Aunque he de reconocer, antes de que algún lector se ilusione y espere encontrar pronto ganchitos con sabor a fabada en el Tesco de la esquina, que la marca es bastante minoritaria y, de momento, sólo las he encontrado en el aeropuerto de Bristol. En cualquier caso, son un ejemplo más del continuo furor por las patatas fritas con sabores "de autor", tema del que ya hablé hace unos meses.

domingo, abril 01, 2007

Un día en el rugby

Bath Recreation GroundEl sábado pasado me fui con unos amigos al Recreation Ground de Bath a presenciar el partido de rugby entre el Bath y el Bristol Rugby. Se trataba no sólo de la primera vez que iba a presenciar en vivo un partido de rugby, sino de la primera vez que veía uno entero. Desde que llevo viviendo en Inglaterra nunca he sentido interés por este deporte, e incluso le tenía un poco de manía por culpa de un galés de mi oficina que es muy aficionado y continuamente está dando la murga sobre ello. En una visita reciente a Bath, sin embargo, descubrí el campo y en seguida me sedujo su aspecto familiar y casero. Desde fuera es bastante discreto, motivo por el cual nunca me había fijado en él. Decidí que merecía la pena ir algún día a ver un partido y vivir una experiencia genuinamente inglesa.

JugadaEl encuentro era una eliminatoria para la European Challenge Cup, una especie de liga de campeones de rugby 15. Rugby 15 o rugby union, como es conocido aquí, es el más extendido de los dos tipos de rugby que se juegan en el Reino Unido. Es también la variedad de este deporte más conocida en el resto del mundo, de la que el Torneo de las Seis Naciones es un ejemplo. Puede resultar paradójico por lo rudo y violento de este deporte, pero el rugby union es considerado en general propio de las clases altas, quizás porque es cultivado en los colegios y universidades más exclusivas. La zona del país donde vivo, creo, es una excepción, y el rugby tiene es seguido por gente de todo tipo. Su popularidad es bastante alta, cercana a la del fútbol. Ni Gales ni el suroeste de Inglaterra tienen equipos de fútbol fuertes, pero de rugby cuentan con varios equipos potentes. El otro tipo de rugby que se juega en Inglaterra, más hacia el norte del país, es el rugby 13 o rugby league. Sus reglas son bastante distintas.

MeléEl día resultó muy agradable para ver el partido. Soplaba un viento bastante frío, pero brillaba el sol y no tenía pinta de lluvia. Pese a que nuestros asientos estaban en la penúltima fila de la grada, la visibilidad era muy buena, ya que el campo es bastante pequeño, con capacidad para apenas ocho mil personas. Por este motivo, al parecer, el campo tiene los días contados. Según nuevas reglas introducidas por la federación, el aforo mínimo de los estadios de rugby de equipos que juegan en la primera división es de 15.000. Frente a nosotros, al otro lado del campo, el perfil urbano del casco histórico de Bath dominaba el horizonte, cediéndole a la escena un aire majestuoso. No cabe duda que la previsible construcción de un estadio más grande hará que el lugar pierda gran parte de su encanto.

La gente fue ocupando sus sitios a nuestro alrededor. La mayoría eran forofos, vestidos con camisetas o chubasqueros decorados con los colores del equipo local. Dada la cercanía entre Bath y Bristol, había un número considerable de seguidores de los visitantes. Aficionados de uno y otro equipo se mezclaban en las gradas, sin que se notara tensión alguna pese al tratarse de una eliminatoria decisiva. El perfil de los espectadores era muy variado: hombres y mujeres de todas las edades y extracciones sociales. El ambiente era muy familiar y dominguero. Se dieron detalles bien pintorescos, como que el locutor leyera durante el descanso una lista de felicitaciones y saludos variados a miembros del público de parte de familiares, amigos o incluso compañeros de trabajo.

Preparando el line outEl partido comenzó puntualmente a las 12 de la mañana. Durante la primera parte, no hubo mucha actividad, y no se anotaron apenas ensayos. Bristol dominó el juego, yéndose al vestuario con una ventaja de 2 puntos. Parecía un resultado natural, ya que Bath no está teniendo una buena temporada este año, y está en las últimas posiciones de la tabla en la Premiership inglesa, varios puestos por debajo de Bristol. En la segunda parte, sin embargo, todo cambió radicalmente, y Bath no sólo remontó sino que le pegó una paliza a su rival, acabando el partido con un contundente 51-12, pasando a la siguiente fase de la eliminatoria. Al Bath le vendrá bien esta inyección de moral para el encuentro de la semana que viene, en el que se enfrentarán con Gloucester, los actuales líderes de la liga inglesa.

Calvo temibleAl ser mi conocimiento de las complicadas reglas del juego bastante vago, no puedo hacer una crónica más detallada (lástima no poder contar con el experto comentario de Jorge, quien no pudo asistir). El rugby, además, es bastante confuso de seguir con sus habituales amontonamientos de jugadores y el movimiento rápido del balón, del que continuamente perdía el rastro. Los motivos por los que el árbitro señalaba tiro libre, penalty o melé solían ser un misterio para mí. Pese a todo, disfruté mucho del encuentro: no saberme las reglas del juego al detalle no fue impedimento para que apreciara la belleza de sus jugadas. El rugby es un deporte en el que la elegancia de las jugadas en carrera y la violencia del cuerpo a cuerpo se combinan de forma bastante contradictoria. Acostumbrado al fútbol español, en el que basta un leve roce para que el jugador salte, como accionado por un resorte, y empiece a rodar por el suelo con expresión desencajada, la rudeza de los lances del rugby es chocante. Los jugadores están sometidos a los golpes, caídas y revolcones más espectaculares sin que el árbitro pare la jugada y sino que nadie parezca quejarse.

Unas pintitasSiendo esto Inglaterra, uno de los protagonistas de la ocasión era la cerveza. El campo estaba dotado de un buen número de casetas y barras donde se proveía de esta bebida a un público de sed insaciable. El flujo de espectadores levantándose para ir a por unas pintas o al baño para desaguarlas no paró durante todo el partido. Delante nuestro un tipo se bebió unas cuatro, y no era un caso aislado. Visto lo llenos que estaban los pubs de los alrededores tanto antes como después del encuentro, no quiero ni pensar la cantidad de litros por persona que se consumieron esa mañana.

Al final, disfruté el día mucho y, como tanto me está pasando últimamente, lamenté no haberlo hecho antes. Después del partido nos fuimos a comer de bufé a un restaurante libanés en un centro comercial cercano. Esta es una de las cosas que más me gustan de este país: sólo en Inglaterra puede ir uno a ver un partido de rugby por la mañana e ir después a almorzar falafel y hojas de parra rellenas de arroz.

Más información:
Crónica del partido en la BBC, Galería de fotos del partido (Flickr), Rugby en Diario de a bordo