El sábado pasado me fui con unos amigos al Recreation Ground de Bath a presenciar el partido de rugby entre el Bath y el Bristol Rugby. Se trataba no sólo de la primera vez que iba a presenciar en vivo un partido de rugby, sino de la primera vez que veía uno entero. Desde que llevo viviendo en Inglaterra nunca he sentido interés por este deporte, e incluso le tenía un poco de manía por culpa de un galés de mi oficina que es muy aficionado y continuamente está dando la murga sobre ello. En una visita reciente a Bath, sin embargo, descubrí el campo y en seguida me sedujo su aspecto familiar y casero. Desde fuera es bastante discreto, motivo por el cual nunca me había fijado en él. Decidí que merecía la pena ir algún día a ver un partido y vivir una experiencia genuinamente inglesa.
El encuentro era una eliminatoria para la European Challenge Cup, una especie de liga de campeones de rugby 15. Rugby 15 o rugby union, como es conocido aquí, es el más extendido de los dos tipos de rugby que se juegan en el Reino Unido. Es también la variedad de este deporte más conocida en el resto del mundo, de la que el Torneo de las Seis Naciones es un ejemplo. Puede resultar paradójico por lo rudo y violento de este deporte, pero el rugby union es considerado en general propio de las clases altas, quizás porque es cultivado en los colegios y universidades más exclusivas. La zona del país donde vivo, creo, es una excepción, y el rugby tiene es seguido por gente de todo tipo. Su popularidad es bastante alta, cercana a la del fútbol. Ni Gales ni el suroeste de Inglaterra tienen equipos de fútbol fuertes, pero de rugby cuentan con varios equipos potentes. El otro tipo de rugby que se juega en Inglaterra, más hacia el norte del país, es el rugby 13 o rugby league. Sus reglas son bastante distintas.
El día resultó muy agradable para ver el partido. Soplaba un viento bastante frío, pero brillaba el sol y no tenía pinta de lluvia. Pese a que nuestros asientos estaban en la penúltima fila de la grada, la visibilidad era muy buena, ya que el campo es bastante pequeño, con capacidad para apenas ocho mil personas. Por este motivo, al parecer, el campo tiene los días contados. Según nuevas reglas introducidas por la federación, el aforo mínimo de los estadios de rugby de equipos que juegan en la primera división es de 15.000. Frente a nosotros, al otro lado del campo, el perfil urbano del casco histórico de Bath dominaba el horizonte, cediéndole a la escena un aire majestuoso. No cabe duda que la previsible construcción de un estadio más grande hará que el lugar pierda gran parte de su encanto.
La gente fue ocupando sus sitios a nuestro alrededor. La mayoría eran forofos, vestidos con camisetas o chubasqueros decorados con los colores del equipo local. Dada la cercanía entre Bath y Bristol, había un número considerable de seguidores de los visitantes. Aficionados de uno y otro equipo se mezclaban en las gradas, sin que se notara tensión alguna pese al tratarse de una eliminatoria decisiva. El perfil de los espectadores era muy variado: hombres y mujeres de todas las edades y extracciones sociales. El ambiente era muy familiar y dominguero. Se dieron detalles bien pintorescos, como que el locutor leyera durante el descanso una lista de felicitaciones y saludos variados a miembros del público de parte de familiares, amigos o incluso compañeros de trabajo.
El partido comenzó puntualmente a las 12 de la mañana. Durante la primera parte, no hubo mucha actividad, y no se anotaron apenas ensayos. Bristol dominó el juego, yéndose al vestuario con una ventaja de 2 puntos. Parecía un resultado natural, ya que Bath no está teniendo una buena temporada este año, y está en las últimas posiciones de la tabla en la Premiership inglesa, varios puestos por debajo de Bristol. En la segunda parte, sin embargo, todo cambió radicalmente, y Bath no sólo remontó sino que le pegó una paliza a su rival, acabando el partido con un contundente 51-12, pasando a la siguiente fase de la eliminatoria. Al Bath le vendrá bien esta inyección de moral para el encuentro de la semana que viene, en el que se enfrentarán con Gloucester, los actuales líderes de la liga inglesa.
Al ser mi conocimiento de las complicadas reglas del juego bastante vago, no puedo hacer una crónica más detallada (lástima no poder contar con el experto comentario de Jorge, quien no pudo asistir). El rugby, además, es bastante confuso de seguir con sus habituales amontonamientos de jugadores y el movimiento rápido del balón, del que continuamente perdía el rastro. Los motivos por los que el árbitro señalaba tiro libre, penalty o melé solían ser un misterio para mí. Pese a todo, disfruté mucho del encuentro: no saberme las reglas del juego al detalle no fue impedimento para que apreciara la belleza de sus jugadas. El rugby es un deporte en el que la elegancia de las jugadas en carrera y la violencia del cuerpo a cuerpo se combinan de forma bastante contradictoria. Acostumbrado al fútbol español, en el que basta un leve roce para que el jugador salte, como accionado por un resorte, y empiece a rodar por el suelo con expresión desencajada, la rudeza de los lances del rugby es chocante. Los jugadores están sometidos a los golpes, caídas y revolcones más espectaculares sin que el árbitro pare la jugada y sino que nadie parezca quejarse.
Siendo esto Inglaterra, uno de los protagonistas de la ocasión era la cerveza. El campo estaba dotado de un buen número de casetas y barras donde se proveía de esta bebida a un público de sed insaciable. El flujo de espectadores levantándose para ir a por unas pintas o al baño para desaguarlas no paró durante todo el partido. Delante nuestro un tipo se bebió unas cuatro, y no era un caso aislado. Visto lo llenos que estaban los pubs de los alrededores tanto antes como después del encuentro, no quiero ni pensar la cantidad de litros por persona que se consumieron esa mañana.
Al final, disfruté el día mucho y, como tanto me está pasando últimamente, lamenté no haberlo hecho antes. Después del partido nos fuimos a comer de bufé a un restaurante libanés en un centro comercial cercano. Esta es una de las cosas que más me gustan de este país: sólo en Inglaterra puede ir uno a ver un partido de rugby por la mañana e ir después a almorzar falafel y hojas de parra rellenas de arroz.
Más información:
Crónica del partido en la BBC, Galería de fotos del partido (Flickr), Rugby en Diario de a bordo
3 comentarios:
Jo....que vista más bonita de Bath...teníamos que haber ido también.
Me alegro que te gustara. Parece que la segunda parte estuvo muy animada. Una pena no haber ido aunque me viajé a España mereció la pena.
Di, para los que no pudimos acudir habrá que organizar otro evento semejante.
Saludos
Qué bonita es Bath. Desde aquí recomiendo su visita a todo el mundo.
Por otra parte, yo de rugby sé lo justo, que es poco más de lo que sabes tú, aunque sí que he visto partidos. Hace años seguía con pasión el 5 naciones (todavía no estaba Italia). En directo he ido tres veces. Una a hacer una crónica de un partido de liga y otras dos a ver a España, contra Escocia y Australia en la Universitaria. Pocas veces me lo he pasado mejor viendo un espectáculo deportivo como en esos partidos, y eso que la paliza que nos metieron ambos equipos fue considerable.
Dicen del rugby que es un deporte de villanos jugado por caballeros.
Saludos.
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