Organizar sorteos es una de las tácticas publicitarias más antiguas y me imagino que más efectivas, porque se sigue haciendo desde hace años. Cuando eres pequeño los premios y los concursos excitan mucho la imaginación, y durante mi infancia, como todo el mundo, participé en decenas de concursos, cumplimentando trabajosamente las diversas condiciones necesarias: recortar cupones de revistas, reunir tapas de yogures, juntar etiquetas. Toda esta disciplinada actividad no sirvió para mucho: lo único que me llegó a tocar fue un monopatín que regalaban en una rifa de un supermercado al lado de mi casa. Ya de joven, perdí el interés hacia este tipo de cosas, y desde hace ya unos años evito expresamente este tipo de competiciones. Los datos personales se han convertido en un preciado tesoro, y la probabilidad ínfima de ganar un iPod en un sorteo no compensa la avalancha de correspondencia basura de la Galería del Coleccionista que con toda certeza empezarás a recibir después de mandar el cupon con tus señas.
En el Reino Unido pasa lo mismo, desde luego: no hace falta andar muy lejos por la calle para encontrarse carteles en algún banco anunciando sorteos de coches o televisiones de plasma, y lo mismo en el supermercado siempre se encuentra algún producto regalando premios. Sin embargo, hace poco he descubierto algo realmente curioso: en la mayoría de estos sorteos organizados por marcas comerciales o tiendas, si no en todos, no hace falta comprar nada para poder participar en ellos. Si se mira la letra pequeña donde vienen las bases (terms & conditions) de estas competiciones, casi siempre se indica que no es necesario comprar nada para participar (no purchase necessary)
He estado investigando en Internet pero, extrañamente, no he encontrado casi información sobre el tema. Lo más concreto que he visto es este documento de la sucursal inglesa de la Market Research Society. En él se describen una serie de recomendaciones para la organización de sorteos (free prize draws) derivadas de la legislación británica. Según parece, quien organiza un sorteo está obligado a permitir la participación libre de quien lo desee, sin que pueda exigirse a los concursantes comprar ni pagar nada. De lo contrario, la competición estaría sujeta a la legislación británica de juego y lotería, que me imagino que impone severas condiciones.
Esta peculiaridad da lugar a situaciones bastante graciosas. Hace unos años, Walkers lanzó una promoción en la que se podían encontrar billetes de 20 libras dentro de bolsas de patatas fritas. Las bases de la promoción, en letra pequeña, afirmaban que no era necesaria ninguna compra para participar. Es una lástima no tener el texto original, pero por lo que recuerdo se añadía que sólo había que mandarles los datos personales para que un empleado de Walkers jugase por ti, abriendo una bolsa y mirando dentro si te había tocado el billete.
2 comentarios:
Pues ya que doy mis datos por lo menos quiero comerme yo las patatas, y no el empleado que habra la bolsa xDD
Y encima tendrá a alguien de verdad abriendo bolsas de patatas pra ver si hay premio. No doy crédito.
Saludos.
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