Los británicos son muy aficionados a mandar tarjetas de felicitación por todos los motivos imaginables. No sólo por cumpleaños, Navidades, o por el día del padre o de la madre: también para felicitar por bodas y compromisos, cambios de trabajo, mudanzas, terminar la Universidad, jubilación, nacimientos y hasta por aprobar el examen de conducir. Estas tarjetas las venden en papelerías y librerías, pero también en estaciones de servicio, farmacias y tiendas de ultramarinos. Hay también cadenas de tiendas dedicadas exclusivamente a vender tarjetas de felicitación: Clinton's es la más famosa.
Teniendo en cuenta que el Reino Unido es realmente una sociedad multicultural, no es de extrañar que en estos días se puedan encontrar en las tiendas tarjetas, como las que se ven en las fotos, felicitando la festividad hindú de Diwali o el fin del Ramadán, que caen por estas fechas.
martes, octubre 31, 2006
Tarjetas de felicitación
domingo, octubre 29, 2006
Con cebolla o sin ella
Una de las cosas que más me gusta del Sainsbury's es que siempre están trayendo productos nuevos y a veces sorprendentes. Hoy me he encontrado con esto:
No es difícil encontrar determinados productos españoles en los supermercados británicos (jamón serrano, chorizo, conservas), pero es la primera vez que veo algo tan elaborado, por un precio, además, bastante razonable.
Lo curioso es que la tortilla de patata, como plato español, no es tan conocido entre los ingleses, quienes además suelen malinterpretarlo: en más de una ocasión me he encontrado el típico pub con ínfulas de sofisticado sirviendo como spanish omelette una especie de revuelto de dados de patata, guisantes, calabacín e ingredientes parecidos.
No es difícil encontrar determinados productos españoles en los supermercados británicos (jamón serrano, chorizo, conservas), pero es la primera vez que veo algo tan elaborado, por un precio, además, bastante razonable.
Lo curioso es que la tortilla de patata, como plato español, no es tan conocido entre los ingleses, quienes además suelen malinterpretarlo: en más de una ocasión me he encontrado el típico pub con ínfulas de sofisticado sirviendo como spanish omelette una especie de revuelto de dados de patata, guisantes, calabacín e ingredientes parecidos.
domingo, octubre 22, 2006
La Crisis de Suez
Este año se cumple el 50 aniversario de uno de los episodios más interesantes de la Guerra Fría: la crisis de Suez. En España, este suceso es poco conocido, pero en el Reino Unido es recordado como una de las pifias de política exterior más sonadas de la historia reciente, y una de las peores humillaciones que ha sufrido el país.
Todo comenzó el 26 de julio de 1956, cuando el líder nacionalista egipcio Abdel Nasser nacionalizó el canal de Suez. Este estratégico paso entre el Mediterráneo y el Mar Rojo había estado bajo control directo de Gran Bretaña y de Francia (país que lo construyó) desde hacía más de medio siglo. La toma del Canal sentó muy mal al primer ministro británico de entonces, el conservador Anthony Eden, quien vio peligrar la influencia británica en la región. Los franceses también recibieron la medida con suma hostilidad, ya que sentían gran recelo hacia Nasser por su apoyo al movimiento de liberación argelino (Argelia era por entonces colonia francesa). El tercero en discordia era Israel, cuya fundación como estado era aún muy reciente, y que por entonces estaba metido en continuas refriegas fronterizas con Egipto por el apoyo que este país prestaba a las guerrillas palestinas.
Durante el verano, se sucedieron las iniciativas diplomáticas destinadas a suavizar la tensión, orquestadas principalmente por Estados Unidos, pero no se logró ningún acuerdo. El 22 de octubre, Eden envió a su ministro de exteriores Selwyn Lloyd a una reunión secreta en Sèvres, en las afueras de París. El gobierno francés hacía semanas que se había decantado por la opción militar, y después mantener contactos secretos con Israel, solicitaron la complicidad del Reino Unido. En la reunión, representantes franceses, israelíes y británicos acordaron un protocolo con el fin de invadir Egipto, retomar el Canal y derrocar a Nasser.
El 29 de octubre, Israel invadió la franja de Gaza y avanzó la península del Sinaí, con tanto éxito que tuvieron que frenar su progreso para no llegar al istmo antes de tiempo. Al día siguiente, según lo acordado, Francia e Inglaterra lanzaron un ultimatum a Egipto exigiendo que se les permitiese ocupar el Canal como fuerza de interposición para garantizar el libre tránsito. La esperada negativa de Nasser sirvió de pretexto para que ambos países empezaran a bombardear objetivos en Egipto y desembarcaran en el país días después, operación para la cual habían reunido un importante contingente militar en el Mediterráneo. Durante los siguientes días las fuerzas francobritánicas tomaron un objetivo tras otro, enfrentándose a la tenaz oposición egipcia, que sufrió numerosas bajas, ya que su podería bélico no estaba a la altura de los agresores.
Desde el primer momento, todo el mundo olió a chamusquina y dio por hecho que se trataba de un montaje, pese a las acalorados desmentidos de Lloyd y Eden en el Parlamento británico, donde negaron haber tenido conocimiento previo del ataque israelí. Estados Unidos no había sido avisado de la acción bélica, y su presidente Dwight Eisenhower estaba furioso por ello y por lo inoportuno de la intervención francobritánica, ya que en esos momentos se estaba desarrollando la otra gran crisis de ese año: la invasión de Hungría por los soviéticos. Eisenhower temía que se avivara peligrosamente el sentimiento antioccidental en la región, con el riesgo de empujarla a la esfera de influencia comunista, de modo que presionó política y económicamente sin contemplaciones a ingleses y británicos para que interrumpieran la invasión y se retiraran de Egipto. El Reino Unido, cuya economía de posguerra era aún muy frágil, vio como su moneda se derrumbaba en los mercados de divisas, tras negarse Estados Unidos a sostener la libra. El 6 de noviembre, ante el inminente colapso de la economía, las tropas británicas se vieron obligadas a retirarse, arrastrando a las francesas consigo. El vacío fue llenado por una fuerza de las Naciones Unidas, que por primera vez organizaba una misión de paz. Eden dimitió a principios del año siguiente.
El efecto de la Crisis de Suez en la geopolítica fue muy grande. Todos coinciden en que este fiasco hizo que el Reino Unido y Francia afrontaran la realidad de que ya no eran grandes potencias. La reacción de cada país fue muy distinta: Francia entendió que no podía confiar ni en Estados Unidos ni en el Reino Unido para defender sus intereses, de modo que en los años siguientes se dotó de la bomba atómica y comenzó a fomentar el establecimiento de una alianza europea mediante la cual canalizar su influencia, que con el tiempo se convertiría en la Unión Europea. El Reino Unido, por contra, estrechó sus lazos con Estados Unidos, estableciendo la famosa special relationship y subordinándose militarmente a la gran potencia norteamericana. De todos los protagonistas, los mejor parados fueron sin duda israelíes y soviéticos. Los primeros lograron su objetivo de debilitar a su enemigo Egipcio gracias al trabajo sucio de otros. Los segundos aprovecharon la distracción para aplastar el movimiento de resistencia húngaro.
Lo que más me llama la atención de este interesante episodio de la historia reciente es lo extraños que son las reacciones y juegos de alianzas que se pusieron en juego, muy distintos a los de la política mundial del presente. Estados Unidos aparece enfrentado a Israel y a favor de encontrar soluciones diplomáticas en Oriente Medio. Francia y el Reino Unido actúan como aliadas, con una actitud sorprendentemente belicosa que nada tiene que ver, sobre todo en el caso de Francia, con la pose de respeto a la "legalidad internacional" que han adoptado últimamente. De entre los protagonistas, sólo Israel desempeña un papel no muy distinto al que sigue desempeñando en nuestros días.
La crisis de Suez también llama la atención como ejemplo inmejorable de engaño flagrante y chapucero por parte de los gobernantes hacia sus ciudadanos. Aunque la reunión de Sèvres era secreta, los detalles no tardaron en filtrarse, y pasados algunos años se hizo público el protocolo que establecía lo acordado entre las naciones conspiradoras. Hace poco, a raíz de la invasión angloestadounidense de Irak, en el Reino Unido muchos analistas plantearon paralelismos entre esta operación militar y la llevada a cabo en Suez. En lo militar es evidente que hay muchas diferencias, pero en lo político no hay duda que ambas son dos de las mayores tomaduras de pelo que se han visto en mucho tiempo.
Fuentes:
1956: The Year That Changed the World (The Observer)
Egypt: Special Report (The Guardian)
Suez: End Of Empire (BBC)
Todo comenzó el 26 de julio de 1956, cuando el líder nacionalista egipcio Abdel Nasser nacionalizó el canal de Suez. Este estratégico paso entre el Mediterráneo y el Mar Rojo había estado bajo control directo de Gran Bretaña y de Francia (país que lo construyó) desde hacía más de medio siglo. La toma del Canal sentó muy mal al primer ministro británico de entonces, el conservador Anthony Eden, quien vio peligrar la influencia británica en la región. Los franceses también recibieron la medida con suma hostilidad, ya que sentían gran recelo hacia Nasser por su apoyo al movimiento de liberación argelino (Argelia era por entonces colonia francesa). El tercero en discordia era Israel, cuya fundación como estado era aún muy reciente, y que por entonces estaba metido en continuas refriegas fronterizas con Egipto por el apoyo que este país prestaba a las guerrillas palestinas.
Durante el verano, se sucedieron las iniciativas diplomáticas destinadas a suavizar la tensión, orquestadas principalmente por Estados Unidos, pero no se logró ningún acuerdo. El 22 de octubre, Eden envió a su ministro de exteriores Selwyn Lloyd a una reunión secreta en Sèvres, en las afueras de París. El gobierno francés hacía semanas que se había decantado por la opción militar, y después mantener contactos secretos con Israel, solicitaron la complicidad del Reino Unido. En la reunión, representantes franceses, israelíes y británicos acordaron un protocolo con el fin de invadir Egipto, retomar el Canal y derrocar a Nasser.
El 29 de octubre, Israel invadió la franja de Gaza y avanzó la península del Sinaí, con tanto éxito que tuvieron que frenar su progreso para no llegar al istmo antes de tiempo. Al día siguiente, según lo acordado, Francia e Inglaterra lanzaron un ultimatum a Egipto exigiendo que se les permitiese ocupar el Canal como fuerza de interposición para garantizar el libre tránsito. La esperada negativa de Nasser sirvió de pretexto para que ambos países empezaran a bombardear objetivos en Egipto y desembarcaran en el país días después, operación para la cual habían reunido un importante contingente militar en el Mediterráneo. Durante los siguientes días las fuerzas francobritánicas tomaron un objetivo tras otro, enfrentándose a la tenaz oposición egipcia, que sufrió numerosas bajas, ya que su podería bélico no estaba a la altura de los agresores.
Desde el primer momento, todo el mundo olió a chamusquina y dio por hecho que se trataba de un montaje, pese a las acalorados desmentidos de Lloyd y Eden en el Parlamento británico, donde negaron haber tenido conocimiento previo del ataque israelí. Estados Unidos no había sido avisado de la acción bélica, y su presidente Dwight Eisenhower estaba furioso por ello y por lo inoportuno de la intervención francobritánica, ya que en esos momentos se estaba desarrollando la otra gran crisis de ese año: la invasión de Hungría por los soviéticos. Eisenhower temía que se avivara peligrosamente el sentimiento antioccidental en la región, con el riesgo de empujarla a la esfera de influencia comunista, de modo que presionó política y económicamente sin contemplaciones a ingleses y británicos para que interrumpieran la invasión y se retiraran de Egipto. El Reino Unido, cuya economía de posguerra era aún muy frágil, vio como su moneda se derrumbaba en los mercados de divisas, tras negarse Estados Unidos a sostener la libra. El 6 de noviembre, ante el inminente colapso de la economía, las tropas británicas se vieron obligadas a retirarse, arrastrando a las francesas consigo. El vacío fue llenado por una fuerza de las Naciones Unidas, que por primera vez organizaba una misión de paz. Eden dimitió a principios del año siguiente.
El efecto de la Crisis de Suez en la geopolítica fue muy grande. Todos coinciden en que este fiasco hizo que el Reino Unido y Francia afrontaran la realidad de que ya no eran grandes potencias. La reacción de cada país fue muy distinta: Francia entendió que no podía confiar ni en Estados Unidos ni en el Reino Unido para defender sus intereses, de modo que en los años siguientes se dotó de la bomba atómica y comenzó a fomentar el establecimiento de una alianza europea mediante la cual canalizar su influencia, que con el tiempo se convertiría en la Unión Europea. El Reino Unido, por contra, estrechó sus lazos con Estados Unidos, estableciendo la famosa special relationship y subordinándose militarmente a la gran potencia norteamericana. De todos los protagonistas, los mejor parados fueron sin duda israelíes y soviéticos. Los primeros lograron su objetivo de debilitar a su enemigo Egipcio gracias al trabajo sucio de otros. Los segundos aprovecharon la distracción para aplastar el movimiento de resistencia húngaro.
Lo que más me llama la atención de este interesante episodio de la historia reciente es lo extraños que son las reacciones y juegos de alianzas que se pusieron en juego, muy distintos a los de la política mundial del presente. Estados Unidos aparece enfrentado a Israel y a favor de encontrar soluciones diplomáticas en Oriente Medio. Francia y el Reino Unido actúan como aliadas, con una actitud sorprendentemente belicosa que nada tiene que ver, sobre todo en el caso de Francia, con la pose de respeto a la "legalidad internacional" que han adoptado últimamente. De entre los protagonistas, sólo Israel desempeña un papel no muy distinto al que sigue desempeñando en nuestros días.
La crisis de Suez también llama la atención como ejemplo inmejorable de engaño flagrante y chapucero por parte de los gobernantes hacia sus ciudadanos. Aunque la reunión de Sèvres era secreta, los detalles no tardaron en filtrarse, y pasados algunos años se hizo público el protocolo que establecía lo acordado entre las naciones conspiradoras. Hace poco, a raíz de la invasión angloestadounidense de Irak, en el Reino Unido muchos analistas plantearon paralelismos entre esta operación militar y la llevada a cabo en Suez. En lo militar es evidente que hay muchas diferencias, pero en lo político no hay duda que ambas son dos de las mayores tomaduras de pelo que se han visto en mucho tiempo.
Fuentes:
1956: The Year That Changed the World (The Observer)
Egypt: Special Report (The Guardian)
Suez: End Of Empire (BBC)
martes, octubre 17, 2006
Vaya corte
Los periódicos ya no saben qué hacer para ganar lectores. Hoy en el Independent, venía de regalo un póster con los cortes de carne ingleses, como esos que cuelgan en las carnicerías. Supongo que los encargados de marketing de este diario tienen mucha confianza en estar atacando un filón de lectores potenciales con esta promoción, pero a mí me resulta difícil imaginarme a mucha gente pensando "que no se me olvide hoy comprar el Independent que viene de regalo un póster con todos los tipos de filete que se pueden comprar en Inglaterra".
Lo gracioso es que yo soy uno de ellos. Desde pequeño, siempre que iba al mercado con mi padre, encontraba fascinantes esos carteles que colgaban del fondo de las carnicerías, detrás de un par de torsos despiezados de animal, mostrando una tabla con fotos de suculentos ejemplos de cada corte y un dibujo de una vaca dividida con líneas discontinuas, como si de un mapamundi se tratara (me pregunto si en las escuelas de carnicero a los alumnos les hacen rellenar mapas mudos de animal en los exámenes).
El interés del póster del Independent es que se puede ver el nombre de los cortes ingleses, que por cierto son distintos de los españoles. De mis visitas al súper ya me sonaban el rump steak y el sirloin (solomillo); ahora ya sé de qué parte del animal vienen. Es interesante que el topside, que se suele utilizar para el roast beef, viene del trasero de la vaca. Así que estamos en pleno derecho de decir que los ingleses cocinan con el culo.
Como seguramente la mayoría de quienes estén leyendo estas líneas se habrán perdido esta fantástica promoción del Independent, he estado buscando en Internet más información sobre cortes de carne. He encontrado este cartel, no muy bueno, y este otro mucho mejor pero que es de cortes estadounidenses (del cual hay versión en español). En esta otra página hay tres carteles con tipos de corte ingleses de vacuno, porcino y de cordero. Y, cómo no, también en la Wikipedia se puede encontrar una sección sobre este apasionante tema.
Lo gracioso es que yo soy uno de ellos. Desde pequeño, siempre que iba al mercado con mi padre, encontraba fascinantes esos carteles que colgaban del fondo de las carnicerías, detrás de un par de torsos despiezados de animal, mostrando una tabla con fotos de suculentos ejemplos de cada corte y un dibujo de una vaca dividida con líneas discontinuas, como si de un mapamundi se tratara (me pregunto si en las escuelas de carnicero a los alumnos les hacen rellenar mapas mudos de animal en los exámenes).
El interés del póster del Independent es que se puede ver el nombre de los cortes ingleses, que por cierto son distintos de los españoles. De mis visitas al súper ya me sonaban el rump steak y el sirloin (solomillo); ahora ya sé de qué parte del animal vienen. Es interesante que el topside, que se suele utilizar para el roast beef, viene del trasero de la vaca. Así que estamos en pleno derecho de decir que los ingleses cocinan con el culo.
Como seguramente la mayoría de quienes estén leyendo estas líneas se habrán perdido esta fantástica promoción del Independent, he estado buscando en Internet más información sobre cortes de carne. He encontrado este cartel, no muy bueno, y este otro mucho mejor pero que es de cortes estadounidenses (del cual hay versión en español). En esta otra página hay tres carteles con tipos de corte ingleses de vacuno, porcino y de cordero. Y, cómo no, también en la Wikipedia se puede encontrar una sección sobre este apasionante tema.
sábado, octubre 14, 2006
Enchufes
Todos bromeamos a menudo sobre la manía de los británicos por ser distintos en todo. Podría pensarse que es un simple estereotipo, pero es que realmente las diferencias se pueden encontrar en todos los aspectos de la vida real. Ya he hablado sobre cómo conducen por el otro lado, o sobre lo reacios que son a usar el sistema métrico. Hoy hablaré de los enchufes.
Seguramente sea sólo cosa mía, que me fijo en estas menudencias, pero la primera vez que vi un enchufe británico me llamó bastante la atención. No sabía que fuesen distintos a los del resto de Europa. Aún los sigo encontrando extrañamente fascinantes. Lo más llamativo es su tamaño, mucho mayor que el de un enchufe continental, y su aire tosco y aparatoso, nada acorde con estos tiempos en los que todo es ergonómico, sinuoso y aerodinámico. Estos enchufes tienen tres clavijas metálicas de corte rectangular: dos en línea para la corriente y una tercera de conexión a tierra, perpendicular a éstas y más larga. Ésta última clavija es obligatoria hasta en los aparatos eléctricos más sencillos, y tiene la función añadida de empujar una pieza de plástico que destapa los otros dos orificios de la toma de corriente, sistema de seguridad que hace que muchas veces haya que empujar con bastante fuerza para insertar el enchufe en la toma, o en ocasiones para sacarlo.
Uno siempre se trae de España algún aparato eléctrico que otro (yogurteras, licuadoras, u otros electrodomésticos superútiles), así que es necesario comprarse adaptadores. Por requisito legal, estos también tienen que contar con fusibles, y son también, por tanto, bastante aparatosos (y caros). Venden también otros más sencillos sin fusible que teóricamente sólo se pueden usar con afeitadoras. Otra alternativa es no usar adaptador, aunque no voy a explicar cómo no vaya a ser que algún torpe lo intente, se electrocute y luego me eche la culpa. Los más manitas quizás se atrevan a cortar el cable y sustituir el enchufe continental por uno británico, haciendo los empalmes correspondientes. Es una opción barata, y muy sencilla. Por último, algo que he descubierto hace poco es el euroconvertor: se trata de un adaptador en el cual se introduce el enchufe europeo (ha de ser de los planos de dos clavijas), fijándose mediante un tornillo.
Estos enchufes no sólo se usan en el Reino Unido; también los hay en Irlanda y en muchas antiguas colonias británicas. Fueron introducidos en 1947, y posteriormente descritos por el estándar BS 1363. Sus defensores aseguran que son más seguros que los que se usan en el resto de Europa. Puede que sea cierto, pero si es así no lo parece. No tanto por los enchufes, sino por la instalación en su conjunto. En ninguna de las casas donde he vivido en este país tenían cuadros de protección muy sofisticados. El piso donde vivo ahora se lleva la palma. Una vez se fue la luz y me puse a buscar como loco dónde estaban los plomos. Bajé a ver si la luz se había ido en el cuadro general del edificio pero allí todo estaba en orden. Subí y me puse a rebuscar en todos los rincones de la casa sin éxito; el único sitio donde pensé que quizás estuviesen escondidos era un misterioso cajón situado en una esquina del pasillo, que no tenía rastro de portezuela ni ranura alguna. No podía estar en ningún otro lado, así que al final me armé de cuchillo y una buena dosis de paciencia. Tras media hora de esfuerzo, logré arrancar el cajón de la pared. En efecto: ahí se encontraba el modernísimo sistema de protección. Ni interruptores diferenciales ni nada: un simple fusible consistente en un alambre metálico fijado con tornillos, que hube de reemplazar por otro que compré en la ferretería y corté a medida. En España, cuando decimos que se han fundido los plomos suele ser en sentido figurado. Esta visto que en Inglaterra hay muchos sitios donde esas palabras aún se usan de forma literal.
Más información: BS 1363 (Wikipedia en inglés), The Origin of the BS 1363 Plug and Socket Outlet System (IEE)
Temas relacionados: Interruptores (Parquestrit)
Seguramente sea sólo cosa mía, que me fijo en estas menudencias, pero la primera vez que vi un enchufe británico me llamó bastante la atención. No sabía que fuesen distintos a los del resto de Europa. Aún los sigo encontrando extrañamente fascinantes. Lo más llamativo es su tamaño, mucho mayor que el de un enchufe continental, y su aire tosco y aparatoso, nada acorde con estos tiempos en los que todo es ergonómico, sinuoso y aerodinámico. Estos enchufes tienen tres clavijas metálicas de corte rectangular: dos en línea para la corriente y una tercera de conexión a tierra, perpendicular a éstas y más larga. Ésta última clavija es obligatoria hasta en los aparatos eléctricos más sencillos, y tiene la función añadida de empujar una pieza de plástico que destapa los otros dos orificios de la toma de corriente, sistema de seguridad que hace que muchas veces haya que empujar con bastante fuerza para insertar el enchufe en la toma, o en ocasiones para sacarlo.
Uno siempre se trae de España algún aparato eléctrico que otro (yogurteras, licuadoras, u otros electrodomésticos superútiles), así que es necesario comprarse adaptadores. Por requisito legal, estos también tienen que contar con fusibles, y son también, por tanto, bastante aparatosos (y caros). Venden también otros más sencillos sin fusible que teóricamente sólo se pueden usar con afeitadoras. Otra alternativa es no usar adaptador, aunque no voy a explicar cómo no vaya a ser que algún torpe lo intente, se electrocute y luego me eche la culpa. Los más manitas quizás se atrevan a cortar el cable y sustituir el enchufe continental por uno británico, haciendo los empalmes correspondientes. Es una opción barata, y muy sencilla. Por último, algo que he descubierto hace poco es el euroconvertor: se trata de un adaptador en el cual se introduce el enchufe europeo (ha de ser de los planos de dos clavijas), fijándose mediante un tornillo.
Estos enchufes no sólo se usan en el Reino Unido; también los hay en Irlanda y en muchas antiguas colonias británicas. Fueron introducidos en 1947, y posteriormente descritos por el estándar BS 1363. Sus defensores aseguran que son más seguros que los que se usan en el resto de Europa. Puede que sea cierto, pero si es así no lo parece. No tanto por los enchufes, sino por la instalación en su conjunto. En ninguna de las casas donde he vivido en este país tenían cuadros de protección muy sofisticados. El piso donde vivo ahora se lleva la palma. Una vez se fue la luz y me puse a buscar como loco dónde estaban los plomos. Bajé a ver si la luz se había ido en el cuadro general del edificio pero allí todo estaba en orden. Subí y me puse a rebuscar en todos los rincones de la casa sin éxito; el único sitio donde pensé que quizás estuviesen escondidos era un misterioso cajón situado en una esquina del pasillo, que no tenía rastro de portezuela ni ranura alguna. No podía estar en ningún otro lado, así que al final me armé de cuchillo y una buena dosis de paciencia. Tras media hora de esfuerzo, logré arrancar el cajón de la pared. En efecto: ahí se encontraba el modernísimo sistema de protección. Ni interruptores diferenciales ni nada: un simple fusible consistente en un alambre metálico fijado con tornillos, que hube de reemplazar por otro que compré en la ferretería y corté a medida. En España, cuando decimos que se han fundido los plomos suele ser en sentido figurado. Esta visto que en Inglaterra hay muchos sitios donde esas palabras aún se usan de forma literal.
Más información: BS 1363 (Wikipedia en inglés), The Origin of the BS 1363 Plug and Socket Outlet System (IEE)
Temas relacionados: Interruptores (Parquestrit)
jueves, octubre 12, 2006
Feliz Día de la Hispanidad
Aún no es demasiado tarde: quedan dos horas para que acabe el día.
Los españoles somos como los ingleses y apenas celebramos nuestra fiesta nacional, al revés que otros países como Estados Unidos o Francia, donde sí que organizan festejos por todo lo alto, o Irlanda, cuya fiesta de San Patricio es celebrada con gran boato incluso por quien no sabe nada de la cultura de este país.
Desde luego este tipo de cosas no es que tengan que quitar el sueño a nadie, pero cuando uno vive fuera de la patria es normal que se sienta más añoranza y ganas de celebrar la propia identidad. Ayer estábamos hablando unos amigos y llegamos a la conclusión de que el año que viene tenemos que conmemorar la festividad con gran solemnidad, montando un desfile por Park Street con patas de jamón al hombro, con el cuchillo jamonero bien calado a modo de bayoneta. Se podrá observar un muestrario de los distintos uniformes que suelen lucir las hordas españolas destinadas al Reino Unido: camisa de rayas, jerséis azul marino y náuticos unos, pantalones pijameros y rastas otros, y las secciones femeninas con sus abrigos saco de dormir beis y sus mil capas entre camisas, camisetas y suéteres.
Desgraciadamente no podremos disponer de escuadrón aéreo que sobrevuele la ciudad, pero en su sustitución desplegaremos uno de aguilillas que entrarán a toda inglesa que vean. El espectáculo promete no defraudar.
Los españoles somos como los ingleses y apenas celebramos nuestra fiesta nacional, al revés que otros países como Estados Unidos o Francia, donde sí que organizan festejos por todo lo alto, o Irlanda, cuya fiesta de San Patricio es celebrada con gran boato incluso por quien no sabe nada de la cultura de este país.
Desde luego este tipo de cosas no es que tengan que quitar el sueño a nadie, pero cuando uno vive fuera de la patria es normal que se sienta más añoranza y ganas de celebrar la propia identidad. Ayer estábamos hablando unos amigos y llegamos a la conclusión de que el año que viene tenemos que conmemorar la festividad con gran solemnidad, montando un desfile por Park Street con patas de jamón al hombro, con el cuchillo jamonero bien calado a modo de bayoneta. Se podrá observar un muestrario de los distintos uniformes que suelen lucir las hordas españolas destinadas al Reino Unido: camisa de rayas, jerséis azul marino y náuticos unos, pantalones pijameros y rastas otros, y las secciones femeninas con sus abrigos saco de dormir beis y sus mil capas entre camisas, camisetas y suéteres.
Desgraciadamente no podremos disponer de escuadrón aéreo que sobrevuele la ciudad, pero en su sustitución desplegaremos uno de aguilillas que entrarán a toda inglesa que vean. El espectáculo promete no defraudar.
martes, octubre 10, 2006
Booker Prize
Hace escasos minutos se ha anunciado el ganador del Man Booker Prize 2006. La afortunada es Kiran Desai, por su novela "The Inheritance of Loss".
El Booker Prize es el galardón literario más importante en el Reino Unido, y uno de los más prestigiosos del mundo de habla inglesa. Se otorga cada año a la mejor novela de autor proveniente de la Commonwealth o la República de Irlanda, según el criterio de un jurado compuesto por miembros de distintas facetas del mundillo literario (escritores, libreros, editores, agentes literarios y bibliotecarios). El mero hecho de ser seleccionado para el corte final o shortlist es ya un gran honor (esta era la lista de candidatos para este año).
Yo no sé mucho de literatura británica contemporánea (de la ganadora de este año es la primera vez que oigo hablar), pero echando un vistazo a la lista de ganadores de los últimos años reconozco a varios ganadores de premio Nobel de literatura junto con otros semidioses de la novela en inglés contemporánea.
Para trabajos de no ficción, el premio más famoso es el Samuel Johnson Prize.
Más información: Man Booker Prize (Wikipedia en inglés), Página Web Oficial.
El Booker Prize es el galardón literario más importante en el Reino Unido, y uno de los más prestigiosos del mundo de habla inglesa. Se otorga cada año a la mejor novela de autor proveniente de la Commonwealth o la República de Irlanda, según el criterio de un jurado compuesto por miembros de distintas facetas del mundillo literario (escritores, libreros, editores, agentes literarios y bibliotecarios). El mero hecho de ser seleccionado para el corte final o shortlist es ya un gran honor (esta era la lista de candidatos para este año).
Yo no sé mucho de literatura británica contemporánea (de la ganadora de este año es la primera vez que oigo hablar), pero echando un vistazo a la lista de ganadores de los últimos años reconozco a varios ganadores de premio Nobel de literatura junto con otros semidioses de la novela en inglés contemporánea.
Para trabajos de no ficción, el premio más famoso es el Samuel Johnson Prize.
Más información: Man Booker Prize (Wikipedia en inglés), Página Web Oficial.
lunes, octubre 09, 2006
Minimelones
Es triste tener que venirme a vivir a Inglaterra para aprender que el melón español de toda la vida es de variedad piel de sapo. El otro día los vi en en el Sainsbury's, aunque aquí lo que se encuentra es una versión en miniatura de lo que venden en España, como se puede observar en la foto. Los supermercados ingleses suelen tener melones en verano, pero están más extendidas otras variedades, como Galia o Honeydew.
Luego en casa lo probé y no estaba nada mal, y eso que ya no debe de ser temporada.
Luego en casa lo probé y no estaba nada mal, y eso que ya no debe de ser temporada.
jueves, octubre 05, 2006
Entre teclas
Después de casi seis años viviendo en el Reino Unido, apenas queda nada de la ilusa esperanza que tenía al principio de acabar convertiéndome en bilingüe. Pasado este tiempo sin duda domino mucho más el idioma que cuando vine, pero hace tiempo que toqué techo, e incluso yo diría que cada vez hablo peor.
Bilingüe quizás no, pero como consolación en lo que sí que he logrado convertirme es en bidáctilografo: ahora soy capaz de teclear indistintamente en teclados españoles y británicos. No es que sea una gran proeza: la disposición de las letras del alfabeto es idéntica en los dos (otros teclados como el francés tienen las letras cambiadas). Las cosas se complican un poco sólo cuando te metes en signos de puntuación y demás símbolos. Uno intenta abrir un paréntesis y le sale un asterisco. Quieres escribir un "+" y te sale un corchete. Este tipo de problemas los sufrimos más quienes tenemos que programar en nuestro trabajo, ya que los lenguajes de programación usan más símbolos especiales que el lenguaje escrito. Para estas labores, además, pronto te das cuenta de que el teclado británico es mucho más cómodo. Los símbolos de la arroba o de los corchetes ([]) se obtienen cómodatemente mediante el uso de la tecla Mayúsculas. En el teclado español, para conseguirlos, necesitamos usar la engorrosa tecla de Alt gráfico; otros signos como la virgulilla(~) directamente no son accesibles en él.
Curiosamente, el teclado británico es ligeramente distinto del estadounidense. Tiene algunos signos nuevos, entre ellos el de la libra (£), y otros están intercambiados, como por ejemplo la arroba y el signo de las comillas.
El que haya aprendido a cambiar fácilmente de un teclado a otro se lo debo a uno de los pocos ejemplos de comodidad que se pueden encontrar en Windows: la posibilidad que ofrece de configurar el uso simultáneo de varios tipos de teclado en un mismo ordenador, seleccionables fácilmente pulsando una combinación de teclas o pinchando en un iconito que sale al lado de la bandeja de sistema. Para activar esta función, sólo hay que irse a Panel de Control, pinchar en el icono Regional and Language Options, seleccionar la lengüeta Languages y clicar el botón Details de la sección Text Services and Input Changes. Aparecerá un cuadro nuevo donde podremos añadir el teclado español a la lista de teclados habilitados y asignarle una combinación de teclas para activarlo cuando queramos.
Mucha gente se refugia en la excusa de que los teclados ingleses no tienen tildes ni eñes para no usarlas al escribir en castellano. Como podéis ver, no hay pretexto para no hacerlo: sólo hace falta un poco de voluntad. Así que al que siga sin escribir correctamente las tildes le vamos a mandar que se haga unos cuantos cuadernos Rubio. Y al que use la arroba para los plurales conjuntos másculino-femenino, use la "k" en vez de la "q", escriba todo en mayúsculas o intercale en sus textos risas alternando descuidadamente la j y la a ("jajjajjaja") le llevamos al calabozo de este blog.
Bilingüe quizás no, pero como consolación en lo que sí que he logrado convertirme es en bidáctilografo: ahora soy capaz de teclear indistintamente en teclados españoles y británicos. No es que sea una gran proeza: la disposición de las letras del alfabeto es idéntica en los dos (otros teclados como el francés tienen las letras cambiadas). Las cosas se complican un poco sólo cuando te metes en signos de puntuación y demás símbolos. Uno intenta abrir un paréntesis y le sale un asterisco. Quieres escribir un "+" y te sale un corchete. Este tipo de problemas los sufrimos más quienes tenemos que programar en nuestro trabajo, ya que los lenguajes de programación usan más símbolos especiales que el lenguaje escrito. Para estas labores, además, pronto te das cuenta de que el teclado británico es mucho más cómodo. Los símbolos de la arroba o de los corchetes ([]) se obtienen cómodatemente mediante el uso de la tecla Mayúsculas. En el teclado español, para conseguirlos, necesitamos usar la engorrosa tecla de Alt gráfico; otros signos como la virgulilla(~) directamente no son accesibles en él.
Curiosamente, el teclado británico es ligeramente distinto del estadounidense. Tiene algunos signos nuevos, entre ellos el de la libra (£), y otros están intercambiados, como por ejemplo la arroba y el signo de las comillas.
El que haya aprendido a cambiar fácilmente de un teclado a otro se lo debo a uno de los pocos ejemplos de comodidad que se pueden encontrar en Windows: la posibilidad que ofrece de configurar el uso simultáneo de varios tipos de teclado en un mismo ordenador, seleccionables fácilmente pulsando una combinación de teclas o pinchando en un iconito que sale al lado de la bandeja de sistema. Para activar esta función, sólo hay que irse a Panel de Control, pinchar en el icono Regional and Language Options, seleccionar la lengüeta Languages y clicar el botón Details de la sección Text Services and Input Changes. Aparecerá un cuadro nuevo donde podremos añadir el teclado español a la lista de teclados habilitados y asignarle una combinación de teclas para activarlo cuando queramos.
Mucha gente se refugia en la excusa de que los teclados ingleses no tienen tildes ni eñes para no usarlas al escribir en castellano. Como podéis ver, no hay pretexto para no hacerlo: sólo hace falta un poco de voluntad. Así que al que siga sin escribir correctamente las tildes le vamos a mandar que se haga unos cuantos cuadernos Rubio. Y al que use la arroba para los plurales conjuntos másculino-femenino, use la "k" en vez de la "q", escriba todo en mayúsculas o intercale en sus textos risas alternando descuidadamente la j y la a ("jajjajjaja") le llevamos al calabozo de este blog.
lunes, octubre 02, 2006
Montando el pollo
Más pronto que tarde, quienes nos venimos a vivir a Inglaterra nos tendremos que enfrentar a una desagradable situación: cuando, después de haber sido tratados mal o de que nos hayan intentado tomar el pelo en una tienda u oficina pública, nos vemos obligados a protestar o echar la bronca a alguien. Se trata de una situación para la que ningún curso de inglés, por avanzado que sea, nos habrá preparado. De cuando estudiaba en el colegio, me acuerdo de alguna lección o dos en las que te enseñaban un puñado de flemáticas expresiones de queja para utilizar en cartas de protesta. Como mucho, quizás en el libro de texto viniese algún diálogo de alguien en un restaurante quejándose al camarero de que habían tardado mucho en servirle. En ningún caso te preparan para la situación de tener que enfrentarte a un mecánico malencarado con pinta de hooligan e incomprensible acento paleto que te ha equilibrado mal las ruedas por tercera vez consecutiva.
Desgraciadamente, lo de tener que pegarte con la gente es algo consustancial a la vida, e Inglaterra, como cualquier otro país, te ofrece un rico abanico de personas y entidades de todo tipo con las que practicar este fastidioso deporte: dependientes del Dixon's (o cualquier otra cadena de tiendas del high street), agencias de reclutamiento, caseros, encargados de facturación en el aeropuerto, organismos oficiales, empleados de banco, la TV license, controladores de aparcamiento y (sobre todo) operadores de centros de atención telefónica en general. Alguien especialmente desafortunado quizás tenga que vérselas incluso con la policía. Pero incluso sin irnos a casos tan extremos, en las peloteras más intrascendentes e inofensivas es sorprendente la velocidad con la que uno pierde el poco dominio de la lengua inglesa que se tiene, convirtiéndose en un balbuceante y nervioso bloody foreigner.
Las broncas unas veces son en persona y otras por teléfono. Cada caso tiene sus ventajas e inconvenientes. Desde luego, es siempre más difícil entenderse con alguien por teléfono, sobre todo si tiene un acento complicado, pero es más fácil envalentonarse cuando la persona no está delante tuyo, sobre todo si se trata de uno de esos operadores telefónicos que hablan como robots. De todos modos, en esto me imagino que dependerá mucho de la persona. Yo no tengo ni media torta, pero supongo que alguien fornido con cara de mala leche encontrará que sus gestiones son más fructíferas cara a cara que por teléfono, por muy mal inglés que hable. Excepto quizás frente a porteros de pub, que por definición siempre son mas forzudos que tú.
Sea en persona o por teléfono, los españoles tenemos que tener especial cuidado con cómo nos conducimos en nuestras quejas y reclamaciones ante ingleses. En España, muchas veces tienes que ponerte realmente borde y agresivo para que te hagan caso. En Inglaterra, por el contrario, es importante nunca perder los modales. Los ingleses consideran que una persona que protesta de forma maleducada automaticamente pierde la razón, aunque sea evidente que la tenga, y se sentirán justificados de ignorarla. Levantar la voz y, sobre todo, emplear lenguaje malsonante es especialmente desaconsejable. Si quieres que te hagan caso, es mucho más efectivo adoptar un tono firme pero correcto, insistir todo lo que sea necesario, y en último término pedir hablar con el superior de quien te atiende. Hay determinados entornos en los que los ingleses son especialmente sensibles a las conductas agresivas. En hospitales y consultas del doctor siempre suele haber carteles advirtiendo que no se tolera el comportamiento ofensivo hacia los encargados, incluso amenazando con denunciar a la policía a quien se propase.
Afortunadamente, cuanto más tiempo llevas en el país menos broncas sueles tener, o al menos esa es mi experiencia. Supongo que es porque he aprendido a evitarlas, y porque ya tengo mi vida establecida y hace tiempo que superé el embrollo de gestiones que supone venirse al país (encontrar casa, abrir cuenta de banco, etc). Lo malo es que ya estoy acostumbrado a resolver disputas al civilizado estilo inglés. Cuando me vuelva a España me van a comer vivo.
Desgraciadamente, lo de tener que pegarte con la gente es algo consustancial a la vida, e Inglaterra, como cualquier otro país, te ofrece un rico abanico de personas y entidades de todo tipo con las que practicar este fastidioso deporte: dependientes del Dixon's (o cualquier otra cadena de tiendas del high street), agencias de reclutamiento, caseros, encargados de facturación en el aeropuerto, organismos oficiales, empleados de banco, la TV license, controladores de aparcamiento y (sobre todo) operadores de centros de atención telefónica en general. Alguien especialmente desafortunado quizás tenga que vérselas incluso con la policía. Pero incluso sin irnos a casos tan extremos, en las peloteras más intrascendentes e inofensivas es sorprendente la velocidad con la que uno pierde el poco dominio de la lengua inglesa que se tiene, convirtiéndose en un balbuceante y nervioso bloody foreigner.
Las broncas unas veces son en persona y otras por teléfono. Cada caso tiene sus ventajas e inconvenientes. Desde luego, es siempre más difícil entenderse con alguien por teléfono, sobre todo si tiene un acento complicado, pero es más fácil envalentonarse cuando la persona no está delante tuyo, sobre todo si se trata de uno de esos operadores telefónicos que hablan como robots. De todos modos, en esto me imagino que dependerá mucho de la persona. Yo no tengo ni media torta, pero supongo que alguien fornido con cara de mala leche encontrará que sus gestiones son más fructíferas cara a cara que por teléfono, por muy mal inglés que hable. Excepto quizás frente a porteros de pub, que por definición siempre son mas forzudos que tú.
Sea en persona o por teléfono, los españoles tenemos que tener especial cuidado con cómo nos conducimos en nuestras quejas y reclamaciones ante ingleses. En España, muchas veces tienes que ponerte realmente borde y agresivo para que te hagan caso. En Inglaterra, por el contrario, es importante nunca perder los modales. Los ingleses consideran que una persona que protesta de forma maleducada automaticamente pierde la razón, aunque sea evidente que la tenga, y se sentirán justificados de ignorarla. Levantar la voz y, sobre todo, emplear lenguaje malsonante es especialmente desaconsejable. Si quieres que te hagan caso, es mucho más efectivo adoptar un tono firme pero correcto, insistir todo lo que sea necesario, y en último término pedir hablar con el superior de quien te atiende. Hay determinados entornos en los que los ingleses son especialmente sensibles a las conductas agresivas. En hospitales y consultas del doctor siempre suele haber carteles advirtiendo que no se tolera el comportamiento ofensivo hacia los encargados, incluso amenazando con denunciar a la policía a quien se propase.
Afortunadamente, cuanto más tiempo llevas en el país menos broncas sueles tener, o al menos esa es mi experiencia. Supongo que es porque he aprendido a evitarlas, y porque ya tengo mi vida establecida y hace tiempo que superé el embrollo de gestiones que supone venirse al país (encontrar casa, abrir cuenta de banco, etc). Lo malo es que ya estoy acostumbrado a resolver disputas al civilizado estilo inglés. Cuando me vuelva a España me van a comer vivo.
domingo, octubre 01, 2006
Isletas
Las calles de las ciudades inglesas suelen ser bastante inhóspitas para los peatones. La foto, tomada en Londres, muestra una práctica que encuentro especialmente fastidiosa. Se trata de una isleta que divide en dos tramos un paso de peatones. Para pasar al otro lado, tienes que cruzar el primer tramo, caminar a lo largo de ella unos metros hasta el segundo paso de peatones, y cruzar el segundo tramo. Los dos semáforos nunca suelen estar en verde al mismo tiempo, así que te toca esperar por partida doble. Estas isletas se pueden encontrar no sólo en las calles más anchas, sino en otras más estrechas en las que no tendría que haber problema en tener un único paso de peatones. Esta sensación de tener que sortear vallas y semáforos para cruzar unos pocos metros hasta el otro lado es muy frustrante.
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