Giles Tremlett es el corresponsal en España del Guardian. Hasta hace poco le tenía algo de antipatía porque una buena proporción de las noticias que firma en este diario británico, que ya de por sí no suele dar una cobertura muy extensa de lo que sucede en este país, no suelen ser sobre temas serios de actualidad sino sobre asuntos tan candentes como subvenciones para rodar porno en catalán o las luchas de los granjeros pirenaicos en contra de los osos (y por supuesto toros).
Mi imagen de este periodista, sin embargo, ha cambiado por completo recientemente. Ello a raíz de leerme su libro Ghosts of Spain, publicado el año pasado en el Reino Unido. Es un repaso de los múltiples esqueletos que, desde mediados del siglo pasado, se han ido acumulando en los armarios de los españoles. Las atrocidades cometidas por unos y otros durante la Guerra Civil; la impunidad de la que disfrutaron las de uno de los bandos no sólo durante la dictadura posterior de sino, merced al "Pacto del Olvido" acordado en la Transición, durante los sucesivos años de democracia; la corrupción desaforada en los últimos años de gobierno de Felipe González; el reinado del terror de ETA; el apogeo del nacionalismo catalán y las tensiones territoriales; el desmadre urbanístico en la costa; y el trauma producido por los atentados del 11-M: son estos algunos de los temas que Tremlett, sin despeinarse, se atreve a exponer a un público anglosajón que tiene una vaga imagen de España como país fiestero, pintoresco y caótico.
El rango de asuntos por sí solo ya da vértigo, pero es que Tremlett no sólo logra tratarlos con rigor y bastante acierto, sino que los adereza con innumerables anécdotas y disgresiones de carácter personal que le dan una gran vivacidad al texto, como cuando se enorgullece de conseguir estar presente en el parto de uno de sus hijos tras recurrir con éxito a la muy hispana práctica del enchufe. La mayoría de los asuntos que trata son en su libro son bien conocidos por la gran mayoría de los españoles, pero dedica también atención a tratar sobre ciertos temas, como la permisividad hacia la prostitución en España, que no suelen figurar en las preocupaciones de las clase parloteante española. También se permite incluir un capítulo entero sobre el lado sórdido del flamenco simplemente por la fascinación que esta música le produce.
Tremlett demuestra un conocimiento muy profundo de la realidad y el carácter español. Está familiarizado con aspectos poco conocidos del caracter hispano, como la manía por la limpieza, y es uno de los pocos ingleses que se ha dado cuenta de que el que los españoles nos echemos la siesta todos los días no es más que un mito. El motivo de ello es que el autor no es un corresponsal cualquiera; a las pocas páginas de comenzar el libro nos enteramos de que hace años decidió instalarse indefinidamente en España con su familia, de hijos ya españoles.
Quizás a ello se deba el gran acierto del libro: su tono respetuoso. Tremlett en ningún momento cae en el pecado fácil (mea culpa) de todo el que escribe sobre una cultura distinta: ridiculizar o hablar condescendientemente de sus aspectos más criticables. Esto tiene especial mérito viniendo de un inglés, para cuya raza la ironía es una función esencial de su sistema nervioso central. Desde luego, a lo largo de su libro Tremlett tiene ocasión de atacar un buen número de actitudes y vicios españoles, pero no pierde oportunidad de ponerlos en perspectiva señalando también las virtudes de nuestro pueblo, de las cuales la que más aprecia es la fortaleza de los lazos familiares y el trato que se da a la infancia.
Desde luego, no todo es perfecto en el libro. Tremlett disfruta trufando el texto de palabras españolas, que en algunos casos aportan color pero en otros son superfluas. Para un lector español el efecto es cansino; para uno inglés me imagino que confuso. Otro defecto, a mi juicio, es que el autor se entrega a la tarea de explicar todo rasgo del carácter español con tanto fervor que a veces, cuando no hay explicación posible, cae en la mera elucubración.
Pese a todo, considero que Ghosts of Spain es una obra magistral, cuyas cuatrocientas paginas se devoran con extremo interés. La buena noticia es que esta obra está traducida al español, aunque no tengo ni idea de qué tal será la edición.
Más información:
Entrevista a Giles Tremlett en ABC
9 comentarios:
Yo no sé porque tiendo a desconfiar de los hispanistas britanicos, siempre me han dado la impresión que nos ven como a niños pequeños.
Un saludo.
Hola Borja,
Yo me compre el libro en Dublin durante un "city break" cuando recien salio y a mi tambien me gusto mucho. De hecho, me llama mucho la atencion el tema de los hispanistas britanicos. Aunque a parte de Tremlett, solo conozco a dos: Matthew Tree (que escribe en catalan!) e Ian Gibson (biografo oficial de Salvador Dali). Un saludo.
También está Paul Preston, que es el hombre que más sabe de la Guerra Civil española.
También hay otro, Henry Kamen, al pone a parir Pérez-Reverte.
En fin, que cuánto hispanista hay por aquí.....
No me extraña, porque tenemos cosas que son para echanos de comer a parte....ésas conversaciones por una guerra que ocurrió hace 60 años, ésas discursiones entre españoles sobre si nos sentimos o no españoles, o si España es España o es una reunión de verduleras gritonas oprimidas por un estado centralista borbónico y fascista....en fin, que somos como para salir en el National Geografic, y puesto que en Inglaterra hay grupos de amigos aficionados a mirar trenes y pájaros...no es más divertido mirarnos a los españoles?
Uy,qué raro me quedó el comentario...Me refiero a que no me extraña que a los ingleses les facine que llevamos decenios dándole vueltas a la Guera Civil y a los nacionalismos y que hasta gente joven que vive en el extranjero hable de ello a todas horas.
Tenemos o muchos fantasmas o nada mejor de qué discutir, según parece...
Anda, pues a mi me sorprende. De mis amigos, ninguno habla sobre la Guerra Civil (algunos ni saben exactamente cuando fue y eso que todos tienen carrera, lo que por otra parte no significa nada...). En cuanto a lo de nacionalismos, incluso evitan hablar del tema (detestan las banderas por ejemplo). Igual es que SOLO los que estamos en el extranjero hablamos de la Guerra Civil. Eso si: los fantasmas siempre siguen ahi, la mayor parte del tiempo como tales, en silencio pero presentes. En fin, es mi percepcion. Por cierto, me apunto los nombres que comentas mas arriba ;-) Un saludo desde Edimburgo.
PS A mi, como a mis amigos, me da muy mal rollo hablar sobre nacionalismos. O igual es que, y como tu sugieres, tenemos mejor cosas de las que hablar ;-)
El libro no está mal. Es curioso que los llamados "hispanistas", en especial los británicos, pierden el interés en esta país cuando deja de oler a sangraza, cuando las guerras van quedando lejos, cuando la gente piensa en lo que todos, en comer con un vino bueno y en lo otro... Ellos venga de resucitarnos los fantasmas, pa que no decaiga.
Pues a mi me parece que tira de tópicos un rato. Por ejemplo, el tema de los toros, no es ni muchos menos tan omnipresente en la sociedad española como da a entender. Además. asimila Derecha e Izaquierda con Fachas y Republicanos... aunque haya algo de verdad, hay mucho topico, aunque a ciertos sectores politicos españoles les guste vendernos esa moto. En general el tema de la guerra civil lo trata de forma superficial y tirando de topicos (en plan nacionakles malos malisimos y milicianos majetones y libertarios, aunque tambien hicieron de las suyas)
Tambien habla del lenguaje, del continuo uso de palabras malsonantes y uso de palabras de contenido sexual, algo chocante para un inglés... pero yo, a los ingleses que he conocido, se pasaban el dia diciendo "fucking bollocks" y cosas de ese tipo.
En general, me ha parecido paternalista, con un punto de arrogancia disimulado en plan "me gusta España pero donde esté el imperio britanico que se quiete estos barbaros".
Si le reconozco al libro el merito de darnos una visión externa de como somos, y de dar una visión a los ingleses mas alejada del "sun,sand and sex". Pero vamos, no comparemos a este plumilla con Gibson u otros. Este tio no es un historiador, es un periodista.
no me ha gustado para nada este libro, tiene una visión muy británica de España. Nos pone muchas veces por los suelos como por ejemplo cuando dice que los españoles usamos muchos tecnicismos en medicina sin ni siquera saber qué son... Además, expresa su decepción cuando su hijo va entusiasmado a una granja escuela y dice que se está convirtiendo en uno más de nosotros. Todo eso por no hablar de que su posición política queda patente en su libro en todo momento.
El libro está bien al principio, luego decae y mucho.Está demasiado plagado de palabras en español que no vienen a cuento(a no ser que sea para demostrar que sabe español)y no tienen mucho sentido para un lector británico que no sabe español. De todas maneras, las opiniones de este hombre no son más que eso, opiniones, y aunque es interesante oir sobre España desde otras perspectivas, su visión es parcial y los juicios un pelín arrogantes. Los británicos siguen pensando que son el centro del universo, y aquéllos que además son hispanistas tienen la elegante deferencia de escribir sobre España como semi-dioses condescendientes con las curiosas pasiones hispánicas!
El próximo libro que sea "Ghosts of England" que por ahí también tienen unos cuentos cadáveres por desenterrar...
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