Uno de los debates públicos que suelen resurgir por estas fechas es el del acoso a la Navidad. Numerosas historias publicadas durante los últimos años en la prensa popular han difundido la idea de que hay una campaña de los poderes públicos por diluir el significado religioso de la Navidad, o incluso acabar por completo con esta celebración, con el objeto de no ofender a la población de otras religiones. Ayuntamientos que prohiben a los barrenderos llevar sombreros de Santa Claus , colegios que cancelan las tradicionales representaciones navideñas infantiles (nativity plays), oficinas en las que se prohibe colgar decoración festiva. Ante tales atropellos, la prensa tabloide reacciona como bien sabe hacer: organizando campañas. La del Daily Mail, "Campaign for a Real Christmas", se engloba en la ofensiva de este periódico hacia la cultura de lo que ellos llaman political correctness gone mad o "corrección política sacada de quicio". La campaña del Sun, por su parte, es de una sutileza acorde con el nivel intelectual del periódico: Kick 'em in the baubles, ("dadle una patada en las bolas"). Sea a través del tono perpetuamente indignado del Mail o del estilo chabacano el Sun, la Inglaterra profunda clama y se revuelve contra los pérfidos malandrines que intentan arrebatarles la Navidad.
También la prensa más seria se ha contagiado de estas inquietudes, y comentaristas del Times (enlace) y el Telegraph (enlace) han escrito criticando duramente los intentos de sofocar las celebraciones navideñas. En el otro extremo del arco ideológico, las cosas se ven de otro modo. El viernes pasado el Guardian publicaba un reportaje bastante interesante (enlace), en el que se examina cuánto hay de cierto sobre esta supuesta cruzada antinavideña. La conclusión es que muchas de las historias en las que se basa la prensa tabloide son o bien simples leyendas urbanas (como la de que en Birmingham el ayuntamiento ha rebautizado las navidades como "Winterval"), o bien exageraciones de sucedidos anecdóticos. El Independent publica hoy otro artículo (enlace) en el que se llega a la conclusión de que sí que hay casos de intentos de limitar las celebraciones y decoraciones navideñas, aunque no tanto por miedo a ofender a los no cristianos sino por health and safety o "seguidad y salud en el trabajo", esa gran obsesión británica.
Mientras, uno pasea por la calle decorada con la raquitica iluminación festiva, escuchando empalagosos villancicos pop sonando por todos lados, observando las tiendas empapeladas de decoración navideña, y esquivando las hordas de compradores de mirada febril que pululan por las calles, y se sorprende de que haya quien crea que la celebración de la Navidad está en peligro en el Reino Unido.
1 comentario:
Los compradores febriles no están en peligro de extinción, sino al contrario. El deporte nacional goza de excelente salud.
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