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Estos son los hechos y ahora vienen las consideraciones. El que en el Reino Unido hayan habido tantos escándalos (el de las vacas locas hace unos años, el de la fiebre aftosa hace no tanto) se debe a que la industria alimentaria funciona a una escala muy grande y con prácticas muy extremas, en busca del máximo beneficio. En el pasado siempre ha habido casos de envenenamiento o de alimentos en mal estado. La diferencia ahora es que el alcance de este tipo de incidencias es muchísimo más grande. Es elocuente el que este aditivo, pensado para abaratar chiles de baja calidad, haya acabado contaminando productos de un supermercado como el Waitrose, claramente orientado hacia los productos de calidad y el cliente de clase alta. La extensión de este caso de adulteración, según he leído en los periódicos, se debe a que la maquinaria de la industria de la distribución se basa para cada ingrediente en un puñado de proveedores que son capaces de afectar un gran número de productos en el caso de que haya problemas con alguno de ellos.
Este tipo de sucesos dan la razón a quienes abogan por los alimentos ecológicos (que aquí llaman organic). Pese a que instintivamente la comida libre de productos químicos parece ser más recomendable que la ordinaria, siempre he sentido cierta suspicacia hacia el concepto de "producto ecológico" y lo he visto como una simple moda que busca, como cualquier otra, vender. Sin embargo empiezo a sospechar que los añadidos artificiales en los alimentos suponen poco beneficio para el consumidor, y puede que incluso estén presentes en la comida de forma casi arbitraria, como parece ser el caso del sudan 1. Quizás la comida ecológica sí que sea una buena manera de introducir un poco de cordura y honestidad en los métodos de producción y distribución salvajes.
De todos modos, en el aspecto del riesgo hacia la salud, es estúpido preocuparse demasiado. Cuánta gente debió de dejar de tomar carne de vacuno, allá cuando lo de las vacas locas, pero siguió conduciendo por encima del límite de velocidad o puede que fumando. Es ilógico que la población sintiera la aprensión que sintió por una enfermedad que en diez años no ha matado a más que unos pocos centenares de personas en el Reino Unido. Compárese eso con la cantidad de muertes en carretera (miles al año). Nuestra sociedad tiene un problema grave de percepción de riesgos. En el caso de este colorante cancerígeno desde luego no son buenas noticias para nuestra salud pero será un veneno más de entre los muchos otros (polución, dioxinas, alimentación inadecuada, falta de ejercicio...) que forman parte de nuestras vidas.
Referencias
Parquestrit: Pánico en el Reino Unido
Lista de alimentos contaminados
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