jueves, febrero 08, 2007

Té quiero I: historia del té en Inglaterra

¡El té! Parece mentira que haya tardado tanto en atreverme a hablar de un tema tan genuinamente británico. Este es uno de esos asuntos con tanta enjudia y con una webografía tan extensa que intimida enfrentarse a él. Pese a esto, un blog como éste que trata de la vida en el Reino Unido estará cojo hasta que no hable del té. Así que allá voy: en la entrada de hoy hablaré de la historia de esta bebida en el Reino Unido.

El té es originario de China. En Europa, las primeras noticias sobre esta bebida llegaron a través de mercaderes y misioneros portugueses, aunque fueron los comerciantes holandeses quienes la introdujeron en el continente a principios del siglo XVII, atrayendo en seguida el interés de la aristocracia de varios países. En Inglaterra, fue la portuguesa Catalina de Braganza, esposa del rey Carlos II, quien hizo que se pusiese de moda entre la nobleza inglesa. Esto hizo que la East India Company, compañía que ostentaba en Inglaterra el monopolio de comercio con Oriente, comenzara a mediados del siglo a importar té de China.

Esta bebida fue introducida al gran público, curiosamente, por las coffee houses, establecimientos que en esos años desempeñaban un papel muy importante en la vida política, económica y social del Reino Unido. El éxito del té fue instantáneo entre la gente de la clase media y media-alta que solía frecuentar estos lugares de reunión, popularidad que pudo aguantar la tremenda carga de impuestos con que esta mercancía estuvo gravado desde el principio. Para satisfacer la demanda, se desarrolló de forma colosal un mercado negro, basado en la adulteración y el contrabando, cuyo volumen excedía al mercado legal, y que sólo desapareció cuando, en 1784, William Pitt el Joven redujo los impuestos del 119% al 12.5%. El consumo de té recibió un nuevo empujón a mediados del siglo XIX al liberalizarse su comercio, lo cual empujó a la East India Company a introducir el cultivo de esta hierba en el subcontinente indio primero y luego en Ceilán. La subsiguiente explosión de comercio hizo que se desarrollaran los tea clippers, veloces veleros que competían en rapidez por hacer llegar a Europa los cargamentos de té provinientes de Oriente. El consiguiente abaratamiento de la bebida hizo que terminara de conquistar los gustos del pueblo británico en su conjunto.

Fue en esos años cuando surgió la institución del afternoon tea. La costumbre de organizar tea parties y tea dances era ya bastante antigua pero, según la tradición, fue Anna Maria, duquesa de Bedford, quien en 1841 inició la costumbre de tomar té de merienda a media tarde, acompañado de bollos y sandwiches, para calmar el gusanillo entre almuerzo y cena. Este hábito se extendió entre las clases altas, y no tardó en convertirse en un acontecimiento social extremadamente refinado, sujeto a unas reglas de etiqueta muy desarrolladas. El afternoon tea no tiene nada que ver con el high tea que tomaban las gentes menos pudientes de entonces. Éste consistía un refrigerio, o incluso cena completa, que las clases populares solían tomar al atardecer. Muchas veces era la comida principal, y quizás única, del día.

Fue a partir de mediados del siglo XIX y durante todo el siglo XX que el té se convirtió en un rasgo esencial de la cultura británica, abarcando todas las clases sociales. Durante las dos guerras mundiales, el gobierno británico puso el comercio y la venta de té bajo su control, considerándola una mercancía muy importante para mantener la moral de la población. En los años cincuenta, el consumo de té vio una última revolución: la introducción de las bolsitas, que hicieron que la preparación de esta bebida se hiciese más sencilla aún.

Próxima entrada: el té en la Inglaterra de hoy


Referencias:
History of Tea (The Tea Council),
La cultura del té en el Reino Unido y sus antiguas colonias (Wikipedia en inglés),

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