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La prensa se ha lanzado a señalar paralelismos entre Cameron y el joven Tony Blair, que en los años noventa relanzó el partido laborista con su invención del New Labour. El Partido Conservador lleva ya casi una década fuera del poder, sufriendo una amarga travesía por el desierto de la impopularidad y la irrelevancia. En las pasadas elecciones generales se vio incapaz de aprovechar electoralmente el desgaste de popularidad del primer ministro Blair. Después de la sucesión de fallidos líderes (William Hague, Ian Duncan Smith, Michael Howard), por primera vez las bases conservadoras se han llenado de ilusión: por fin parece que tienen un líder carismático y lleno de energía.
Cameron debutó ayer en la Cámara de los Comunes en la sesión de preguntas al Primer Ministro, y según he leído no lo hizo nada mal. Ha prometido un estilo de oposición totalmente distinto al de los últimos años: constructivo, optimista, postitivo, y aceptando las propuestas laboristas cuando se considere que son correctas. Cameron parece resuelto a acabar la imagen del partido conservador como el "partido antipático" (nasty party), muy arraigada entre las clases medias urbanas del Reino Unido. Tony Blair se va a encontrar en la incómoda situación de que sus polémicas propuestas de educación reciban el apoyo de los Tories y la oposición de muchos de los diputados laboristas. La política británica de los próximos meses promete ser apasionante.
Más información: Cameron chosen as new Tory leader (BBC)
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