El fin de semana pasado estuve en España en la boda de una prima mía, y tuve la oportunidad de saludar a un montón de familiares que no suelo ver casi nunca. En calidad de pariente exótico que vive en el extranjero, fui sometido una y otra vez a la misma pregunta: "¿Qué tal por Londres?".
Esto ya lo comentaba Borja en su blog hace unas semanas, y estoy seguro de que lo sufrimos la mayoría de quienes vivimos en algún lugar de Inglaterra distinto de la capital: todo el mundo da por hecho que, si vives en Inglaterra, a la fuerza tiene que ser en Londres. Es curioso, porque la gente podría perfectamente preguntarte "qué tal por Inglaterra" o "qué tal por el extranjero", pero parece que ni les pasa por la cabeza que puedas estar en otro lugar distinto de su capital. Es algo, por otro lado, comprensible. No tengo las cifras pero estoy seguro de que la mayoría de los españoles que se van a pasar una temporada al Reino Unido deciden establecerse en la capital británica.
En estas situaciones siempre dudo si corregir a la persona en cuestión. Cuando vivía en Maidenhead, que realmente está cerca de Londres (a unos 60 km) y también a orillas del Támesis, casi nunca lo hacía, pero ahora que estoy a hora y media en coche suelo intentar explicarles que muy bien, gracias, pero bueno, en realidad no estoy en Londres sino en Bristol, a unos 150km al oeste. Y a veces, si noto interés, les explico dónde está esta ciudad: si imaginas el mapa del Reino Unido, está en el punto donde se juntan el pico de abajo con la panza de arriba, que es Gales. Dudo mucho que, salvo en personas con buenas dotes de visualización y cierta cultura geográfica, mis explicaciones sirvan para algo, pero lo intento.
jueves, septiembre 29, 2005
martes, septiembre 27, 2005
El conflicto norirlandés
Parece ser que el IRA se ha desecho de todo su arsenal, según ha sido verificado por dos observadores imparciales. Llama la atención, sin embargo, la tibieza con que ha sido recibida la noticia. Pese a que en los distintos medios de comunicación se habla de lo "histórico" del anuncio, en el ambiente se nota cierta falta de entusiasmo, motivada, creo yo, por lo tardío de este gesto y por la serie de acciones turbias en las que el IRA se ha visto metido durante el último año, como el asesinato de Robert McCartney o el gran robo al Northern Bank. Poca gente duda que la banda norirlandesa decidió hace tiempo renunciar al terrorismo a gran escala, pero no está del todo clara su voluntad de abandonar los comportamientos clandestinos y la violencia de baja intensidad. En cualquier caso, el balón está ahora en el tejado de los unionistas, cuyos grupúsculos armados tampoco han demostrado al 100% que están dispuestos a abandonar la violencia, y cuya base social está desorientada y desmoralizada, sintiéndose abandonada del Gobierno Británico.
En España, según mi opinión, se suele malinterpretar el conflicto norirlandés. Mucha gente suele trazar paralelismos, muchas veces de forma interesada, entre la violencia en el País Vasco y la que se dio en Irlanda del Norte. Lo cierto que que los parecidos entre los dos fenómenos, más allá del protagonismo en ambos casos de bandas terroristas de índole nacionalista, son bastante limitados. La escala del conflicto norirlandés, que los británicos llaman the Troubles, ha sido siempre mucho mayor se mire como se mire: en número de muertos, tácticas empleadas por los distintos bandos y en consecuencias para la población civil. En su peor momento, allá por los años 70, Irlanda del Norte estuvo virtualmente sumida en una guerra civil.
De una sutil pero significativa diferencia no me di cuenta hasta que me vine a vivir al Reino Unido. Aquí me di cuenta de que, realmente, Irlanda del Norte es considerada por la mayoría de los habitantes de Gran Bretaña como un territorio ajeno, cuyos problemas han de ser solucionados por sus habitantes. Me da la impresión (quizás equivocada) de que a mucha gente de aquí le da igual tanto si Irlanda del Norte permanece como parte de la corona británica como si no. Esta indiferencia se plasma en los medios británicos: la actualidad norirlandesa apenas figura en ellos de forma relevante, salvo cuando la noticia es de gran calibre.
En España, por contra, todo lo que sucede en Euskadi suele tener amplia repercusión en los medios de comunicación de todo el país, y condiciona considerablemente el discurrir de la política española. El peso del País Vasco en España es mucho mayor que el de Irlanda del Norte en el Reino Unido, desde el punto de vista económico, cultural, político y afectivo.
Más infomación: The troubles (Wikipedia en inglés), The Troubles (Gráfico animado de The Guardian)
En España, según mi opinión, se suele malinterpretar el conflicto norirlandés. Mucha gente suele trazar paralelismos, muchas veces de forma interesada, entre la violencia en el País Vasco y la que se dio en Irlanda del Norte. Lo cierto que que los parecidos entre los dos fenómenos, más allá del protagonismo en ambos casos de bandas terroristas de índole nacionalista, son bastante limitados. La escala del conflicto norirlandés, que los británicos llaman the Troubles, ha sido siempre mucho mayor se mire como se mire: en número de muertos, tácticas empleadas por los distintos bandos y en consecuencias para la población civil. En su peor momento, allá por los años 70, Irlanda del Norte estuvo virtualmente sumida en una guerra civil.
De una sutil pero significativa diferencia no me di cuenta hasta que me vine a vivir al Reino Unido. Aquí me di cuenta de que, realmente, Irlanda del Norte es considerada por la mayoría de los habitantes de Gran Bretaña como un territorio ajeno, cuyos problemas han de ser solucionados por sus habitantes. Me da la impresión (quizás equivocada) de que a mucha gente de aquí le da igual tanto si Irlanda del Norte permanece como parte de la corona británica como si no. Esta indiferencia se plasma en los medios británicos: la actualidad norirlandesa apenas figura en ellos de forma relevante, salvo cuando la noticia es de gran calibre.
En España, por contra, todo lo que sucede en Euskadi suele tener amplia repercusión en los medios de comunicación de todo el país, y condiciona considerablemente el discurrir de la política española. El peso del País Vasco en España es mucho mayor que el de Irlanda del Norte en el Reino Unido, desde el punto de vista económico, cultural, político y afectivo.
Más infomación: The troubles (Wikipedia en inglés), The Troubles (Gráfico animado de The Guardian)
martes, septiembre 20, 2005
Nueva York
A finales del mes pasado estuve de vacaciones una semana en Nueva York. Si a alguien le interesa, he subido algunas fotos que hice a Flickr. Estuve en la mayoría de las atracciones turísticas famosas: el Empire State Building, Central Park, Wall Street... Sin embargo, no voy hablar de ellas: hay decenas de guías de viaje que las describen muchísimo mejor de lo que yo podría. De lo que me gustaría hablar es de unos cuantos detalles de la ciudad que me llamaron la atención:
Olores
Nueva York es una ciudad muy olorosa. En prácticamente cada esquina suele haber carritos de comida difundiendo aromas dispares: perritos calientes, pretzels, bagels, falafel y muchos otros. Los distintos barrios tienen también sus olores particulares e indescriptibles. Esta exuberancia de aromas es por el día muy atractiva para el turista, pero por la noche a ésta se le añade el perfume de las montañas de bolsas de basura que se dejan a lo largo de las aceras para ser recogidas, una costumbre que me pareció muy poco higiénica.
Tráfico
Una de las primeras cosas en las que me fijé al comenzar mi visita a la ciudad, nada más salir del hotel, fueron los taxis amarillos neoyorquinos, circulando a toda velocidad por las calles en un número extraordinario. Luego me di cuenta de que casi la mitad de los vehículos que circulan por las calles de la ciudad son táxis. Quizás es por esto, por su influencia perniciosa, que los neoyorquinos conduzcan tan mal. Cuando giran a la derecha en un cruce, casi nunca respetan el inmediato paso de peatones de la calle a la que se incorporan, y sólo frenan cuando es imprescindible para no atropellarte. Otra característica del conductor neoyorquino es que está continuamente tocando el claxon para protestar por cualquier maniobra de algún otro coche que le haga modificar siquiera nimiamente su velocidad o dirección. En esto no es muy distinto del conductor madrileño, aunque de algún modo las ráfagas de claxon son más breves, mientras que en Madrid se suelen estilar más los pitidos prolongados. También como en la capital española, cuando hay atascos los neoyorquinos se desahogan con la bocina en estúpidas y prolongadas rabietas, cuyo único resultado es exasperar más al personal.
En cuanto a los peatones, quizás contagiados de esta anarquía vial, tampoco son unos santos, y no respetan casi nunca los semáforos, lanzándose a cruzar la calle apenas ven hueco. Por cierto que una de las ventajas de la ciudad es que en prácticamente todos los cruces hay pasos de peatones. En eso se distingue mucho de otras ciudades como Londres, donde el trazado de las calles es caótico y a menudo tienes que dar miles de vueltas para poder cruzar una calle.
Aseos
Lo de la conducción incívica es un punto de similitud entre Madrid y la ciudad norteamericana. Otro parecido está en la calidad de los aseos en los lugares públicos. Acostumbrado a vivir en el Reino Unido, donde los servicios suelen ser amplios y razonablemente limpios, solía sentirme bastante avergonzado de mi ciudad cada vez que iba a los de algún bar madrileño y me encontraba con el habitual panorama del lavabo sin grifo, retrete sin tapa, suelo inundado, y a veces ni siquiera puerta. Me ha consolado comprobar que en Nueva York, con toda su fama de metrópoli sofisticada, los aseos suelen ser también bastante inmundos, incluso en sitios como el Borders (una cadena de librerías), donde lo lógico sería que no quisiesen dañar su imagen con unos baños asquerosos.
Carácter de los neoyorquinos
Los neoyorquinos son tirando antipáticos. Sobre todo los que trabajan en alguna taquilla o mostrador de cara al público: si tardas en hacer tu pedido en una tienda, o como rebusques en tu mochila antes de dársela al encargado de la consigna, te encontrarás con la mirada insolente o el comentario brusco sobre tu lentitud.
Al mismo tiempo, en una muestra de cierta esquizofrenia, pueden ser amabilísimos. En numerosas ocasiones en las que me encontraba parado en la calle mirando el mapa, tratando de orientarme, gente que pasaba por ahí o que esperaba en algún coche aparcado cercano se ofreció a ayudarme a encontrar mi camino. Esto, en una ciudad que debe estar acostumbradísima y quizás harta del turismo, es bastante sorprendente.
Puertas giratorias
A los neoyorquinos les encantan las puertas giratorias. No sólo las ponen en hoteles, museos o entradas a rascacielos: estos incómodos armatostes se pueden encontrar en tiendas de discos, librerías y hasta supermercados.
Olores
Nueva York es una ciudad muy olorosa. En prácticamente cada esquina suele haber carritos de comida difundiendo aromas dispares: perritos calientes, pretzels, bagels, falafel y muchos otros. Los distintos barrios tienen también sus olores particulares e indescriptibles. Esta exuberancia de aromas es por el día muy atractiva para el turista, pero por la noche a ésta se le añade el perfume de las montañas de bolsas de basura que se dejan a lo largo de las aceras para ser recogidas, una costumbre que me pareció muy poco higiénica.
Tráfico
Una de las primeras cosas en las que me fijé al comenzar mi visita a la ciudad, nada más salir del hotel, fueron los taxis amarillos neoyorquinos, circulando a toda velocidad por las calles en un número extraordinario. Luego me di cuenta de que casi la mitad de los vehículos que circulan por las calles de la ciudad son táxis. Quizás es por esto, por su influencia perniciosa, que los neoyorquinos conduzcan tan mal. Cuando giran a la derecha en un cruce, casi nunca respetan el inmediato paso de peatones de la calle a la que se incorporan, y sólo frenan cuando es imprescindible para no atropellarte. Otra característica del conductor neoyorquino es que está continuamente tocando el claxon para protestar por cualquier maniobra de algún otro coche que le haga modificar siquiera nimiamente su velocidad o dirección. En esto no es muy distinto del conductor madrileño, aunque de algún modo las ráfagas de claxon son más breves, mientras que en Madrid se suelen estilar más los pitidos prolongados. También como en la capital española, cuando hay atascos los neoyorquinos se desahogan con la bocina en estúpidas y prolongadas rabietas, cuyo único resultado es exasperar más al personal.
En cuanto a los peatones, quizás contagiados de esta anarquía vial, tampoco son unos santos, y no respetan casi nunca los semáforos, lanzándose a cruzar la calle apenas ven hueco. Por cierto que una de las ventajas de la ciudad es que en prácticamente todos los cruces hay pasos de peatones. En eso se distingue mucho de otras ciudades como Londres, donde el trazado de las calles es caótico y a menudo tienes que dar miles de vueltas para poder cruzar una calle.
Aseos
Lo de la conducción incívica es un punto de similitud entre Madrid y la ciudad norteamericana. Otro parecido está en la calidad de los aseos en los lugares públicos. Acostumbrado a vivir en el Reino Unido, donde los servicios suelen ser amplios y razonablemente limpios, solía sentirme bastante avergonzado de mi ciudad cada vez que iba a los de algún bar madrileño y me encontraba con el habitual panorama del lavabo sin grifo, retrete sin tapa, suelo inundado, y a veces ni siquiera puerta. Me ha consolado comprobar que en Nueva York, con toda su fama de metrópoli sofisticada, los aseos suelen ser también bastante inmundos, incluso en sitios como el Borders (una cadena de librerías), donde lo lógico sería que no quisiesen dañar su imagen con unos baños asquerosos.
Carácter de los neoyorquinos
Los neoyorquinos son tirando antipáticos. Sobre todo los que trabajan en alguna taquilla o mostrador de cara al público: si tardas en hacer tu pedido en una tienda, o como rebusques en tu mochila antes de dársela al encargado de la consigna, te encontrarás con la mirada insolente o el comentario brusco sobre tu lentitud.
Al mismo tiempo, en una muestra de cierta esquizofrenia, pueden ser amabilísimos. En numerosas ocasiones en las que me encontraba parado en la calle mirando el mapa, tratando de orientarme, gente que pasaba por ahí o que esperaba en algún coche aparcado cercano se ofreció a ayudarme a encontrar mi camino. Esto, en una ciudad que debe estar acostumbradísima y quizás harta del turismo, es bastante sorprendente.
Puertas giratorias
A los neoyorquinos les encantan las puertas giratorias. No sólo las ponen en hoteles, museos o entradas a rascacielos: estos incómodos armatostes se pueden encontrar en tiendas de discos, librerías y hasta supermercados.
jueves, septiembre 15, 2005
Cricket
El cricket, pese a su carácter fuertemente inglés, no es uno de los deportes más populares en el país. El deporte rey de Inglaterra es sin duda el fútbol, quizás seguido del rugby, dependiendo de la zona (por Bristol y el sur de Gales hay mucha afición). Muchos ingleses incluso se burlan del cricket, considerándolo una extravagancia anticuada. Es, en cierto modo, un deporte hermético, patrimonio de unos pocos aficionados acérrimos que dominan su complicada mecánica y su extensa y vistosa terminología. En cualquier caso, el cricket no es exclusivo del Reino Unido: se juega a muy alto nivel en muchos países de la Commonwealth, como India o Pakistan, donde sí que es muy popular.
Durante las últimas semanas, sin embargo, el interés de toda la nación por el cricket se ha disparado. Durante este mes, Inglaterra ha estado disputando contra Autralia el tradicional torneo de los Ashes, y por primera vez en muchos años, Inglaterra tenía serias posibilidades de ganar. El lunes pasado el equipo inglés logró la hazaña, y ganó el trofeo por primera vez en 18 años. Al día siguiente, los jugadores ingleses tuvieron una recepción multitudinaria en Trafalgar Square. A pesar de que el deporte sea originario de esta tierra, el equipo inglés de cricket no es de los mejores; esto, unido a la arrogancia con la que los australianos han dominado el torneo durante los últimos años, ha hecho que la victoria haya sido muy celebrada.
He de advertir que no sé prácticamente nada sobre este deporte. Sé que es un deporte con cierta similitud con el beisbol, en cuanto a que consiste en el enfrentamiento de dos equipos, en los que por turnos uno batea y trata de sumar carreras y el otro trata de evitarlo capturando la bola cuanto antes. La mecánica del juego, sin embargo, es bastante distinta.
Una de las cosas más curiosas del cricket es que los encuentros suelen durar varios días. Cada día, a su vez, los partidos duran varias horas, con interrupciones para la comida y el té. El torneo de los Ashes comenzó el 20 de julio, y los 5 encuentros o tests se han extendido a lo largo de varias semanas. Hay una modalidad de cricket en la que se limita la duración de los encuentros a sólo un día, pero es una invención bastante reciente.
En cierta ocasión hablé con un aficionado, y me contó que el cricket no es un deporte en el que los encuentros exijan el 100% de la atención del espectador. Son perfectos para seguirlos por la radio o la televisión mientras se está haciendo otra cosa. Incluso la gente que asiste al estadio suele tomárselo con tranquilidad, y no están atentos al juego continuamente. Ir a ver un partido de cricket es más un acto social, al que se va para charlar con los amigos y tomar unas cervezas, mientras con el rabillo del ojo se vigila si está pasando algo interesante en el campo.
Más información: The Ashes (BBC), Cricket (Wikipedia en inglés), The Ashes (Wikipedia en inglés)
Durante las últimas semanas, sin embargo, el interés de toda la nación por el cricket se ha disparado. Durante este mes, Inglaterra ha estado disputando contra Autralia el tradicional torneo de los Ashes, y por primera vez en muchos años, Inglaterra tenía serias posibilidades de ganar. El lunes pasado el equipo inglés logró la hazaña, y ganó el trofeo por primera vez en 18 años. Al día siguiente, los jugadores ingleses tuvieron una recepción multitudinaria en Trafalgar Square. A pesar de que el deporte sea originario de esta tierra, el equipo inglés de cricket no es de los mejores; esto, unido a la arrogancia con la que los australianos han dominado el torneo durante los últimos años, ha hecho que la victoria haya sido muy celebrada.
He de advertir que no sé prácticamente nada sobre este deporte. Sé que es un deporte con cierta similitud con el beisbol, en cuanto a que consiste en el enfrentamiento de dos equipos, en los que por turnos uno batea y trata de sumar carreras y el otro trata de evitarlo capturando la bola cuanto antes. La mecánica del juego, sin embargo, es bastante distinta.
Una de las cosas más curiosas del cricket es que los encuentros suelen durar varios días. Cada día, a su vez, los partidos duran varias horas, con interrupciones para la comida y el té. El torneo de los Ashes comenzó el 20 de julio, y los 5 encuentros o tests se han extendido a lo largo de varias semanas. Hay una modalidad de cricket en la que se limita la duración de los encuentros a sólo un día, pero es una invención bastante reciente.
En cierta ocasión hablé con un aficionado, y me contó que el cricket no es un deporte en el que los encuentros exijan el 100% de la atención del espectador. Son perfectos para seguirlos por la radio o la televisión mientras se está haciendo otra cosa. Incluso la gente que asiste al estadio suele tomárselo con tranquilidad, y no están atentos al juego continuamente. Ir a ver un partido de cricket es más un acto social, al que se va para charlar con los amigos y tomar unas cervezas, mientras con el rabillo del ojo se vigila si está pasando algo interesante en el campo.
Más información: The Ashes (BBC), Cricket (Wikipedia en inglés), The Ashes (Wikipedia en inglés)
martes, septiembre 13, 2005
Last Night of the Proms
El sábado pasado fue the Last Night of The Proms, uno de los acontecimientos anuales más típicamente británicos, aunque poco conocido fuera del país. The Proms es un festival de música clásica (el más grande del mundo, según dicen) que se celebra todos los veranos en Londres, principalmente en el Royal Albert Hall. El concierto de la última noche, sin embargo, desborda el ámbito de la música clásica para convertirse en un multitudinario acontecimiento de cultura popular de tono festivo, retransmitido en directo por la BBC. El programa suele consistir en piezas musicales más populares y conocidas por el gran público, pero lo más llamativo es el tramo final del concierto, en el que la orquesta interpreta una serie de temas patrióticos de resonancias imperiales como Jerusalem y Rule Britannia, que son coreados por el público en medio de una apoteósis de banderas británicas y globos.
Todos los años por estas fechas se reaviva el debate de si el carácter nacionalista del último recital de los Proms es adecuado para el Reino Unido post-imperial del siglo XXI. De hecho, la Last Night of the Proms suele ser vilificada como paradigma de patrioterismo casposo y hortera por muchos comentaristas de la izquierda, quienes se sienten incómodos con la glorificación del pasado imperial de la nación.
El otro día puse un poco por la tele y no me pareció un espectáculo tan siniestro, aunque sí tremebundamente hortera. Este año, además, quizás para acallar las críticas, había no sólo banderas británicas sino de otros países del mundo y hasta europeas.
Más información: The Proms (BBC), The Proms (Wikipedia en inglés)
Todos los años por estas fechas se reaviva el debate de si el carácter nacionalista del último recital de los Proms es adecuado para el Reino Unido post-imperial del siglo XXI. De hecho, la Last Night of the Proms suele ser vilificada como paradigma de patrioterismo casposo y hortera por muchos comentaristas de la izquierda, quienes se sienten incómodos con la glorificación del pasado imperial de la nación.
El otro día puse un poco por la tele y no me pareció un espectáculo tan siniestro, aunque sí tremebundamente hortera. Este año, además, quizás para acallar las críticas, había no sólo banderas británicas sino de otros países del mundo y hasta europeas.
Más información: The Proms (BBC), The Proms (Wikipedia en inglés)
jueves, septiembre 08, 2005
Vuelta a las clases
Piensa uno en la Universidad británica y lo primero que le viene a la cabeza a alguien de fuera del país son las prestigiosas Cambridge y Oxford: edificios góticos ancianos y venerables, aulas llenas de estudiantes aplicados y respetuosos, y melancólicos paseos en barca en medio de paisajes exuberantemente verdes.
El prestigio de estas dos universidades está realmente reconocido en el Reino Unido, y de hecho la prensa ha acuñado un término específico Oxbridge para referirse a ambas a la vez, pero más allá de todo esto, lo que palabra "Universidad" realmente evoca en las mentes de los británicos no es tan académico como podríamos imaginar. Una buena muestra de ello es el dibujo escogido por amazon.co.uk para anunciar una promoción en libros de texto.
En efecto, para mucha gente los estudiantes universitarios se dedican a todo menos a estudiar: juergas continuas, borracheras y mala vida en general. Mucha gente me dirá que esto no es nada extraordinario, y que en muchos otros países como España es igual. Sin embargo, no me imagino una librería de mi país promocionando la venta de libros de texto con fotos de minis de calimocho.
El prestigio de estas dos universidades está realmente reconocido en el Reino Unido, y de hecho la prensa ha acuñado un término específico Oxbridge para referirse a ambas a la vez, pero más allá de todo esto, lo que palabra "Universidad" realmente evoca en las mentes de los británicos no es tan académico como podríamos imaginar. Una buena muestra de ello es el dibujo escogido por amazon.co.uk para anunciar una promoción en libros de texto.
En efecto, para mucha gente los estudiantes universitarios se dedican a todo menos a estudiar: juergas continuas, borracheras y mala vida en general. Mucha gente me dirá que esto no es nada extraordinario, y que en muchos otros países como España es igual. Sin embargo, no me imagino una librería de mi país promocionando la venta de libros de texto con fotos de minis de calimocho.
lunes, septiembre 05, 2005
Silly Season
Demontre, ya estamos en septiembre. Por mucho que uno insista en recordar que el verano dura hasta el 21 de este mes, es inevitable sentir una sensación de derrota. Dentro de nada comenzará el cole (si no ha empezado ya) y la Universidad y el cruce de la Ring Road yendo para la UWE volverá a ser un infierno.
Lo que sí que podemos dar por concluida es la Silly Season o "temporada boba", que es como se conoce en el Reino Unido al periodo de tiempo entre mediados de julio y finales de agosto, en el que mucha gente se ha ido de vacaciones y todo es bastante plácido y algo aburrido. Es una expresión que se utiliza sobre todo para referirse a cómo la ausencia de noticias hace que los medios de comunicación relajen sus estándares de seriedad, sacando a la palestra noticias que normalmente no merecerían la menor atención. Este fenómeno no es desconocido en España, donde a partir de simple humo se suelen inflar verdaderas sagas noticiosas, que suelen conocerse como "serpientes del verano".
He escuchado a mucha gente emplear esta expresión para un ámbito no sólo periodístico sino más general, e incluso hay quienes hablan de la propia estación veraniega en su totalidad como the silly season, y es difícil no estar de acuerdo con esto. Sólo hay que echar un vistazo a la cosecha de estrenos cinematográficos o a los estragos de la moda veraniega, por poner dos ejemplos.
Más información: Let's hear it for the silly season (BBC, en inglés)
Lo que sí que podemos dar por concluida es la Silly Season o "temporada boba", que es como se conoce en el Reino Unido al periodo de tiempo entre mediados de julio y finales de agosto, en el que mucha gente se ha ido de vacaciones y todo es bastante plácido y algo aburrido. Es una expresión que se utiliza sobre todo para referirse a cómo la ausencia de noticias hace que los medios de comunicación relajen sus estándares de seriedad, sacando a la palestra noticias que normalmente no merecerían la menor atención. Este fenómeno no es desconocido en España, donde a partir de simple humo se suelen inflar verdaderas sagas noticiosas, que suelen conocerse como "serpientes del verano".
He escuchado a mucha gente emplear esta expresión para un ámbito no sólo periodístico sino más general, e incluso hay quienes hablan de la propia estación veraniega en su totalidad como the silly season, y es difícil no estar de acuerdo con esto. Sólo hay que echar un vistazo a la cosecha de estrenos cinematográficos o a los estragos de la moda veraniega, por poner dos ejemplos.
Más información: Let's hear it for the silly season (BBC, en inglés)
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