En efecto, cuando me fui a vivir a Inglaterra aún no ganaba lo suficiente como para tener que presentarla, así que esta es la primera vez que tengo que hacerlo en España. He de reconocer que la Agencia Tributaria hace un gran esfuerzo por poner las cosas sencillas para el ciudadano: te prepara borradores de la declaración, te envía información fiscal, incluso te permite que pidas cita para que un funcionario te haga la declaración por ti. Todo esto está bien si te conformas con meter tus datos fiscales en el programa P.A.D.R.E, dar a la manivela y obtener la cantidad de dinero que te corresponde pagar. Si te atreves a rascar un poco la superficie, cometiendo la osadía de querer entender cómo se calculan esos números, y te atreves a hojear el manual de la renta 2007, entre sus 770 páginas encontrarás párrafos tan herméticos como éste:
Para asegurar una misma disminución de la carga tributaria para todos los contribuyentes con igual situación familiar, sea cual sea su nivel de renta, el importe correspondiente al mínimo personal y familiar ya no reduce la renta del período impositivo para determinar la base imponible, sino que pasa a formar parte de la base liquidable para gravarse a tipo cero.Como diría un inglés, clear as mud. Tras dedicar un par de horitas he sido capaz de entender en líneas generales cómo se calcula el impuesto, experimentando uno de mis frecuentes momentos de añoranza del Reino Unido, donde todo papeleo era inmensamente más sencillo que en España.
En el Reino Unido, para empezar, la declaración de la renta (conocida como tax assesment o, más habitualmente, tax return) está obligada a presentarla mucha menos gente: salvo que ganes una cantidad de dinero respetable, seas autónomo, o tengas ingresos o gastos exóticos que estén fuera del sistema de retenciones, lo más seguro es que te libres. En los seis años y medio que viví en el Reino Unido, no tuve que presentarlo ni una vez.
Esto es posible gracias al sistema de retenciones PAYE, por el cual cada mes siempre te retienen la cantidad correspondiente al tramo de impuesto de la renta que te corresponde, y si por cualquier motivo (algún ingreso extraordinario, quizás) pagas más o menos, el siguiente mes la retención se ajusta para compensarlo.
En cuanto al impuesto en sí, tiene similitudes con el español. En el Reino Unido hay menos tramos y el tipo de gravamen superior es menor (un 40% en vez de un 43%). Una de las deducciones estrella del IRPF español, la compra de vivienda, no existe en el Reino Unido (donde, sin embargo, el stamp duty, equivalente al impuesto de transmisiones patrimoniales, es mucho más benigno).
El impuesto de la renta, por cierto, fue hace poco el protagonista de una de las peores crisis políticas que Gordon Brown está teniendo que capear. Una reciente reforma que reordenaba los tramos, perjudicando a millones de personas de rentas bajas. El peligro de una rebelión interna laborista forzó al ministro de economía Alasdair Darling a dar marcha atrás e introducir cambios para suavizarla.