No acostumbro a leer poesía, y menos en inglés, pero estos días estoy disfrutando mucho la lectura de "The Rime of the Ancient Mariner". Se trata de un poema bastante famoso de Samuel T. Coleridge, uno de los fundadores del movimiento romántico inglés.
El poema comienza con un joven invitado de una boda quien, a las puertas del banquete, es bruscamente abordado por un anciano que, merced a un encantamiento, le obliga a escuchar su historia. El anciano le cuenta que, hace muchos años, servía de marinero en un barco. En una fatídica travesía, su navío se ve envuelto en una terrible tempestad que lo empuja al sur, donde queda atrapado en medio del hielo y la niebla. Cuando todo parecía perdido, surge de la nada un albatros, que comienza a volar en torno al barco. Coincidiendo con esta aparición, el hielo cede y un viento propicio les empuja a regiones más tranquilas.
La tragedia, sin embargo, vuelve a desencadenarse. El marinero, de un disparo de flecha, mata al albatros, haciendo que caiga sobre el barco una terrible maldición que hace que toda la tripulación, excepto él, muera en poco tiempo. El viento deja de soplar, y el marinero pasa una semana atrapado en el barco, rodeado por los cadaveres de sus compañeros que le atormentan con su mirada muerta. Los espíritus del mar, sin embargo, acaban apiadándose de él, y rompen el hechizo, y mediante ayuda sobrenatural, el barco logra llegar a tierra firme. El marinero, sin embargo, no quedará indemne: como penitencia por haber matado al ave benéfica, habrá de recorrer el mundo hasta el fin de sus días contando su historia a desconocidos como el invitado de boda.
El poema es complicado de leer. Por si fuera poco el hecho de que la poesía siempre es más difícil de entender que el lenguaje llano, Coleridge escribe de forma deliberadamente arcaica. Además, los sucesos que se relatan son tan sobrenaturales y extraordinarios que a veces son difíciles de comprender. Sin embargo, merece la pena el esfuerzo: el poema nos describe imágenes realmente enigmáticas y evocadoras: el barco fantasma que se les aparece a los desdichados marineros, donde la muerte y la muerte-en-vida se juegan a los dados el destino de los desdichados marineros; la aparición de los espíritus benéficos que insuflan de vida los cadáveres de la tripulación para conducir el barco a buen puerto; y sobre todo, el albatros que cuelga del cuello del protagonista como castigo por su crimen, y que permanece allí, mortificándole, hasta que el maleficio se rompe. Esta última imagen ha pasado a la cultura general y al lenguaje como metáfora de cuando alguien se ve lastrado por algo terrible que hizo en el pasado.
El poema está disponible en Internet en varios sitios (como por ejemplo este). En Google books se puede encontrar una versión digitalizada de una edición antigua con preciosas ilustraciones; en este sitio web se pueden encontrar digitalizadas las láminas que Doré (el famoso ilustrador de El Quijote) hizo para esta obra. También está disponible en Project Gutenberg un audiolibro, ideal para poder apreciar la hipnótica cadencia de esta obra maestra de Coleridge, y muy conveniente para familiarizarse con la métrica inglesa. Y para quien quiera aprender más sobre el poema, cómo se gestó, sus interpretaciones y la influencia que ha tenido, recomiendo este interesantísimo artículo del Guardian.
Más información:
La Rima del Anciano Marinero (Wikipedia), Lost at sea (Guardian)
martes, julio 24, 2007
The Rime of the Ancient Mariner
martes, julio 17, 2007
El hombre de Cerne Abbas
El hombre de Cerne Abbas es uno de los restos arqueológicos más curiosos de Inglaterra. Se encuentra en las proximidades de la aldea del mismo nombre, y consiste en un dibujo a escala gigante (de unos 50x50 m) de un hombre desnudo de rotunda masculinidad esgrimiendo un enorme garrote (en la mano, me refiero). Está realizado mediante zanjas
que descubren la tierra caliza que hay bajo la hierba. Su aspecto primitivo ha hecho que durante mucho tiempo se pensara que databa de hace miles de años; sin embargo, según dice la Wikipedia, lo más probable es que sea más reciente, de alrededores del siglo XVII. En la Red se pueden encontrar innumerables fotos, pero la forma más espectacular de verlo es mediante Google Maps.
Esta peculiar atracción paisajística ha saltado a las noticias en estos días con motivo de un golpe publicitario de la película Los Simpsons, de próximo estreno. Sus promotores han hecho dibujar en un prado cercano un dibujo de estilo similar de Homer Simpson en gallumbos con un donut gigante en la mano (ver noticia). No es la primera vez que la icónica imagen del hombre de Cerne Abbas se utiliza con fines publicitarios. No hace mucho, la marca de desodorantes Lynx hizo dibujar en un campo cerca del aeropuerto de Gatwick una copia del gigante flanqueado por dos mujeres desnudas (enlace), para que fuese visible a los aviones que sobrevuelan la zona.
Este tipo de geoglifos son bastante corrientes en Inglaterra, sobre todo en el suroeste. Sólo en Wiltshire se pueden encontrar decenas de caballos blancos. La mayoría son relativamente recientes, aunque el de Uffington tiene más de dos mil años.
Más información:
Cerne Abbas Giant (Wikipedia), Homer chalk giant angers pagans (The Guardian)
que descubren la tierra caliza que hay bajo la hierba. Su aspecto primitivo ha hecho que durante mucho tiempo se pensara que databa de hace miles de años; sin embargo, según dice la Wikipedia, lo más probable es que sea más reciente, de alrededores del siglo XVII. En la Red se pueden encontrar innumerables fotos, pero la forma más espectacular de verlo es mediante Google Maps.
Esta peculiar atracción paisajística ha saltado a las noticias en estos días con motivo de un golpe publicitario de la película Los Simpsons, de próximo estreno. Sus promotores han hecho dibujar en un prado cercano un dibujo de estilo similar de Homer Simpson en gallumbos con un donut gigante en la mano (ver noticia). No es la primera vez que la icónica imagen del hombre de Cerne Abbas se utiliza con fines publicitarios. No hace mucho, la marca de desodorantes Lynx hizo dibujar en un campo cerca del aeropuerto de Gatwick una copia del gigante flanqueado por dos mujeres desnudas (enlace), para que fuese visible a los aviones que sobrevuelan la zona.
Este tipo de geoglifos son bastante corrientes en Inglaterra, sobre todo en el suroeste. Sólo en Wiltshire se pueden encontrar decenas de caballos blancos. La mayoría son relativamente recientes, aunque el de Uffington tiene más de dos mil años.
Más información:
Cerne Abbas Giant (Wikipedia), Homer chalk giant angers pagans (The Guardian)
martes, julio 03, 2007
De mal café
Todo el mundo tiene bastante claro que Inglaterra es un país de té más que de café. Desde hace pocos años, sin embargo, ha habido una expansión considerable de cafeterías en todo el país. La mayoría de ellas forman parte de cadenas de "MacCafeterías", como Starbucks, Coffee Republic, Café Nero, u otras de esta jaez, pero incluso los establecimientos independientes (en Bristol, un buen ejemplo es el Boston Tea Party de Park Street) suelen copiar el modelo de las anteriores: mobiliario informal y variado mezclando sofás, sillas y taburetes, nombres de café de resonar italiano y, por supuesto, precios exorbitantes. El café se recoge, previo pago, en un mostrador, y el azúcar y las cucharillas se han de ir a buscar a un aparador. Muchos de estos sitios ofrecen también porciones de tarta de acompañamiento, sandwiches, "paninis" o incluso ensaladas o platos más elaborados.
A pesar de las apariencias, la relación de los ingleses con el café no es reciente ni mucho menos. De hecho, esta bebida llegó antes que el té a estas tierras, y en su momento gozó de bastante éxito. La primera coffeehouse fue abierta en Inglaterra en el siglo XVII, y pronto florecieron como animados lugares de reunión que admitían una mezcla variada de clases sociales, menos rígida que lo que la estratificada sociedad de esos tiempos solía permitir. En los coffeehouses ingleses se leían avidamente los primeros periódicos, se difundían novedosas ideas políticas e incluso se desarrollaban negocios: la importante entidad financiera Lloyds comenzó en esos años como una humilde coffeehouse.
Poco tienen que ver las actuales cafeterías inglesas con las antiguas coffeehouses. El gusto por el café, sin embargo, sí que parece está renaciendo. En las estanterías de los supermercados es fácil encontrar una soberbia selección de distintas variedades de cafés: colombiano, costarricense, etíope, de Java... Una oferta mucho mayor que en España, donde es difícil encontrar nada más sofisticado que café de mezcla torrefacta de Saimaza o Marcilla. Y, sin embargo, los cafés que sirven en las cafeterías españolas me saben infinitamente más ricos que en Inglaterra, vaya Ud. a saber por qué motivo. Precisamente el otro día leía un interesante artículo del suplemento gastronómico del Observer (enlace), en el que se critica como se prepara el café en el Reino Unido. Coincido plenamente con el autor en su desesperación por esa manía que tienen las cafeterías de este país de servirte tazas de tamaño elefantiásico llenas de "leche caliente con sabor a espresso".
Otra de las particularidades de las cafeterías inglesas que me exasperan son los horarios. Casi todas cierran sobre las seis, de modo que es virtualmente imposible quedar para tomar un café a media tarde. Los únicos lugares agradables disponibles a esas horas para juntarse con algún amigo son los pubs, y a mí hasta al menos las ocho de la tarde no me apetece nada tomarme una cerveza. Esto se nota sobre todo cuando vas de turismo: te pasas todo el día pateándote una ciudad, y cuando ya cierran todo y lo que te apetece es ir a sentarte a algún sitio agradable, descansar los pies y entonarte con un delicioso café calentito, te encuentras con que todas las cafeterías están cerradas.
Ahora, en España, no me puedo quejar de falta de café: el del desayuno, el de media mañana, el de después de comer y, a veces, el de por la tarde. Más ricos y más baratos que en el Reino Unido, aunque todavía no he encontrado ningún sitio donde cuesten 80 céntimos. Esos precios sólo deben de tenerlos en los sitios de beneficencia, para la gente necesitada.
Más información:
How's your crapuccino? (The Observer)
Coffeehouse (Wikipedia en inglés)
A pesar de las apariencias, la relación de los ingleses con el café no es reciente ni mucho menos. De hecho, esta bebida llegó antes que el té a estas tierras, y en su momento gozó de bastante éxito. La primera coffeehouse fue abierta en Inglaterra en el siglo XVII, y pronto florecieron como animados lugares de reunión que admitían una mezcla variada de clases sociales, menos rígida que lo que la estratificada sociedad de esos tiempos solía permitir. En los coffeehouses ingleses se leían avidamente los primeros periódicos, se difundían novedosas ideas políticas e incluso se desarrollaban negocios: la importante entidad financiera Lloyds comenzó en esos años como una humilde coffeehouse.
Poco tienen que ver las actuales cafeterías inglesas con las antiguas coffeehouses. El gusto por el café, sin embargo, sí que parece está renaciendo. En las estanterías de los supermercados es fácil encontrar una soberbia selección de distintas variedades de cafés: colombiano, costarricense, etíope, de Java... Una oferta mucho mayor que en España, donde es difícil encontrar nada más sofisticado que café de mezcla torrefacta de Saimaza o Marcilla. Y, sin embargo, los cafés que sirven en las cafeterías españolas me saben infinitamente más ricos que en Inglaterra, vaya Ud. a saber por qué motivo. Precisamente el otro día leía un interesante artículo del suplemento gastronómico del Observer (enlace), en el que se critica como se prepara el café en el Reino Unido. Coincido plenamente con el autor en su desesperación por esa manía que tienen las cafeterías de este país de servirte tazas de tamaño elefantiásico llenas de "leche caliente con sabor a espresso".
Otra de las particularidades de las cafeterías inglesas que me exasperan son los horarios. Casi todas cierran sobre las seis, de modo que es virtualmente imposible quedar para tomar un café a media tarde. Los únicos lugares agradables disponibles a esas horas para juntarse con algún amigo son los pubs, y a mí hasta al menos las ocho de la tarde no me apetece nada tomarme una cerveza. Esto se nota sobre todo cuando vas de turismo: te pasas todo el día pateándote una ciudad, y cuando ya cierran todo y lo que te apetece es ir a sentarte a algún sitio agradable, descansar los pies y entonarte con un delicioso café calentito, te encuentras con que todas las cafeterías están cerradas.
Ahora, en España, no me puedo quejar de falta de café: el del desayuno, el de media mañana, el de después de comer y, a veces, el de por la tarde. Más ricos y más baratos que en el Reino Unido, aunque todavía no he encontrado ningún sitio donde cuesten 80 céntimos. Esos precios sólo deben de tenerlos en los sitios de beneficencia, para la gente necesitada.
Más información:
How's your crapuccino? (The Observer)
Coffeehouse (Wikipedia en inglés)
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